Por José Calero
El Gobierno busca inyectar casi 2.700 millones de
pesos al consumo a partir de eximir de Ganancias a la primera cuota del
aguinaldo 2013, y capitalizar que los principales indicadores arrojan alzas
comparados con 2012, un año para el olvido durante el cual la economía se
estancó. De paso intenta tranquilizar el frente gremial, para el que Ganancias
constituye un revulsivo difícil de tragar.
Antes de las elecciones de octubre
llegará el ajuste de los haberes jubilatorios previsto por ley, que permitirá
incorporar más pesos en circulación para tratar de revitalizar el comercio y
mejorar el humor de argentinos sometidos al látigo cotidiano de la inflación.
El objetivo es llegar a las elecciones del 27 de octubre próximo con un
electorado lo menos enojado posible, para después ver cómo se sigue escribiendo
el guión de un modelo que parece redactarse semana a semana. Pero el gran
desafío para la presidenta Cristina Fernández, y para quién la suceda a partir
del 10 de diciembre de 2015, será cómo reunir cada año los más de 220.000
millones de pesos destinados a subsidiar distintos sectores económicos.
El
convencimiento de que el Estado debe arbitrar en casi todas las decisiones
importantes de la economía favoreció en parte a sectores postergados -que igual
siguen sumidos en la pobreza como consecuencia de la inflación- pero también
creó un ´monstruo´ cada vez más difícil de manejar.
La Presidenta viene
destacando los subsidios que otorga el gobierno calificándolos de
"aumentos de sueldo" indirectos y de herramientas para
"redistribuir la riqueza". Por ejemplo, tras encabezar la reunión
donde se fijó el nuevo salario mínimo en 3.600 pesos, le recordó a la población
que su gobierno destina "69.000 millones de pesos anuales" sólo a
subsidiar las tarifas de electricidad, gas y agua.
La pregunta cae de madura:
"¿Por qué razón la Argentina necesita destinar semejante cantidad de
subsidios a servicios públicos, generando una distorsión cada vez más profunda,
si a su vez el modelo económico aplicado es presentado como exitoso?".
El
mismo interrogante sobrevuela la estatización de Aerolíneas Argentinas, que
recibe 3 millones de dólares diarios en subsidios, unos 5.500 millones de pesos
anuales a valor oficial, a cinco años de pasar a manos del Estado. El caso de
los subsidios al transporte no es sólo un problema de la aerolínea de bandera:
más de 12.000 millones de pesos se destinan por año a subsidiar el
funcionamiento de los colectivos.
A esto se suma que la importación de
combustibles se está llevando unos 1.000 millones de dólares mensuales, es
decir, casi 66.000 millones de pesos anuales. La sangría de divisas que
representa esa importación es una de las razones por las que ahora para
importar -por ejemplo- un torno de 100 mil dólares, haya que exportar cualquier
cosa por el mismo monto, aunque sean limones y la empresa una metalúrgica.
La
imposición de un progresivo cepo cambiario hasta terminar impidiendo la compra
de divisas para ahorro es parte de estas distorsiones, que deja a los
argentinos a tiro de devaluación en cualquier momento. De no haber aplicado las
restricciones cambiarias, en un año y medio el Banco Central se hubiese quedado
sin divisas, porque hay orfandad de inversiones extranjeras y los dólares no
quieren aterrizar en un país donde las reglas de juego se cambian de un día
para el otro.
El último experimento económico lanzado por el Gobierno nacional
se llama CEDIN, un certificado para que quienes tienen dólares sin declarar lo
puedan hacer sin responder preguntas, con un plazo que hasta ahora vence el 30
de septiembre próximo.
El objetivo de este instrumento era que entraran unos
4.000 millones de dólares frescos a la economía. Luego, semejante pretensión,
se redujo a la mitad, aunque a juzgar por los magros resultados -menos de 10
millones en un mes- existe un riesgo cierto de que el blanqueo de capitales
termine en un fracaso estrepitoso.
Un revés aún mayor que el dólar paralelo,
los controles de precios -incluida la presencia de "inspectores" de
La Cámpora-, el plan para convertir a inquilinos en propietarios, las
retenciones móviles, "carne, pollo, merluza, lácteos y ropa para
todos", el kilo de pan a 10 pesos, las cosechadoras a Angola, la
Supercard, y tantas otras iniciativas que van quedando cada vez más lejos en la
memoria colectiva, tapadas por otras que buscan encaminar los desajustes.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.