Por José Calero
El
paro más fuerte realizado durante gobiernos kirchneristas desnudó
tensiones económicas y políticas, ya adelantadas por encuestas
previas con niveles altos de insatisfacción ante la situación
social, en medio de la devaluación, el alza de precios y la
inseguridad.
Si bien la huelga impulsada por Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y
Pablo Micheli, entre otros, se hizo fuerte por la adhesión del
transporte, sondeos de opinión pública venían alertando sobre la
incertidumbre económica en la que van cayendo vastos sectores de
la población, lo cual hace crecer la protesta.
Casi el 70% de los consultados debió reducir su nivel de
consumo a raíz de la devaluación y la inflación, según un
relevamiento de la consultora OPSM.
Y lo más serio es que las principales caídas no se produjeron
en bienes suntuarios, que ya habían empezado su declive mucho
antes, sino en alimentos y bebidas, rubros clave de la canasta que
vienen aumentando con fuerza a pesar de los voluntaristas
esfuerzos del secretario de Comercio, Augusto Costa.
El trabajo también verificó recortes en salidas a restaurantes,
compra de vestimenta y entretenimientos, a lo cual la presidenta
Cristina Fernández salió al cruce en su última cadena nacional.
"No todo está tan mal", dijo la mandataria, y pidió mirar cómo
"los restaurantes están llenos" de gente.
No es la mirada que devuelve cualquier recorrida por ese tipo
de establecimientos, donde se suelen ver mozos mirándose unos a
otros, ni tampoco la que se ve en las calles con un consumo típico
de clase media, el de los taxis, a los que se ven a diario
circulando vacíos por las principales arterias.
El estudio de OPSM explica que la gente recorta ciertos gastos
para priorizar otros clave, como cobertura médica, educación
privada y combustibles, pero el problema es que estos figuran
entre los que más aumentan, y entonces se hace todo cuesta arriba.
A partir de abril, la quita de subsidios dejará un tarifazo que
llegaría hasta el 500 por ciento en la de gas, mientras que
también aumentará la de agua.
A mediados de año, tal vez después del mundial de Brasil, el
equipo económico anunciaría una quita de subsidios a tarifas
eléctricas, que replicaría lo realizado con las de gas.
UN MINISTRO EN
SU LABERINTO
Circula en los pasillos del poder una versión de que la
presidenta tiene altas expectativas sobre Axel Kicillof, el
ministro de Economía que por estos días defendió ante la Asamblea
del FMI el plan argentino y está confiado en recuperar el crédito
internacional si finalmente se cierra con el Club de París.
Incluso, la imagen de Kicillof habría sido empezada a sondear,
y obtenido un aceptable nivel de conocimiento entre la ciudadanía.
El problema, por ahora, es que la gente sabe quién es, pero lo
quiere poco.
El relevamiento de OPSM arrojó que el 64% de los encuestados
desaprueba la política económica.
Los puntos más atacados por la opinión pública son la
inflación, la devaluación y el programa de "Precios Cuidados", al
que el 54% considera poco útil para afrontar la inflación.
El mal humor de la gente también está vinculado con la
incapacidad de ahorro: 66,3% admitió haberla perdido hace rato, lo
cual genera angustia ante lo que vendrá.
Otro sondeo, esta vez de la Universidad Católica y TNS-Gallup,
arroja que el 57,1% de los argentinos consultado cree que la
situación económica es "mala" y, más grave aún, empeorará.
El mal humor evidenciado en el masivo paro del 10 de abril
tiene correlato, además, con otro tema: el 62% de los consultados
ya admite que no le alcanza para vivir, ante un escenario donde
todo sube.
Desde octubre de 2011, el sector más dinámico de la economía,
la actividad inmobiliaria, entró en una pendiente acelerada que
sólo alcanzó su piso dos años y medio después.
El sector automotriz parece seguirle ahora, con una caída del
30 por ciento en sus niveles de producción.
"El mercado está parado", dijo un alto directivo de las
concesionarias de autos.
El escenario refleja que este año la Argentina no tendrá
crecimiento económico y hasta podría retroceder 1,5%, según las
proyecciones de la consultora Elipsys.
Mañana se conocerá otro dato sobre la economía real muy
sensible para reflejar lo que está ocurriendo con el consumo: la
venta de autos usados cayó 15% en marzo.
Con tasas de interés por las nubes para frenar el dólar y la
gente impedida de acceder a un crédito hipotecario porque no hay
sueldo que alcance para tomarlos ante el valor de las propiedades,
el panorama pinta algo más complicado de lo que parece creer un
gobierno que sólo apuesta a que el tiempo pase y poder llegar a
fines del 2015 con los menores sobresaltos posibles.
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