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Suplemento Economía Domingo 1 de Julio de 2012

La fotografía que transmite y vende

La fotografía publicitaria cada vez más inmersa en el mundo visual, busca un lugar de persuasión y comunicación permanentes.

Evelin Olivero

Por Evelin Olivero

Dicen que las cosas entran por los ojos en una primera impresión. Creo totalmente en esta afirmación, y además lo siento. Soy de las que observan en detalle cada pieza publicitaria, a veces miro más las publicidades que el contenido de las revistas. Quizás mi formación y mi relación con el arte hacen que cada color, forma y equilibrio (o la falta de él) me llamen la atención.

Igualmente algo es claro, la imagen persuade a todos y a todas. Es indudable que colores fuertes, zapatillas que llegan al límite de lo extraterrestre, miradas penetrantes, rostros bonitos, las líneas de un auto o un buen plato de comida captan repentinamente nuestra atención. De alguna manera, se trata de provocaciones o, quizás, insinuaciones que nos transmiten cosas, nos hablan y, cuando miramos una revista, vemos la tele o caminamos por la calle, nos obligan a detenernos en ellas al menos por un instante.

Cuando ese mensaje se activa en el lector, televidente o internauta entonces el objetivo que se define en una sesión de fotos se habrá alcanzado. La fotografía publicitaria es una búsqueda constante para dar un mensaje. Busca realzar el producto, demostrar la tecnología que tiene, mostrar los resultados con su uso, o simplemente recordar que existe y está entre nuestros principales deseos. La imagen opera en un orden inconsciente como sugiriendo que si compramos un perfume seguramente cautivaremos al chico o a la chica más linda de la fiesta.

Al igual que como ya vimos en el proceso de armado de una campaña publicitaria, la fotografía que va a formar parte de esa comunicación debe ejecutarse mediante los mismos pasos. No hace falta sólo armar los productos, preparar el lugar y llevar todas las herramientas para ejecutar las fotos. Además hay que tener en claro el mensaje, la comunicación, las cualidades del producto, la forma de presentarlos, el mejor ángulo según la utilización posterior de la foto, entre cantidades de variables que no pueden ser pensadas en el momento de la sesión sino que deben estar pautadas, definidas y consolidadas de antemano.

La idea es llegar a la producción con los lineamientos planteados para tomar las fotos deseadas que garanticen el mejor resultado de todo el proceso. Y si surgen inconvenientes que sean los menores a la hora de resolverlos. Si, al contrario, surgen nuevas ideas durante la sesión bienvenidas en esa ejecución.

Una vez que todo está “pensado y analizado”, se inicia el trabajo de producción. Se llama así al armado de las fotos, desde escenografías, pasando por productos, detalles de los mismos, preparación. Es un cronograma de trabajo organizado en el que todas las actividades convergen para formar la toma y sacar la foto.

En simultáneo, el fotógrafo debe avanzar en la preparación del estudio para la sesión: el armado de luces, flashes, espacio, fondos, cámara, memorias, baterías como así también todos los complementos necesarios para reflejar las luces, disminuirlas o potenciarlas según el efecto buscado.

Sin embargo, el proceso no termina con la planificación y la toma de las fotos porque todo sigue con la posproducción. Se trata de los necesarios e imprescindibles retoques de las imágenes capturadas, el programa más famoso para esto es el mágico Photoshop, que no sólo se usa para alcanzar la perfección en las modelos sino también para jerarquizar la presentación de productos.

Someter a la foto al Photoshop no busca corregir errores de los fotógrafos sino lograr un resultado excelente y óptimo para el cliente. Incluso, muchas veces los componentes de un único producto son fotografiados en forma individual y luego montados en una escena en forma digital. De esta manera, cada una de esas partes está enfocada, tiene luces particulares y quedan perfectamente presentadas, mejorando el resultado final. Es como cuando se graba una canción en un estudio: la guitarra, la batería, el bajo, el saxo y la voz suelen registrarse en forma separada y después todo se mezcla.

Cuando se piensa en contratar un servicio para fotografiar un producto, personas que actúan como modelos o una situación no siempre se tienen presentes todos los pasos que se necesitan en el proceso. Dialogando con un fotógrafo dedicado a la publicidad en Rafaela, nos comentó algo similar a lo que se publicó en el artículo sobre diseño, que es un servicio que generalmente no se valora en toda su dimensión y tampoco se cae en la cuenta de que esas fotos representarán muchas veces la imagen de la empresa.

Se observa, a veces, un desconocimiento sobre el trabajo previo y posterior al click de la cámara. Hay una creencia de que todo se reduce a hacer foco en el cuadro y presionar levemente sobre un botoncito. Pero como vemos el proceso representa mucho más que esto. Hay estudio, experiencia, creatividad, capacidad, mucho trabajo y sobre todo conocimiento sobre las asas, la velocidad del obturador, el manejo de la luz y un conjunto de variables.

Ese conocimiento es necesario si la empresa que contrata a un estudio de fotografía profesional busca un buen resultado en sus piezas. El trabajo será mucho más fácil de realizar con buenas imágenes, principalmente cuando deben ser procesadas y adaptadas a distintos diseños. Las fotos suelen ser el primer contacto con el cliente.

Pensemos entonces en alguna publicidad de perfumes, que nos muestran glamour, pasión, seducción. Todo perfectamente cuidado en una puesta en escena en la que el modelo y el producto se complementan y se funden para dar un mensaje. O quizás en un par de zapatillas que rodeado de plateados y colores metalizados representan la tecnología que se utiliza al producirlas y razón suficiente para comprarlas y usarlas.

Todo el trabajo producido en un departamento de comunicación o de marketing termina concentrado en una fotografía, en una imagen que puede ser institucional o publicitaria. De allí la importancia de encarar las cosas con profesionalismo, y como siempre resaltamos, con una planificación que tenga las respuestas a los interrogantes básicos: dónde, cómo y a quién se quiere llegar.

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