Por Guillermo Briggiler
El fin no justifica los medios. Argentina está quebrada, desde hace 15 años que no crece, consume reservas, no recibe inversión externa y expulsa el producido de los argentinos al exterior. En otras palabras, cada vez que un argentino logra hacerse de algún dinero, de manera casi inmediata lo convierte en dólares, moneda que no queda en el sistema financiero local, sino que va a parar al colchón o a la caja de seguridad o a un banco en el exterior, dependiendo de la capacidad del inversor (básicamente porque no tiene confianza ni en la moneda, ni en el país: no hay secretos, las razones hay que buscarla en la historia). Siendo este mecanismo lo que entendemos como fuga de divisas. El negocio para el dinero ocioso es pésimo, pierde al menos el 5% en dólares al año, es decir en 10 años el poder de compra de los dólares atesorados baja a la mitad. Si es malo para el inversor, es malísimo para el país que desperdicia el producido de sus ciudadanos, su materia gris, su fuerza productiva, su ingenio.
Por otro lado, se siguen creando pseudo derechos que benefician a algunos y perjudican a otros, y en muchos casos incluso se vuelven contra el mismo beneficiado. Un ejemplo de esto es, todos los beneficiarios de la baja del impuesto a las ganancias, los beneficiarios de la devolución del IVA y los del Ingreso Familiar de Emergencia, IFE, reciben dinero del Estado que no tienen contrapartida en su origen (la ley de presupuesto no contempla estos gastos y tampoco se prevé el recurso para cubrirlo). Al no tener como financiar estos egresos, ni reservas, ni a quien pedir prestado fondos, lisa y llanamente se emite dinero para pagarlos. La teoría económica no da lugar a dudas y establece que estos tipos de emisiones generan inflación y esta pérdida del poder adquisitivo de la moneda repercutirá en el poder compra de los supuestos beneficiarios originales, perjudicándose en lugar de beneficiarse.
Dicho mecanismo es tremendamente perverso, porque le da recursos a quien imperiosamente necesita ayuda económica y le indica explícitamente quien se la dio, buscando un beneficio electoral, y luego, por la espalda, se lo quita con la pérdida del valor de la prestación que le entrega, al emitir espuriamente, por no haber sido capaz de generar los recursos necesarios para cubrirlo. Solo faltaría que los billetes vengan con la cara del ministro impresa en ellos. Aunque no sería de extrañar que en el futuro tomen esta idea. Pero el fin no justifica los medios, si alguien quiere ser presidente no puede excusarse en que la población necesita una ayuda económica para repartir dinero y pedir el voto.
No hay soluciones mágicas, el camino es el fomento de la inversión, un argumento para mostrarle a la población ya lo dimos uno en el primer párrafo, la moneda extranjera atesorada pierde poder de compra por el mero transcurso del tiempo, además del costo de oportunidad de no invertirlo. Mientras que cuando el dinero atesorado vuelve al sistema, se deposita en el sistema financiero, este debe salir a prestarlo por lo que aparece el crédito. Como se venden dólares a cambio de pesos, mejora el tipo de cambio, también al aumentar la demanda de la moneda local por lo que baja la inflación y el BCRA se capitaliza. Los nuevos emprendimientos necesitan empleados, aumenta la recaudación impositiva por los nuevos consumidores, baja el gasto social de quienes ahora tienen trabajo y con ello baja del déficit del sector público. En definitiva, un círculo virtuoso.
Por tanto, es necesario abandonar el populismo por el modelo del trabajo que hizo grande a nuestra patria y a nuestra Rafaela en particular. Conjuntamente debemos transitar un camino donde se beneficie a quien desee trabajar más, en lugar de discutir reducción de la jornada laboral como se intenta hacer en el Congreso para disminuir el desempleo. Lo que coincidiría con decir que el vaso medio lleno de no tener recursos para comprar alimentos es bueno porque se baja de peso. Legisladores ridículos y muy poco formados.
En cualquier lugar del mundo un ministro de Economía con una inflación de tres dígitos y una pobreza que raya la mitad de la población, entre otros guarismos negativos, debería salir a la calle con un paragua que le tape la cara, tal cual lo hizo la cuestionada Taylor Swift al arribar al país. También debería haber renunciado. Pero en Argentina, las cosas están tan cubanizadas que con total desparpajo se presenta como candidato a presidente.
Taylor, ahorrale la vergüenza al ministro candidato y prestale el paraguas al ministro.
#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler
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