Por José Calero
A
pesar de la dureza mostrada con la Argentina por el juez de Nueva
York Thomas Griesa en la audiencia por el litigio con los fondos
buitre, aún hay final abierto que, en caso de dilatarse, puede
terminar favoreciendo la estrategia del gobierno.
Es que si la Argentina logra estirar este conflicto hasta el
año próximo, tendrá más margen de maniobra para negociar con los
acreedores que no ingresaron a los canjes de deuda.
Esa expectativa choca con la posición inflexible del
magistrado, que devuelve golpe por golpe las estrategias que
pretende aplicar el gobierno de Cristina Fernández, que ya acusa
al magistrado de "pretender llevar al país al default".
Como en una partida de póoker, juego de naipes preferido por los
norteamericanos, las partes parecen reservarse siempre una carta
tapada en un intento por sorprender al oponente cuando llegue el
momento.
En el medio, el magistrado pretende imponer su propio "timing"
y tal vez sueñe, a los 84 años, darle un "broche de oro" a su
carrera judicial pasando a la historia por haber fallado en lo que
Wall Street considera "el juicio el siglo", por el mayor default
de la historia económica.
La estrategia argentina emergió clara en los últimos días y
podría traducirse en la siguiente frase: "Nosotros cumplimos pero
la Justicia norteamericana nos quiere arrastrar al default".
Por eso se decidió transferir los fondos para afrontar el
vencimiento de los bonos discount y esperar la palabra del juez.
Si la Argentina no puede cumplir, ya que Griesa ordenó al Banco
de Nueva York devolver los fondos al Banco Central, podrá
argumentar que fue la Justicia norteamericana la que le impidió
pagar y ahondar la estrategia ya expresada del cambio de
jurisdicción.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, sugirió algo en ese
sentido cuando dijo que en última instancia la Argentina hacía
responsable al sistema judicial de los Estados Unidos ante
cualquier contratiempo.
Las certezas por ahora indican que los bonistas ya no podrán
cobrar en término y que se abre un período de escasos treinta días
para tratar de avanzar en un acuerdo.
En esta discusión, la Argentina tiene un punto débil: haber
asegurado ante los estrados judiciales que acataría la resolución
de la Justicia norteamericana, cualquiera fuese el resultado. Y la
Justicia le falló en contra.
Ese punto fue recordado por Griesa en distintas oportunidades y
constituye un rompecabezas argumentativo difícil de sostener para
los abogados de la Argentina, con el cada vez más conocido Carmine
Bocuzzi a la cabeza.
La relación del gobierno argentino con el juez es cada vez más
fría: lo acusó de jugar para los fondos buitre y de intentar
"provocar el default" en un duro comunicado oficial difundido el
viernes por la tarde.
"En una insólita e inédita decisión, Griesa ordenó al Banco de
Nueva York la devolución de los fondos que ya pertenecen a los
bonistas.
En síntesis: trata de impedir a los bonistas cobrar lo
que legítimamente es de ellos", disparó el gobierno argentino.
Para la Casa Rosada, el juez incurrió en "abuso de autoridad y
se excedió en su jurisdicción, porque los bonos de
reestructuración no son el objeto de litigio, sino los bonos del
Megacanje que cayeron en default en 2001 y que compraron los
fondos buitres a precio vil para obtener ganancias siderales".
A partir de la decisión de congelar el pago a los bonistas que
deben cobrar los intereses del Discount, las partes se tomarán
hasta el 30 de julio para continuar buscando algún tipo de
acuerdo.
Si para esa época no se llega a una negociación exitosa, el
país incurrirá en default técnico.
Es que ese día vencerá el plazo legal impuesto por las normas
financieras internacionales para que el país deudor de un
vencimiento haga efectivo el pago sin que se lo declare
oficialmente en default.
Los abogados de la Argentina creen que hasta ese día, los
bonistas no podrían hacer reclamos judiciales.
El reloj comenzó a correr y será la Justicia, pero también los
mercados, quienes decidirán hasta dónde impactará sobre el futuro
económico de la Argentina esta película aún sin final.
El gobierno argentino confía en que esta partida de póker aún
se puede ganar, aunque los fondos buitre liderados por Paul Singer
dicen que la escalera real, por ahora, está en sus manos.
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