Por REDACCION
Por Nicolás Tereschuk
"El crecimiento de la deuda externa como resultado de esta acción,
lejos de ser motivo de preocupación refleja, pues, un éxito
importante". Las discutibles palabras corresponden al exministro
de la última dictadura José Martínez de Hoz, al evaluar en 1981 su
propia gestión, iniciada en 1976, y sirven como disparador para un
debate necesario.
Más allá de cuáles sean los resultados de las negociaciones que
el Gobierno encara por la deuda pública en default, luego de un
fallo de la Justicia estadounidense favorable a fondos buitre, el
consenso de analistas económicos y en sectores políticos es que el
país tarde o temprano volverá a tomar créditos en el exterior.
El endeudamiento en sí no parece ni positivo ni negativo: es
una herramienta a la que recurren todos los países, pero en el
caso de la Argentina las preguntas se acumulan.
¿A qué tasas y a qué plazos se obtendrá el nuevo
financiamiento? ¿Con qué objetivos? ¿Qué nivel de endeudamiento se
permitirá a su vez al sector privado, al que ya una vez a
principios de la década del 80, durante la dictadura militar, el
Banco Central salió a cubrir haciéndose cargo de cuantiosas
acreencias?
¿Qué peligros habrá de que la deuda externa pública y privada
se conviertan a la larga en una mochila demasiado pesada, que
recaiga, sobre todo, en los sectores más postergados, como ocurrió
en décadas pasadas?
En un reciente informe de la consultora Econométrica, que
encabeza el exfuncionario radical Mario Brodersohn, se recordó que
"la deuda pública tuvo un rol protagónico las últimas décadas,
financiando un nivel de consumo que a los argentinos nos hacía
creer del primer mundo, pese a que la industria desaparecía, el
desempleo aumentaba y la pobreza escalaba".
"La realidad no demoraba en llegar y tras los períodos de
fuerte endeudamiento, Argentina entró en default el último año de
la dictadura y el último año de la convertibilidad", se indicó.
Los números aportados por Econométrica resultan bastante
claros: la deuda pública neta, excluyendo la que se da al interior
del propio sector público, se incrementó entre 1976 y 2001 en
185,1 mil millones de dólares.
Al contrario, entre 2004 y la actualidad se registró una
reducción, que se calcula en 89,1 mil millones de dólares.
Es interesante entonces repasar la retórica del primer "gran
endeudador", Martínez de Hoz, porque allí aparecen argumentos que
podrían ser utilizados en el futuro para adoptar políticas
equivocadas.
Decía el exministro en su libro "Bases para una Argentina
moderna. 1976-80", publicado tras dejar el Palacio de Hacienda,
que el endeudamiento que había producido durante la dictadura era
signo de "éxito".
Allí, a pesar de haber más que triplicado la deuda externa
total durante su gestión -al tiempo que la fuga de capitales se
había multiplicado en la misma proporción-, Martínez de Hoz
defendía con firmeza el endeudamiento, como una muestra de
"confianza" en el país.
Para el exministro, se registraba una "inconsistencia de las
expresiones alarmistas que se han hecho públicas sobre el monto de
nuestra deuda externa".
A pesar de que el endeudamiento principalmente alimentaba el
exponencial aumento de la fuga de divisas, Martínez de Hoz
sostenía que el objetivo central de las deudas eran mejoras en
infraestructura.
"Durante el curso de nuestra gestión se desarrolló una
importante acción de infraestructura económica para hacer frente a
las urgentes necesidades del país en materia de energía eléctrica,
transportes, telecomunicaciones, obras viales y portuarias, como
también para la exploración y explotación de petróleo y gas, por
mencionar solamente los rubros principales", indicaba Martínez de
Hoz.
Señalaba además: "como ya hemos mencionado, esto se logró en
las mejores condiciones de plazos, de interés y de precio, como
reflejo de la confianza despertada en el mundo por la ejecución
del programa económico del 2 de abril de 1976".
Dos años después de aquellas afirmaciones, las condiciones
internacionales cambiaron y la Argentina entró en default, en un
contexto en el que -casi que no hace falta recordarlo- las obras
de infraestructura encaradas por la dictadura no son precisamente
las más recordadas y valoradas por los argentinos.
De la lectura del texto de Martínez de Hoz, impresiona además
repasar las favorables condiciones que ofrecieron los mercados
internacionales a un gobierno en el que la tan mentada "calidad
institucional" brillaba por su ausencia.
Relata Martínez de Hoz:
- "El crédito inicial de 1.000 millones de dólares para superar
la virtual cesación de pagos externos existente en marzo de 1976
fue obtenido pocos meses más tarde, por un plazo de cuatro años y
con un margen sobre la tasa interbancaria de Londres (LIBOR) de
1,875 puntos".
- "En 1980, en cambio, los créditos externos a mediano y largo
plazo garantizados por la República (que alcanzaron 2.265 millones
de dólares), fueron en promedio a 7 años de plazo, con un margen
sobre LIBOR de 0,609 puntos, que en ese momento era una de las
tasas más bajas en el mundo para países en desarrollo".
- "En septiembre de 1977 se realizó una colocación en marcos en
Alemania después de ocho años de ausencia en ese mercado".
- "En abril de 1978 se colocaron por primera vez títulos
argentinos denominados en yens japoneses".
- "En 1979 se reabrieron los mercados del franco suizo y del
eurodólar".
- "El Banco Nacional de Desarrollo se constituyó en marzo de
1979 en la primera entidad del Estado que emitió una obligación
internacional con cotización pública".
Algunos elementos que brinda la Historia, apenas, para pensar
en perspectiva qué tipo de endeudamiento sería positivo para el
país y cuál no, en qué condiciones y en vistas a qué políticas
públicas en el mediano plazo.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.