Por José Calero
Las
elecciones difícilmente modifiquen el escenario económico de los
próximos dos años, por lo que empresarios y sindicalistas
comienzan a pensar en la herencia que dejará este gobierno en 2015
y cómo se encarará la resolución de los principales desafíos del
modelo, con la inflación a la cabeza.
Esa es la principal conclusión a la que arriban analistas que
siguen el día a día de la economía y asesoran a grandes grupos
económicos y financieros con visión de mediano plazo.
Para ellos, los factores clave a monitorear no pasan por el
resultado de estos comicios de medio término, sino con cómo
evoluciona el precio de la soja, la demanda asiática de
commodities, el cada vez más desordenado comportamiento cambiario,
el empleo, la importación de energía y el clima para atraer las
inversiones que necesita el país.
Estas claves, sumadas a la dificultad mostrada hasta aquí por
el gobierno de Cristina Fernández para contener el alza de
precios, constituyen el cóctel de variables que los principales
gurúes de la city porteña enuncian cuando se los consulta sobre el
día después de las elecciones del 27 de octubre.
Tras las primarias de este domingo, quedará definido el mapa de
competidores con vistas a las elecciones cuya principal novedad
será develar si el gobierno continuará teniendo mayoría en el
Congreso en los dos últimos años que le quedan de mandato, pero
que no parecen capaces de modificar el rumbo económico.
Sin posibilidad de reelección, al cristinismo tampoco le
quedarían demasiados conejos en la galera de medidas destinadas a
evitar una crisis de mayor envergadura ante una economía que
continúa siendo "soja-dependiente" y donde se continúa manteniendo
con respirador artificial a millones de ciudadanos que quedaron
fuera del sistema, vía planes sociales.
Se estima que 10 millones de personas aún continúan en la
pobreza en el país, lo cual representa un 25 por ciento de la
población, aunque las cifras del INDEC arrojen cuatro veces menos
porque subestiman la canasta básica total, es decir, cuánto cuesta
vivir en el país.
Si se toma como válido el dato de pobreza del Barómetro Social
de la UCA, emerge el interrogante sobre cuáles fueron las razones
para que una economía que creció a lo largo de 10 años mantenga
semejante deterioro social.
A pesar de este escenario desafiante, el alza de salarios (24%)
y jubilaciones (31,8%) contribuyen para sostener el consumo, pero
en buena medida porque la gente se apura a gastar los pesos harta
de que la inflación deteriore el poder adquisitivo.
Los bancos tomaron nota de esta realidad y por eso están
ofreciendo tasas del 20 por ciento para colocaciones a plazo fijo,
que explicaron el crecimiento de 10.000 millones de pesos que
tuvieron estas colocaciones el mes pasado.
A esto se suma que dos variables clave que ayudaron en la
primera mitad del año comenzaron a mostrar indicios de fatiga: la
soja cayó U$S 100 en poco más de un mes. Cotiza a U$S 490 y podría
caer a U$S 430 en la próxima cosecha.
El impacto sobre el ingreso de dólares podría herir aún más las
reservas del Banco Central: está a punto de perforar el piso de los
U$S 37.000 millones, porque representaría unos U$S 5.000 millones
menos, y también se agrandaría el déficit fiscal.
El rojo fiscal superó los 16.000 millones de pesos en el
primer semestre del año, como consecuencia del aumento de gastos
en tiempos electorales, y casi duplicó el rojo del mismo período
del 2012.
El otro semáforo amarillo está dado por Brasil, que viene
devaluando a un ritmo mayor que la Argentina y así le quita
competitividad a las industrias locales.
Esto puede impactar sobre la demanda automotriz, el sector más
dinámico en la primera mitad del 2013.
Para compensar el ingreso de dólares inferior al previsto y
poder financiar la importación de combustibles por unos 12.000
millones de dólares anuales, el gobierno lanzó el blanqueo de
capitales.
Lo hizo a través de dos bonos: el CEDIN parece ir camino a un
fracaso estrepitoso, ya que apenas acumuló 15 millones de dólares
cuando ya se está por cumplir la mitad del plazo previsto, y la
expectativa inicial era sumar 4.000 millones y luego se la bajó a
2.000 millones.
Las miradas de la Casa Rosada están puestas ahora en el otro
bono del blanqueo, el BAADE, destinado al desarrollo y la
inversión productiva.
Es tal la desesperación para que este segundo bono no fracase
que el gobierno buscaría convertirlo en una especie de "aporte
patriótico" por parte de las empresas.
Con ese objetivo, desde la Secretaría de Comercio Interior le
estarían exigiendo a las 100 compañías que más facturan en el país
destinar el 2 por ciento de sus ventas a este título.
Hay sectores, como el financiero, que ganaron mucho dinero con
las políticas del kirchnerismo en estos 10 años y podrían hacer la
contribución requerida.
Pero a otros no les está yendo tan bien, están hartos de las
presiones, y consideran que el gobierno ya se inmiscuyó más que lo
debido en sus negocios.
¿Se animarán a decirlo en voz alta después de octubre?
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