Por Redacción
"Creemos firmemente en los proyectos políticos y en superar las individualidades".
Esta semana se cumplieron los tres años de aquella
frase, una de las primeras de Cristina Fernández en el discurso de
asunción del lunes 10 de diciembre de 2007, luego de recibir el bastón
de mando de manos de su marido Néstor Kirchner. Frente a la Asamblea
Legislativa, la flamante primera mujer electa como presidenta de la
Argentina amagó con lágrimas de emoción, pero logró imponer una
sonrisa. La “pesada herencia” de la que los analistas siempre hablan en
momentos de recambios presidenciales no podía ser una excusa. Ese año,
el PBI del país creció a una tasa anual del 8,8% y “el modelo” que
había iniciado el gobierno del ex presidente Kirchner en 2003 se
consolidaba. La promesa de Cristina fue “profundizar” el rumbo iniciado
cuatro años antes para salir de la crisis que provocó el fracaso de la
convertibilidad como ícono del neoliberalismo en la Argentina.
A
poco de asumir, la presidenta enfrentó su primera dificultad. El 10 de
marzo, tres meses después de recibir la investidura, el Ministerio de
Economía lanzó la Resolución 125 que incrementaba en seis puntos los
derechos de exportación de la soja. La reacción de las cámaras
patronales agropecuarias llegó al punto de proponer la destitución de
la presidenta. El conflicto, que duró 129 días y concentró la agenda
política, finalizó el 18 de julio de 2008, cuando se firmó el decreto
que derogó la resolución firmada por el ex ministro de Economía Martín
Lousteau. La disputa por los derechos de exportación se cargó al propio
Loustou y al entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández. Pero además,
provocó una situación sin retorno con el vicepresidente Julio Cobos.
El
17 de julio de 2008, la presidenta anunció la nacionalización de
Aerolíneas Argentinas que fue vendida en 1990 por el gobierno de Carlos
Menem al consorcio español Iberia. La línea aérea de bandera fue
desmantelada y estuvo a punto de desaparecer. Desde entonces, la
empresa, que corrió el riesgo de perder todos sus aviones, incorporó
aeronaves y recuperó su capacidad operativa, y rutas y destinos que
había perdido en los años de gestión privada.
Otra decisión de peso
durante 2008 fue la eliminación del sistema privado de jubilaciones y
pensiones. El 21 de octubre, la presidenta anunció que elevaba un
proyecto al Congreso Nacional para eliminar la reforma previsional
votada en 1993 que terminó por desfinanciar al Estado y permitió a los
bancos realizar fenomenales negocios con los aportes de los
trabajadores activos. Un año más tarde, la presidenta anunció un nuevo
esquema de movilidad para los más de 5 millones de pasivos. El sistema
implicaba el incremento de los haberes en los meses de marzo y
septiembre de cada año. Otro de los anuncios de la “gestión Cristina”
durante 2009 fue la Asignación Universal por Hijo (AUH) que incluyó a
miles de niños y jóvenes en la asistencia del Estado. Según datos
provisorios del Ministerio de Educación, hizo aumentar la matrícula en
las escuelas primarias de todo el país en un 25%. Otro frente de
conflicto con los grupos de poder se abrió cuando en marzo del año
pasado, la presidenta presentó en el Teatro Argentino de La Plata el
anteproyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que
remplazó al viejo decreto-ley de Radiodifusión firmado por el ex
dictador Jorge Rafael Videla y modificado por los sucesivos gobiernos
democráticos. El Grupo Clarín y los diputados opositores encabezaron la
oposición a la democratización de los medios votada por el Congreso en
octubre de 2010. En plena discusión por la Ley de Medios de la
Democracia, el gobierno dobló la apuesta y quitó el monopolio de la
transmisión de los partidos de primera división. Nacía Fútbol para
Todos que permitió a todos los canales de televisión emitir los
encuentros.
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