Por Redacción
La mayor parte de los argentinos prefiere guardar sus ahorros en el colchón antes que depositarlos en un banco. Y si decide invertir, opta por los inmuebles antes que por los dólares. No hay suficiente confianza en que los montos jubilatorios serán suficientes para cumplir su función y muchos consideran importante tener un seguro de vida, pero no lo tienen.
Los datos resultan de un relevamiento realizado por Ipsos, la consultora que encabeza Manuel Mora y Araujo, para la compañía privada de inversiones Hope Funds, que elaboró sobre esa base el “Sensor del Inversor Argentino”.
Un alto porcentaje de los consultados -el 50%- prefiere mantener sus ahorros bajo su propia custodia (“el colchón”), aún a sabiendas de la depreciación que sufrirá con el transcurso del tiempo. Y es que los bancos lograron recuperar sólo en parte la confianza perdida a partir de 2001, que hoy por hoy está dividida en partes similares entre quienes los creen la mejor institución para administrar su dinero (46%) y quienes no (40%). Pero el espacio que dejaron vacío los bancos no parece haberse cubierto con otras compañías. Sólo 1 de cada 10 consultados prefiere otras entidades de inversiones.
Con relación a quienes buscan preservar el valor de su dinero o hacerlo rendir, la balanza se inclina a lo seguro: 57% de los entrevistados prefieren invertir a bajo riesgo, frente a la posibilidad de no conservar su capital para obtener mayor ganancia. La seguridad es lo que prevalece.
También esta situación se refleja en la inversión más elegida: los inmuebles por sobre dólares, plazo fijos, acciones o títulos del gobierno. Esto parece explicar la sostenida aparición de nuevos proyectos en el sector y el valor en alza de los inmuebles.
ASEGURAR EL FUTURO
Las expectativas en función de los aportes jubilatorios realizados, se equilibran entre positivas y negativas.
Esto demuestra la fragilidad del sistema ya que la mitad considera que no cubrirá sus expectativas.
Asimismo, la mayoría (64%) considera necesario complementar los aportes en busca de tener ingresos razonables al momento de jubilarse confirmando que es necesario ir más allá del sistema institucional mediante un ahorro adicional.
Pero sólo el 30% dice tener capacidad de ahorro para tal fin. Esto muestra que la seguridad social continuará siendo un tema clave en el futuro y que se deben buscar mecanismos institucionales para mejorar la situación actual.
Las casas son el inmueble más elegido para invertir (notándose una diferencia favorable en el interior con respecto a Buenos Aires). Los departamentos (y las oficinas en menor medida) encuentran preferencia en los niveles socioeconómicos más altos.
La gran mayoría (81%) viviría en un barrio abierto si pudiera elegir; sin observarse diferencias importantes entre los segmentos. La muestra indica que en el interior del país, el 16% -sobre el 11% en Buenos Aires- prefiere urbanizaciones cerradas.
En forma casi unánime -el 73%- considera importante tener un seguro de vida y más aún en el interior -85%- pero sólo la mitad de los consultados lo tiene.
A LOS LADRILLOS
Según el Enrique Blaksley (presidente de Hope Funds, la empresa que encargó el estudio), la consulta deja en claro que los inmuebles han logrado posicionarse como la inversión más elegida. “Tener un bien real, los ladrillos como decimos los argentinos, independientemente si se trata de un inmueble o un terreno, parece percibirse como la opción más segura. A esto ayuda, la apreciación sostenida de los inmuebles en los últimos años. Posiblemente por primera vez este tipo de inversión ha reemplazado a los dólares, tradicional refugio de los argentinos”.
Esta situación -añadió- muestra que en nuestro país sigue pendiente un desarrollo más profundo del mercado de servicios financieros “que cuente con más opciones y mayor diversificación”.
En el mismo contexto, marca otros dos datos como muy relevantes: “Por un lado, es necesario reforzar los aportes jubilatorios con algún tipo de ahorro que genere un futuro mejor. Y esa seguridad futura también requiere, según los argentinos, de un seguro de vida como sucede en el resto de las economías más avanzadas del mundo.
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