Cuando se formó nuestra querida ciudad de Rafaela, que cumplió un nuevo año este 24 de octubre, debió elegirse una fecha para festejar sus aniversarios y como colonia sin día exacto de fundación, se tomó el año en que comenzaron a concesionarse sus tierras. Y por supuesto la fecha de su santo patrono para los festejos.
San Rafael, que antes del concilio Vaticano II que reordenó el calendario litúrgico, se celebraba el 24 de octubre, fue el elegido. Este es el arcángel de la sanación y la providencia, juega un rol crucial en la vida de Tobías y su familia, brindando guía y protección en momentos de incertidumbre. La figura de San Rafael es símbolo de esperanza, un faro que ilumina en medio de la adversidad. Este relato de fe y superación puede verse como un espejo de la situación actual de muchas familias rafaelinas, del pasado y del presente, quienes buscan alivio y estabilidad en un contexto económico desafiante, tanto en la Rafaela del 1881, como en la actual ciudad con más de 100 mil habitantes.
La historia de Tobías es la de una familia que, enfrentando dificultades económicas y personales, con el amparo de San Rafael, encuentra en la fe una solución providencial. Hoy, en Argentina, esa fe parece haberse trasladado a las calles, donde muchos depositan sus esperanzas en cambios estructurales que alivien la presión de una inflación todavía existente y una economía en constante crisis.
La búsqueda de protección divina se ha transformado en la búsqueda de estabilidad financiera, empleo y bienestar, que en muchos casos parece tan esquiva como la providencia bíblica. Nuestra Rafaela es un microcosmos del país en crisis. Reconocida por su sólida base agroindustrial, la ciudad ha sido históricamente un motor económico regional.
Sin embargo, la realidad económica de Rafaela, como en muchas otras localidades argentinas, ha sufrido el embate de la crisis inflacionaria, los altos costos de vida y la caída del poder adquisitivo. Familias que durante décadas vivieron del trabajo en la agroindustria hoy enfrentan la incertidumbre sobre su futuro económico, donde las pymes industriales son una de las más afectadas en este nuevo sistema económico.
Al igual que la providencia de San Rafael, la economía rafaelina saldrá adelante solo con más trabajo y por supuesto más Fe. Por supuesto que, a Dios rezando y con el mazo dando. No podemos esperar solo una solución divina. Los comercios locales han visto caer sus ventas, mientras que las empresas enfrentan mayores costos operativos, afectando la producción y los niveles de empleo.
En este panorama, debemos implementar estrategias que se adapten a nuestras características locales. Tanto los proveedores locales de servicios, como los comerciantes, o los administradores de las pymes locales, hay varias estrategias que deberíamos intentar implementar para fortalecer el negocio y mejorar la competitividad en este contexto económico difícil.
Por ejemplo, es clave enfocarse en la digitalización de nuestro producto o servicio, también optimizar costos y diversificar la oferta. Tener una presencia en línea mediante redes sociales o una tienda digital, junto con la adopción de herramientas tecnológicas, lleva a aumentar la visibilidad y atraer a más clientes. También es importante fortalecer la fidelización de clientes a través de promociones y alianzas con otros comercios, y buscar oportunidades de capacitación continua para mejorar la gestión y el marketing del negocio.
A su vez, optimizar costos operativos y explorar opciones de financiamiento puede proporcionar liquidez para crecer o resistir en tiempos difíciles. Participar en ferias locales o eventos comerciales permite generar nuevas relaciones y llegar a más consumidores.
Todo lo que podamos hacer será un granito más para el “mazo dando”, para que San Rafael nos siga acompañando, a Dios Rezando y con el mazo dando.
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