Por José Calero
Tras
detectar un deterioro del clima social en barriadas pobres de
zonas metropolitanas, el gobierno aumentó 40% el monto de planes
sociales e inyectará otros $ 15.000 millones anuales al consumo,
pero existen problemas de fondo que continúan irresueltos.
El incremento aplicado está más en línea con la "sensación
térmica" inflacionaria del último año, que si bien para el INDEC
había sido del 10%, según distintas canastas estuvo más próxima al
40%.
En especial entre los sectores pobres, donde alimentos y
bebidas -los rubros con mayores ajustes- tienen un peso mucho
mayor en la ponderación de las compras.
La jugada de la Casa Rosada no apunta sólo a mostrar un intento
de mejora de redistribución del ingreso, sino a calmar cierto
hastío social ante un ataque despiadado contra el bolsillo por
parte de los formadores de precios, en medio de la impotencia
oficial.
La disparada de precios de los últimos meses golpeó en la línea
de flotación de unas 10 millones de personas que viven en la
pobreza, según datos de la UCA.
Para colmo, la mayoría de esos sectores no está bancarizado,
por lo que no pueden montarse sobre los descuentos que realizan
los supermercados.
Aquí también funciona el mundo del revés: en lugar de premiar
el pago en efectivo, que les otorga mayor liquidez, las grandes
superficies cierran acuerdos con bancos y continúan beneficiando a
sectores medios y sobre todo altos, con acceso a servicios
bancarios.
Así, para el sistema financiero no quedan ya dudas de que esta
fue una "década ganada".
Los 15.000 millones de pesos anuales que el Estado inyectará
para dinamizar el consumo tampoco son todo costo.
Buena parte de esos fondos volverá al Fisco en impuestos: 21
por ciento de IVA, 4% de ingresos brutos, más otras tasas
municipales, y el propio impuesto a las Ganancias, engordarán aún
más las arcas de una AFIP que ha aprovechado el impuesto
inflacionario como pocos gobiernos pudieron hacerlo en las últimas
décadas.
Buena parte del aumento en las recaudaciones récord que se
suceden mes tras mes están vinculados con el alza de precios, las
retenciones y el siempre defenestrado impuesto al cheque, algo así
como un gravamen a la nada por el cual no existe contraprestación
de servicio alguno por parte del Estado.
Al contrario, la AFIP le debería devolver parte de ese gravamen
a los contribuyentes, porque le permite ejercer un control total y
automático sobre los movimientos de fondos en los bancos, lo cual
achica la burocracia estatal.
El impuesto al cheque es considerado el colmo de los gravámenes
distorsivos, y perjudica en especial a pequeños contribuyentes,
que no pueden descontarlo ni de Bienes Personales ni de Ganancias.
No son los únicos problemas: la actividad económica marca un
claro retroceso en marzo y la caída en los niveles de producción
de la industria automotriz ya se ubica en niveles catastróficos.
Este fin de semana se conocerá otro dato que refleja el mal
momento del sector automotriz: las ventas de vehículos usados
cayeron 17% en abril.
EL FUTURO DEL DOLAR
Esta semana el Banco Central dejó que el peso se devaluara 0,9
por ciento y llegara a 8,08 por dólar.
Lo hizo a través de microdevaluaciones que promediaron los 2
centavos diarios, y encienden un interrogante sobre cuál será la
estrategia cambiaria de las próximas semanas.
En el mercado marginal el panorama se recalentó y la semana
cerró con un dólar blue por encima de los 11 pesos, un nivel que
no alcanzaba desde dos meses.
La brecha cambiaria de tres pesos entre la divisa oficial y la
paralela parece un problema imposible de resolver para las
autoridades económicas.
Es que si se abriera ahora el cepo cambiario las reservas se
evaporarían en pocos meses, en parte por la desconfianza pero
también por la emisión desmesurada de pesos, que guarda relación
alguna con los fondos atesorados en el Banco Central.
Como se ve, las inconsistencias se multiplican y lo peor es que
el escenario contractivo empezó a hacer blanco en el empleo, donde
se duplicó la cantidad de grandes empresas que prevén achicar sus
plantillas este año.
A esto se suma la delicada situación en las automotrices, que
prometen no despedir operarios, al menos hasta mediados de año.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.