Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Suplemento Economía Domingo 31 de Agosto de 2014

El Gobierno admite la crisis pero busca culpables afuera

CADA VEZ MAS DOLORES DE CABEZA

José Calero

Por José Calero

El

gobierno decidió empezar a blanquear, aunque en dosis graduales,

el difícil escenario económico, pero buscando culpables ajenos,

para tratar de atenuar el costo político de una recesión ya

imposible de disimular.

La estrategia debe haber sido discutida entre la presidencia

Cristina Fernández y su ministro de Economía, Axel Kicillof.

De otra forma no se explica que el funcionario haya blanqueado

la compleja coyuntura argentina ante los principales hombres de

negocios que participaron del concurrido encuentro realizado en

conjunto por la Cámara Argentina de Comercio y el Consejo de las

Américas.

Ante ese foro de empresarios ávidos por recibir señales del

hombre que maneja la economía, y de quien depende buena parte del

futuro de sus negocios, Kicillof reconoció que el país está en

crisis, pero aclaró que esa difícil coyuntura es "mundial".


"Nosotros estamos haciendo las cosas bien, es el mundo el que

está mal", pareció decir el ministro, cuya crudeza sorprendió por

momentos a los dueños de empresas.

El mayor cimbronazo se produjo cuando el jefe de la Economía

admitió que el mundo dejó de comprarle productos a la Argentina y

sostuvo que ante esa coyuntura adversa es "poco lo que se puede

hacer".


Dio la sensación de que el ministro se arrepentía casi en el

mismo momento en que pronunciaba esas palabras, pero ya estaban

dichas, y entonces avanzó tratando de explicar que las "políticas

activas" aplicadas en el país permitirán atenuar el impacto en

momentos en que el mundo le da la espalda a la Argentina.


A esta altura se puede sostener que al ministro le toca

enfrentar el fin de un ciclo de crecimiento a "tasas chinas" que

duró casi diez años, pero que ahora entra en un período de declive

que durará más o menos según el comportamiento de un sinnúmero de

variables.


El hecho de que Brasil, séptima economía mundial y principal

socio comercial de la Argentina, haya ingresado en recesión, es

una mala noticia que se suma a la larga cadena de sinsabores que

ha debido enfrentar el equipo económico encabezado por Kicillof.


Con la Argentina en recesión plena, combinada con alta

inflación y tensiones entre el Palacio de Hacienda y el Banco

Central sobre el manejo de la cuestión cambiaria y las tasas de

interés, se abre un escenario de múltiples interrogantes.

La industria y la construcción son el reflejo de los problemas

que afectan al país y que se traducen en síntomas de agotamiento

de un modelo basado en un aliento artificial del mercado interno.


La caída del empleo es una de las consecuencias de mayor

impacto de este escenario adverso con el que deberá convivir

Cristina en su etapa final de gobierno.

La presidenta parece decidida a quemar las naves antes que a

dar un giro al "modelo productivo de inclusión social", emitiendo

toda la moneda que haga falta para mantener con respirador

artificial un consumo que parece cada vez más golpeado.


Mientras tanto, Kicillof seguirá argumentando que el país se

enfrenta a una "crisis mundial".

"No hay demanda a nivel mundial y la Argentina ha sufrido ese

problema, y cuando la demanda externa no ayuda no hay política

activa que se pueda aplicar", se sinceró el funcionario ante el

mundo empresarial.


La caída en los precios de la soja y el derrumbe de la demanda

automotriz desde Brasil desnudó como nunca las consecuencias de un

viento de cola que sopla cada vez con menos fuerza.

La Argentina disfrutó al menos hasta el 2011 las ventajas de

los niveles récords de los commodities y del boom industrial

liderado por las automotrices.


Pero queda la sensación de que el país no supo aprovechar a

pleno ese auge, al no crear, por ejemplo, un fondo anticíclico

capaz de ayudar en este momento complejo.

El panorama que se avizora tampoco es alentador: Kicillof está

seguro de se avecina una suba de tasas en los Estados Unidos y

Europa que aspirará capitales y complicará aún más a las economías

emergentes.


Frente a esa posibilidad, le sigue aconsejando a la presidenta

avanzar hacia una rebaja en el costo del financiamiento que

permita nutrir de fondos a una industria en crisis y sin llegada

de capitales del exterior.

Enfrente, el jefe del BCRA, Juan Carlos Fábrega, advierte sobre

las consecuencias negativas de esa medida, porque pueden empujar

aún más la presión sobre el dólar.


En esa disputa también se define el nuevo escenario de una

Argentina con pronóstico reservado.

"Puede haber viento de cola o de punta, lo que importa es el

piloto, porque cuando hay viento de cola uno también puede ser un

barrilete", dijo Kicillof.

El riesgo es que esas palabras se terminen convirtiendo, como

también sostuvo el funcionario, en una "profecía autocumplida", y

el barrilete deje de colear.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso