Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Suplemento Economía Domingo 22 de Septiembre de 2013

Lidiar dos años con su propia herencia

CRISTINA Y EL ULTIMO DESAFIO DE SU PRESIDENCIA

José Calero

Por José Calero

La presidenta Cristina Fernández deberá afrontar a partir del 10

de diciembre los últimos dos años de mandato con desafíos

mayúsculos, con eje en la necesidad de inversiones en el sector

energético, un esquema de subsidios en el que desbordan las

inconsistencias, una pérdida de reservas que continúa a pesar del

cepo cambiario y una inflación persistente.

La jefa de Estado conoce los desafíos de la hora y por eso

quiere contar con las mayores herramientas a mano para

enfrentarlos, lo cual explica su reclamo para que el Presupuesto

se apruebe en tiempo y forma en el Congreso.

A partir del 10 de diciembre, el oficialismo seguirá siendo

primera minoría en el Parlamento, pero emergerá más débil de las

elecciones de octubre, si se ratifican los resultados de las

primarias.


 Además, Cristina deberá empezar a lidiar con el "síndrome de

pato rengo", el fenómeno de pérdida de poder que ocurre a los

gobiernos en los últimos tiempos de su mandato, cuando ya no les

es posible reelegir.

En esta última etapa, el cristinismo buscará mostrar que la

estabilidad económica está asegurada, y para ello deberá seguir

emitiendo pesos sin miramientos como lo ha hecho hasta ahora para

mantener caliente la demanda.

Es por eso que se vienen cambios en el Banco Central, donde La

Cámpora pasará a tener al menos dos integrantes en el directorio,

uno de los cuales será la economista Paula Español, segunda

candidata a senadora porteña por el FPV, sin chances de entrar a

la Cámara alta.

Español irá al Central con el objetivo de controlar más de

cerca los pasos de la presidenta, Mercedes Marcó del Pont, y tal

vez en algún momento, sucederla.

Cristina no parece dispuesta a ceder casilleros de poder a

menos que la realidad se los arrebate.

Es el caso del secretario de Comercio Interior, Guillermo

Moreno, procesado por la Justicia, quien sólo corre riesgo de

tener que irse en caso de que la Cámara termine ratificando el

fallo de primera instancia, y tal ni siquiera en esa

circunstancia.

Es muy probable, además, que la Presidenta busque patear para

el próximo gobierno deudas en dólares que la obligarían a liquidar

casi todas las reservas en caso de pretender cancelarlas.

Una es la que se mantiene con el Club de París, que con

intereses ya ronda los 10.000 millones de dólares, cuando las

reservas declaradas rondan los 35.000 millones.

La otra pelea es con los fondos buitre, que reclaman cerca de

20.000 millones de dólares entre capital e intereses.

Sólo esas deudas harían desaparecer las reservas del Banco

Central, que cayeron en unos 15.000 millones en los últimos años

como consecuencia de la fuga de capitales.

Aún con este escenario complejo, hay especialistas que alertan

que lo más preocupante es la "deuda interna".

Cuando se le pagó al FMI, la plata la puso el Central, y cuando

se salden los bonos que vencen en estos meses para cumplir con el

pago de la deuda, los fondos saldrán de nuevo de las reservas.

Según cálculos de consultoras, el Tesoro le adeuda al Banco

Central casi 75.000 millones de dólares.

Los otros casos son la ANSeS, el PAMI y el Banco Nación, que

poseen en sus carteras bonos del Fisco que en algún momento se

deberán afrontar.

Un tema que tal vez quede para el próximo gobierno es la deuda

que reclaman las provincias, como Córdoba y Santa Fe.

Como ocurrió en los 90, bancos y aseguradoras también tienen

bonos del Estado, en buena medida obligados por medidas dispuestas

por la presidenta.

Todo ese paquete de fondos abre interrogantes sobre la

capacidad de financiamiento de un país al que le cerraron el grifo

de créditos desde el exterior desde el default del 2001.

Una de las preguntas que sobrevuela el mercado es qué hará la

presidenta con el mercado cambiario.

Parece estar convencida de que una brecha superior al 60 por

ciento se puede mantener en los dos años que le quedarán de

mandato.

Sin embargo, los especialistas advierten que eso es imposible y

está provocando un daño severo a los fundamentos de la economía.

El propio viceministro de Economía, Axel Kicillof, sería

partidario de un desdoblamiento del mercado cambiario, que

mantenga el dólar oficial para las exportaciones y fije un dólar

alto para rubros como turismo, autos e importaciones de ciertos

bienes, al cual se pueda acceder.

Para la Presidenta sería tragarse un sapo: todo indica que

optará por mantener a flote el barco en aguas turbulentas y

dejarle el iceberg a quien le toque asumir la responsabilidad de

timonear un posible Titanic.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso