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Suplemento Economía Domingo 16 de Septiembre de 2012

Fronteras sí pero barreras no

Integrar implica un desafío. Establecer mecanismos de cooperación requiere un compromiso y esfuerzo consistente. Hoy día ya no son los países los únicos que pueden trabajar en torno a proyectos en común, sino que los propios municipios pueden avanzar en acuerdos de complementación.

María Julia Grimaldi

Por María Julia Grimaldi

Históricamente, desde la época de los virreinatos y posteriormente con la conformación de los estados nacionales, las fronteras fueron elementos importantísimos para hacer valer el poder y la soberanía de las diferentes organizaciones políticas. Estos elementos políticos y geográficos fueron motivo de las eternas luchas por la independencia, con un sentido de defensa, de barrera armada y zona conflictiva que era necesario preservar, fueron escenarios de enfrentamientos por poderío económico en lo que se refiere al aprovechamiento de los recursos naturales y los espacios físicos.

Este pasado nos determina generalmente una imagen presente de las zonas fronterizas como territorios de conflictos, de intercambios, muchas veces son zonas desreguladas u olvidadas. Pero, al mismo tiempo que existe cierta zona gris con un grado de indefinición o discordancia se da una continuidad por el mismo espacio compartido, la misma tierra, el mismo río, el mismo clima.

Sobre esta realidad surge una amplia gama de interacciones, dificultades, oportunidades, potencialidades, desacuerdos que aparecen espontáneamente y hacen que todo este territorio y los actores comprendidos intenten o tiendan a desarrollar un comportamiento de región. El cóctel geográfico que resulta de las zonas transfronterizas representa una oportunidad y ciertas regiones desde hace largo tiempo pudieron conseguir un desarrollo armónico, sustentable, un área de paz, una obra infraestructural de gran envergadura, una protección o lo misma creación de un bien público regional a raíz de la implementación de mecanismos de cooperación.

La misión de todos los proyectos mencionados fue lograr la integración y cohesión de las realidades de fronteras ya que claramente son espacios de condensación de relaciones entre los estados, las organizaciones y los ciudadanos respectivos.

Claro está que las relaciones de frontera pueden tener diferentes formas y perfiles en función del grado de permeabilidad de los límites fronterizos, del peso de la política nacional e internacional, los acuerdos interestatales e interjurisdiccionales y las iniciativas regionales que apoyen, promuevan o bien limiten la cooperación y la integración fronteriza. Se dice que lo que ocurre en la frontera es el reflejo de la relación entre los países que la conforman.

Cada escenario fronterizo es único por naturaleza como únicas son las fronteras que lo conforman, sin desmedro de ello suele ser posible identificar una serie de características que dan lugar a la construcción de una tipología de actuación para el espacio o territorio fronterizo. A modo de ejemplo puede mencionarse la formulación de proyectos para ciudades gemelas o la constitución de un ente que administre algún recurso natural, entre otros.

Esta exploración en conjunto y articulación de iniciativas va de la mano con el nuevo paradigma teórico de la cooperación internacional que conlleva a una idea más realista de las relaciones internacionales donde los países pueden ser a la vez receptores y donantes de la ayuda, especialmente en lo que respecta a capacidades técnicas y proyectos comunes.

Este tipo de relaciones ya no se dan en el marco de los poderes nacionales sino que recaen en actores más pequeños como los municipios, que si bien a veces sus capacidades son frágiles o limitadas pueden encontrar en la interacción un camino de prosperidad y crecimiento. Esta es una oportunidad de desarrollo de los actores subnacionales que, producto de la descentralización y aumento de su autonomía, hoy pueden operar en ámbitos que exceden los límites nacionales.


ACTIVIDADES

COMPARTIDAS

Si pusiéramos la lupa en las actividades que se ejecutan a través de las fronteras veríamos que son variadas y densas. Por naturaleza, cercanía y similitudes este lugar tiene un movimiento continuo con actores que traccionan el desarrollo y atraviesan la línea imaginaria para desenvolverse en sus tareas cotidianas. Si tendríamos que formular una agenda social para estos espacios los asuntos de seguridad pública como ser la trata de personas, la violencia, el contrabando, los indocumentados, estarían en primera plana.

También la temática de la salud, la educación y la cultura. Me detengo en este último ítem porque creo que junto con el abanico de temas medioambientales estos son prioritarios y transversales al momento de planificar cualquier idea de desarrollo para estas regiones. En primer lugar la cultura como condición de desarrollo, esto es, no como consecuencia del desarrollo, no como producto surgido porque un grupo pujante demanda cierta oferta cultural. La cultura entendida como identidad de un pueblo, como creación colectiva, un hacer compartido. Es muy común que pueblos a ambos lados de las fronteras compartan tradiciones del tipo musicales, artesanales, alimenticias, textiles, etc.

Ahora bien que exista cierta armonía cultural y cercanía social contribuye a que las poblaciones se vinculen en un ámbito pacífico y sin tensiones en el que las reglas que imperan son los valores y las normas informales compartidas, podría decirse que existe una auto organización de las poblaciones. En estas circunstancias se facilita la gobernanza que, para definirla de forma sencilla, puede explicarse como el proceso de toma de decisiones y el proceso por el que estas decisiones son implementadas, o no. Es crucial para que todos los sucesos y procesos tanto formales como informales tengan éxito que exista un consenso entre los actores, claridad en la toma de decisiones, procedimientos e implementación coordinada de lo planificado.

Son muchos los factores que inciden al momento de manejar un espacio compartido. En el afán de focalizar la importancia de un marco que sustente y consolide lo común, lo binacional, lo que pertenece a unos y a los otros y que lo que debe preservarse entre todos porque de otra manera dispersaría problemas para ambos lados, sintetizo algunas categorías a considerar: la política, la legislación, la burocracia y las instituciones, un código de información, el nivel de tecnologías, entre otras.


EL DESAFIO 

DEL MERCOSUR

El desafío de la cooperación es complejo pero cuando se logra establecer este vínculo los efectos del crecimiento y el desarrollo se derraman a diferentes ámbitos. Se generan redes translocales que perduran y pueden ampliarse para encarar determinados proyectos comunes de carácter sostenibles. El tejido de personas, instituciones, empresas, universidades, institutos de ciencia y tecnología, las organizaciones de la sociedad civil, las comisiones técnicas, los grupos sociales informales, adquieren cierto dinamismo, fortaleza, y niveles de confianza que va más allá de las tensiones políticas que pueden presentarse entre las naciones involucradas.

Esta consistencia y perdurabilidad es como la tierra fértil para la siembra. Si la idea es buena esta red se encargará de tomarla, promoverla, coordinar las acciones y direccionar los esfuerzos en el sentido que desemboque en beneficios comunes. Si a esto le sumamos una plataforma supranacional flexible, capaz de conciliar intereses nacionales, y que además cuenta con cierto reconocimiento por parte de la ciudadanía es muy probable que se alcance el éxito.

Si nos enfocamos en las fronteras de nuestro país debemos considerar que cuatro de sus cinco fronteras se encuentran bajo la órbita del Tratado de Asunción firmado en el año 1991 que dio origen al MERCOSUR. Este es un esquema de integración que fijó, en primera instancia, un programa de liberación comercial con desgravaciones progresivas, lineales y automáticas con el fin de perfeccionar la zona de libre comercio, luego alcanzar la unión aduanera y la armonización de políticas macroeconómicas.

Podríamos decir que a pesar del decaimiento que hoy día sufre este bloque como tal debido a la falta de compromiso con las medidas acordadas por parte de los actores fundamentales, aun sirve de marco tanto geográfico como político. Dicho marco solo puede ser útil en la medida que se le de contenido y se materialicen las acciones dentro del mismo. Temas interesantes y cuestionados a causa de actitudes intransigentes de los gobiernos, especialmente referidas a medidas de comercio exterior, están ridiculizando un MERCOSUR que podría estar más atento a las cuestiones básicas o fundamentales como, por ejemplo, las dificultades diarias con las que deben lidiar las poblaciones que lindan con otras naciones.

Hacia adentro, el MERCOSUR está presente en la memoria colectiva de los pueblos. Podríamos reflotar el sueño de una integración sudamericana y al tiempo anclar las herramientas de la cooperación internacional, ya sea cooperación centralizada a través de organismos internacionales o directamente entre estados nacionales, y descentralizada a través de organizaciones de la sociedad civil, poderes subnacionales como provincias, grandes ciudades, pequeñas localidades, municipios transfronterizos. Ambas formas de convivir en el mundo: integrados y cooperando, deben retroalimentarse y sostenerse, justificarse y legitimarse mutuamente.

En palabras de Fernández Majón, la cooperación transfronteriza ofrece a las regiones y a los municipios colindantes la alternativa de “acercar cada sector territorial de los pueblos segmentados geopolíticamente; posibilita a estos pueblos, en parte, a paliar los efectos de la división artificial que han sufrido así como a potenciar las redes de diversa índole”.

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