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Suplemento Economía Domingo 19 de Junio de 2011

Economía USA: ¿Discutiendo el default?

Una inquietante, llamativa polémica, por lo menos para los oídos del establishment latinoamericano, cruza los Estados Unidos por estos días. Nada menos que el New York Times publicó un artículo sobre las implicaciones de que los Estados Unidos alcancen el límite de endeudamiento autorizado y no se autorice uno nuevo en tiempo y forma y se corra así el riesgo de caer en default de su deuda. O sea que desde los más altos lugares del establishment se está cruzando la barrera al pronunciar abiertamente una posibilidad, un concepto antes en el Index político/cultural de lo fulminantemente prohibido. Este era el de la palabra, el escenario ominoso, tabú, innombrable, del default de la deuda de la (¿ex?) superpotencia financiera más grande de todos los tiempos.

Horacio J. Garetto

Por Horacio J. Garetto

Esa barrera la cruzó el conocido periodista Dean Baker (muy citado por el nobel Paul Krugman) planteando que la nota referida del New York Times solamente exponía al punto de vista de la gente que percibía esa posibilidad como un evento lo más parecido posible al del fin del mundo. Ese era, por ejemplo, el punto de vista del legendario James Dimon, CEO de la todopoderosa banca Morgan/Rockefeller y de Robert Rubin, del Citybank. Es previsible que ellos sí vean así ese evento si aconteciera, interpretaba Dean Baker. Probablemente las instituciones a las que ellos pertenecen no puedan sobrevivir a ese maremoto financiero. Pero según Dean Baker deberían también exponerse otros puntos de vista tal como el de la gente que piensa que si bien, sin duda, un default de la deuda norteamericana conduciría a una enorme crisis financiera y seguramente también al de una reducción sustancial del rol central de la industria financiera norteamericana en los mercados financieros mundiales es también probable que los Estados Unidos se puedan recuperar y recuperar rápido de un posible default.

Dean Baker ilustra su razonamiento con la experiencia argentina. Dice que la Argentina defaulteó su deuda a fines del 2001, que su economía cayó agudamente en el primer cuatrimestre de 2002 pero que ya en el verano del mismo año se había estabilizado y para fin de año crecía fuertemente.


Dolores


Y remata considerando que mucha gente puede preferir los dolores de corto plazo que puede traer el default a los costos de larga duración que están asociados a las políticas que deberían adoptarse para prevenir ese default. Porque por ej. si se aprobara el plan de reducción de los recursos del Medicare que propone el comité de presupuesto que dirige Paul Ryan decenas de millones de jubilados de clase media se quedarían sin cobertura de salud. Lo mismo con otros parecidos recortes a la seguridad social. Comparados con semejantes brutalidades sociales una crisis financiera y la recesión o depresión que le seguiría podrían también ser vistas como costos relativamente pequeños.

Tengamos presente que por estos días PIMCO, el más grande inversor y tenedor privado de bonos estatales del mundo, dirigido por el legendario inversor Bill Gross, se ha desprendido de la totalidad de su tenencia de bonos norteamericanos. Mucho riesgo, poca ganancia y la tasa no compensa frente a la inflación esperada, evaluó Bill Gross.

A los referidos planteos de Dean Baker, a su vez, los cruza el analista financiero Bruce Krasting, que replica que Argentina es solo una pequeña fracción del producto bruto mundial, que no emite la moneda de reserva mundial y que no es el eje del sistema financiero mundial. Se le va a la yugular y desgrana una larga serie de desgracias que acaecerían según el de darse el mayúsculo evento nefasto para los norteamericanos que estamos considerando:

· El Medicare Trust Fund, el Military Pension Trust Fund, el Federal Workers Trust Fund también defaultearían, con lo cual según Krasting no se conseguiría los efectos que imagina Baker del default que propone como supuesto mal menor.

· Colapsaría el dólar. El costo de lo que importamos probablemente se triplicaría. El precio del gas se iría a Uss 10 o 50 o 100 ¿quién sabe?

· Se hundirían los mercados de capital. Una pérdida de nada menos que el 50% es posible. Podría ser peor. Se hundiría el producto bruto. También los valores inmobiliarios.

· Caeríamos en la depresión. ¿Cuánto duraría esta? Por lo menos una década. Sería peor que la del 30’.

· El desempleo se iría, mínimo, estima, a un 25%.

· ¿Las tasas de interés? ¿Quién sabe? No habrá crédito disponible. Podrían quebrar los bancos. Podría haber una corrida bancaria, con la gente sacando sus ahorros. La FDIC (el seguro de los depósitos) quebraría también. Habría que emitir para honrar los compromisos con los ahorristas. Eso nos conduciría a un clima de hiperinflación. El precio de los alimentos básicos explotaría.

· Todas las municipalidades quebrarían. Los ahorristas en bonos municipales perderían sus ahorros. No habrá más quién recoja la basura. No habrá más policía. No habrá más bomberos. Toda la infraestructura de mantenimiento se detendría: caminos, puentes, puertos, aeropuertos, etc, se deterioraría profundamente.

· Otros grandes deudores pueden sentirse tentados de hacer lo mismo. Se puede paralizar el mundo. Sufrirían los 7 mil millones de habitantes.

En la misma línea de análisis otros analistas financieros como Arnold Block afirman que una crisis financiera norteamericana el año que viene es inevitable. “Una perfecta tormenta financiera” está armándose, dice. Darryl Schoon, por su parte, otro analista financiero de los reputados, dice que el aumento espectacular de la plata (el metal) que estamos viendo es, respecto de los valores del oro, parecido a lo que el canto de un canario en una mina de carbón que según las tradiciones mineras anuncia el derrumbe. Solo que, aplicada la metáfora a los mercados financieros, acá lo que se quiere significar es que se viene una explosión de los valores (hacia arriba).

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