Por REDACCION
El camino de ida
A lo largo de la historia, nuestro país se caracterizó por tener una economía volátil e incierta, marcada por una elevada inflación. Este movimiento de precios no fue solo en el nivel general, sino que también implicó cambios hacia el interior del esquema que le imprimieron una inestabilidad constante al set de precios relativos local, generando vaivenes tan bruscos como frecuentes.
Lamentablemente, los últimos años no estuvieron exentos de esta dinámica errática. Por caso, entre 2007 y 2015, los precios de los bienes aventajaron a los de los servicios privados (540% y 470%, respectivamente) y, en ambos casos, ganaron terreno frente a los servicios públicos, que acumularon un alza de “sólo” 280% en el período.
Producto del elevado gasto en subsidios al que conducía esta configuración de precios relativos, el nuevo gobierno se propuso encarar en 2016 un reacomodamiento de precios relativos, virando hacia un esquema que conforme a su concepción sería más sostenible. Veamos cómo le fue.
El segundo camino de ida
Entre 2016 y 2017, las tarifas de Servicios Públicos treparon casi 200%, más que duplicando a la inflación, que acumuló alrededor de 80% en el período. De esta forma, se recompuso, parcialmente, su precio relativo. Sin embargo, el tipo de cambio avanzó menos de 60%, de modo que continuó atrasándose.
Esta dinámica, en conjunto con la apertura comercial y una demanda interna en crecimiento, llevaron al rojo de cuenta corriente a casi 5% del PBI en 2017. En consecuencia, nuestro país necesitaba conseguir financiamiento en dólares por estos montos, algo que ex post no se logró.
Como resultado, el dólar fue el gran ganador de la carrera nominal de 2018 y 2019 (+220% a lo largo del año pasado y hasta septiembre de 2019), lo que achicó, vía encarecimiento de bienes y servicios importados y un ajuste significativo del nivel de actividad, el déficit de cuenta corriente de nuestro país, llevándolo un terreno más sostenible (menos de 2% del PBI).
Por su parte, las tarifas de Servicios Públicos subieron alrededor de 115% en el período quedando rezagadas frente al tipo de cambio. Sin embargo, no sucedió lo mismo con la inflación general, que acumuló 100% en este lapso (los perdedores de estos últimos dos años fueron los salarios, y sus menores presiones permitieron contener los aumentos generales de precios), de modo que ambos componentes se revalorizaron en términos relativos.
Ahora bien, aunque la suba de tarifas superó a la inflación general en el acumulado que va desde enero de 2018 a septiembre de 2019, no pasa lo mismo al separar entre años: mientras que en 2018 el salto fue de 60%, frente a una inflación que rondó el 50%, permitiendo así relajar el gasto en subsidios, en 2019 las mismas quedaron rezagadas frente a sus costos dolarizados, y esta diferencia seguirá incrementándose en los próximos meses ya que las tarifas permanecerán congeladas.
Siguiendo esta dinámica, el gasto en subsidios crecería en los próximos meses. Pero, ¿hasta dónde puede hacerlo, en este contexto de fuentes de financiamiento tan acotadas como escasas? En este sentido, es probable que haya que realizar nuevas correcciones en este frente a principios de 2020. Resultado de toda esta evolución, podemos afirmar dos cosas: el proceso de reacomodamiento de precios relativos no dará respiro al inicio del próximo gobierno y la inflación seguirá elevada (es decir, por encima del 3% mensual) por lo menos, durante el primer trimestre del año que viene.
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