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Suplemento Economía Domingo 28 de Julio de 2013

Calentar el consumo en un año electoral

El desafío del Gobierno es sostener el consumo en un escenario de alza de precios.

José Calero

Por José Calero

El Gobierno busca inyectar casi 2.700 millones de

pesos al consumo a partir de eximir de Ganancias a la primera cuota del

aguinaldo 2013, y capitalizar que los principales indicadores arrojan alzas

comparados con 2012, un año para el olvido durante el cual la economía se

estancó. De paso intenta tranquilizar el frente gremial, para el que Ganancias

constituye un revulsivo difícil de tragar.

Antes de las elecciones de octubre

llegará el ajuste de los haberes jubilatorios previsto por ley, que permitirá

incorporar más pesos en circulación para tratar de revitalizar el comercio y

mejorar el humor de argentinos sometidos al látigo cotidiano de la inflación.


El objetivo es llegar a las elecciones del 27 de octubre próximo con un

electorado lo menos enojado posible, para después ver cómo se sigue escribiendo

el guión de un modelo que parece redactarse semana a semana. Pero el gran

desafío para la presidenta Cristina Fernández, y para quién la suceda a partir

del 10 de diciembre de 2015, será cómo reunir cada año los más de 220.000

millones de pesos destinados a subsidiar distintos sectores económicos.

El

convencimiento de que el Estado debe arbitrar en casi todas las decisiones

importantes de la economía favoreció en parte a sectores postergados -que igual

siguen sumidos en la pobreza como consecuencia de la inflación- pero también

creó un ´monstruo´ cada vez más difícil de manejar.

La Presidenta viene

destacando los subsidios que otorga el gobierno calificándolos de

"aumentos de sueldo" indirectos y de herramientas para

"redistribuir la riqueza". Por ejemplo, tras encabezar la reunión

donde se fijó el nuevo salario mínimo en 3.600 pesos, le recordó a la población

que su gobierno destina "69.000 millones de pesos anuales" sólo a

subsidiar las tarifas de electricidad, gas y agua.

La pregunta cae de madura:

"¿Por qué razón la Argentina necesita destinar semejante cantidad de

subsidios a servicios públicos, generando una distorsión cada vez más profunda,

si a su vez el modelo económico aplicado es presentado como exitoso?".

El

mismo interrogante sobrevuela la estatización de Aerolíneas Argentinas, que

recibe 3 millones de dólares diarios en subsidios, unos 5.500 millones de pesos

anuales a valor oficial, a cinco años de pasar a manos del Estado. El caso de

los subsidios al transporte no es sólo un problema de la aerolínea de bandera:

más de 12.000 millones de pesos se destinan por año a subsidiar el

funcionamiento de los colectivos.

A esto se suma que la importación de

combustibles se está llevando unos 1.000 millones de dólares mensuales, es

decir, casi 66.000 millones de pesos anuales. La sangría de divisas que

representa esa importación es una de las razones por las que ahora para

importar -por ejemplo- un torno de 100 mil dólares, haya que exportar cualquier

cosa por el mismo monto, aunque sean limones y la empresa una metalúrgica.

La

imposición de un progresivo cepo cambiario hasta terminar impidiendo la compra

de divisas para ahorro es parte de estas distorsiones, que deja a los

argentinos a tiro de devaluación en cualquier momento. De no haber aplicado las

restricciones cambiarias, en un año y medio el Banco Central se hubiese quedado

sin divisas, porque hay orfandad de inversiones extranjeras y los dólares no

quieren aterrizar en un país donde las reglas de juego se cambian de un día

para el otro.

El último experimento económico lanzado por el Gobierno nacional

se llama CEDIN, un certificado para que quienes tienen dólares sin declarar lo

puedan hacer sin responder preguntas, con un plazo que hasta ahora vence el 30

de septiembre próximo.

El objetivo de este instrumento era que entraran unos

4.000 millones de dólares frescos a la economía. Luego, semejante pretensión,

se redujo a la mitad, aunque a juzgar por los magros resultados -menos de 10

millones en un mes- existe un riesgo cierto de que el blanqueo de capitales

termine en un fracaso estrepitoso.

Un revés aún mayor que el dólar paralelo,

los controles de precios -incluida la presencia de "inspectores" de

La Cámpora-, el plan para convertir a inquilinos en propietarios, las

retenciones móviles, "carne, pollo, merluza, lácteos y ropa para

todos", el kilo de pan a 10 pesos, las cosechadoras a Angola, la

Supercard, y tantas otras iniciativas que van quedando cada vez más lejos en la

memoria colectiva, tapadas por otras que buscan encaminar los desajustes.

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