Por José Calero
Los
cálculos del Gobierno indicaban que a esta altura del año la
reanimación del consumo sería un hecho y el humor social ya
habría comenzado a mejorar, en línea con las necesidades
electorales.
Pero con este vaticinio ocurrió lo mismo que con el famoso
"segundo semestre": nunca llegó.
Desde que asumió, el Gobierno se enredó en una sucesiva ronda
de promesas y generó expectativas superiores a las concretadas,
por no entender una regla de oro: si el crecimiento no llega al
bolsillo, sirve de poco y nada.
En lugar de salir a explicar el desquicio económico heredado
por Cristina Fernández tras casi ocho años de errores, Mauricio
Macri le perdonó la vida y creyó que con el nuevo rumbo alcanzaría
para lograr el apoyo a sus políticas.
Recién ahora que el kirchnerismo intenta el retorno a partir
de la candidatura a senadora de la ex presidenta en la provincia
de Buenos Aires, el gobierno se acordó de la herencia: tal vez sea
tarde.
Se le hace cada vez más difícil a Cambiemos pedirle paciencia a
las empobrecidas barriadas bonaerenses, cuando el Gobierno
favoreció de entrada a sectores como el campo y la minería,
profundizó el endeudamiento y aplicó un fuerte ajuste sobre los
sectores medios.
Los tarifazos dejaron exhaustos los bolsillos -sobre todo por
las alzas del gas y el agua- e inundaron de una precaución extrema
a los hogares que aún mantienen margen de ahorro.
La suba de tarifas y la apertura de las importaciones, sumada a
la perdida de poder adquisitivo, representó un golpe demoledor
para las pymes, animadoras del consumo por su capacidad de
movilizar la economía.
El Gobierno también puso en alerta a los sectores medios,
autorizando aumentos en las cuotas de las prepagas que están
dejando afuera a miles de socios.
Un dato duro: la principal prepaga del país estaría atravesando
un éxodo de asociados como no se veía desde el 2001, y algunas
fuentes del mercado de la salud aseguran que la pérdida de
afiliados es aún mayor que la sufrida sobre el final del gobierno
de Fernando de la Rúa.
Por primera vez, esa prepaga estaría teniendo muchas más bajas
que altas, lo cual refleja que la gente opta por cambiar de
prestadora porque no puede hacer frente a los aumentos en la
cuotas.
El alza en los combustibles y la apertura de un debate sobre la
edad jubilatoria suman malas noticias para un sector de la
población que todavía tiene capacidad de ahorro.
La microeconomía, tal vez subestimada por los especialistas y
los gurúes de las finanzas, juega un rol clave para la obtención
de consensos políticos.
Quiere decir que por más que el Producto Bruto haya empezado a
remontar, la utilización del asfalto sea récord o la construcción
empiece a alcanzar la cresta de la ola, si los habitantes del
conurbano profundo no pueden llevar el pan a la mesa, o comprarle
la leche a los chicos, cualquier estrategia quedará desbaratada.
Cuánto tardará en notarse en el consumo la reactivación
mostrada por sectores clave como la construcción, el mercado
automotriz y el rubro inmobiliario, es la pregunta que urge al
Gobierno nacional ante la inminencia de las elecciones
legislativas.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, había afirmado que el
consumo se reactivaría a partir de mayo o junio del 2017, una vez
que se cerraran las paritarias.
Incluso, arriesgó que este año la mejora del poder adquisitivo
le ganará por "goleada" a la inflación.
Por ahora se está lejos de cumplir esos pronósticos, y encima
el gobierno parece sabotearse, con ejemplos concretos:
- Hizo un gran esfuerzo para lanzar, por primera vez en más de
una década los créditos hipotecarios en pesos a 30 años, y cuando
lo logró, dejó escapar el dólar de modo tal que lo que sería una
buena noticia se convertiría en un dolor de cabeza para los
tomadores de préstamos a quienes se le cambiaba una variable
clave en el rubro inmobiliario.
- Le dio un golpe demoledor a un elemento clave para mantener
niveles aceptables de consumo, como el Ahora 12, por creer que
alentando las ventas al contado los precios bajarían. Debió
rebobinar sobre la marcha, pero el daño ya estaba hecho.
Algo de razón deben tener los opositores que acusan a algunos
funcionarios de tener "poca calle", mantenerse alejados de la
realidad y desconocer las raíces del "ser nacional".
Este desconocimiento sobre aspectos clave del funcionamiento de
la economía argentina tiene consecuencias en la pérdida de
adhesiones que, según las encuestas, Cambiemos experimenta en el
conurbano y los cordones industriales en los que la metalurgia, el
calzado y el rubro textil siguen sin salir de una fenomenal caída
de ventas.
Dujovne, admite que el consumo viene "más lento de lo que nos
gustaría", pero promete que se acelerará en los próximos meses.
Tal vez por eso, una estrategia secreta recorre los pasillos de
la Casa Rosada, y empezó a ser transmitida entre los principales
referentes del empresariado, preocupados por la posibilidad de un
retorno del populismo estatista del kirchnerismo.
En reuniones reservadas, Marcos Peña, el poderoso jefe de
Gabinete, le habría dicho a las principales corporaciones
empresariales que las legislativas de este año se definirán en
octubre, cuando la economía ya esté operando en crecimiento,
también del consumo.
En lenguaje electoral, querría decir que aunque Cristina venza
en las PASO en primera vuelta, el Gobierno espera revertir ese
resultado adverso el 22 de octubre próximo, cuando se realice el
comicio decisivo que marcará la nueva composición del Congreso.
El tiempo dirá si ese pronóstico se concreta.
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