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Suplemento Economía Domingo 12 de Mayo de 2013

Erradicar el imaginario de una devaluación

Es el objetivo de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien por primeva vez descartó que piense devaluar a pesar de la presión del dólar blue.

José Calero

Por José Calero

El

gobierno en pleno buscó esta semana erradicar la idea de cualquier

posibilidad de devaluación y apuesta a que el blanqueo de

capitales permita descomprimir una plaza cambiaria que se complicó

más de lo esperado, mientras persiste la sequía de dólares para la

inversión.


La presidenta Cristina Fernández buscó enviar una señal

contundente y definitiva a los operadores económicos y a la

población en general, de que por más presiones que reciba, no

depreciará la moneda.

"No voy a devaluar", enfatizó la jefa de Estado, quien por

primera vez aludió a fondo a un tema tan sensible para la historia

económica argentina.

La jefa de Estado comprendió a su vez que su gobierno había

subestimado el problema que representa para la economía la

imprevisibilidad generada por la depreciación permanente del peso.

Pero nunca admitirá que el mayor error parece haber sido

aceptar la idea de aplicar el cepo cambiario, la inédita

prohibición de adquirir moneda extranjera, que derivó en

un descalabro económico aún en sectores que venían funcionando

bien, como la construcción.

También sabe que el dólar está retrasado y que es una de las

razones -no la única-, de que la economía haya perdido

competitividad en un mundo que "se cayó a pedazos".


Pero el problema de la competitividad de las empresas locales

confía resolverlo con mayores subsidios y políticas activas, y no

por la vía de una devaluación ortodoxa que destrozaría salarios ya

de por sí atrasados respecto de la inflación y no haría sino

aumentar los 10 millones de pobres que, según el Barómetro de la

UCA, hay en la Argentina.

"Los que quieran ganar plata con una devaluación van a tener

que esperar otro Gobierno, no con nosotros", dijo la jefa de

Estado, que también por primera vez aludió a la posible herencia

que dejaría su gestión.

Cristina confía en que los ingresos por exportaciones de soja y

los 5.000 millones de dólares que el gobierno espera ingresen al

blanqueo de capitales permitirán descomprimir la tensión en el

mercado cambiario.


Al menos así se lo prometieron el viceministro de Economía,

Axel Kicillof, y el secretario de Comercio Interior, Guillermo

Moreno.

Ambos funcionarios se mostraron juntos en esta minicrisis,

pero tendrían diferencias sobre lo que se debe hacer con la

economía, que van desde lo ideológico -Kicillof viene de la

izquierda y Moreno de la derecha peronista- hasta lo instrumental.

Moreno cree que el problema del dólar paralelo se podría haber

solucionado de entrada si el Banco Central utilizaba parte de las

reservas para torcerle el brazo al mercado en forma rápida.

Kicillof parece convencido de que la historia de especulación

en la Argentina dejó una huella mucho más profunda de lo que se

cree sobre la forma en que los argentinos deciden protegerse de la

inflación en momentos de desconfianza, pero era más partidario de

un desdoblamiento cambiario.

Ninguno de los dos hombres clave de la economía supo aplicar un

plan que permitiese contener un costo de vida que se disparó el 25

por ciento anual en los últimos cuatro años y se convirtió en la

verdadera raíz del problema que complica a las bases de la

economía por estos días.

Cristina escucha a sus principales asesores en materia

económica y luego decide en la soledad de Olivos.

Parece decidida a cualquier medida antes que devaluar: "Está

visto cómo quedaron los Gobiernos que cayeron en las recetas

devaluacionistas", enfatizó, y la razón la asiste.


Pero de la inflación y el cepo cambiario prefiere no hablar, a

pesar de que constituyen pecados originales de un modelo que tarde

o temprano habrá que afrontar.

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