Por REDACCION
(Por Sergio Arboleya, enviado especial de Agencia Télam). - Soledad Pastorutti protagonizó un show de más de dos horas que abrevó en las diferentes vertientes que navegó en 27 años de trayectoria y ratificó que el escenario del Festival Nacional de Cosquín es su casa, publicó el Grupo La Provincia.
Puesta desde las 2.30 a cerrar la octava y penúltima noche de la sexagésimo tercera edición de un lugar donde irrumpió a mediados de los ’90, La Sole jugó otra vez de local con la complicidad de una audiencia entregada a su innegable magnetismo.
En la otra punta de la velada y con otros postulados estéticos, Nacha Roldán regresó a este encuentro folclórico y el encanto de su decir sobrevolando géneros vernáculos en un concierto breve que deleitó sin artificios y se llevó dos premios y una estruendosa y agradecida ovación.
El espectáculo de Soledad, vestida íntegramente de negro con un atuendo con esbozos telúricos y abundantes espacios para permitir apreciar su figura, conjugó sin dilemas sonoros el abanico musical que trajina al amparo de su canto.
Con una numerosa banda todo-terreno y un fraseo personal que convierte “en piezas de La Sole” todo lo que interpreta, se cumplió acabadamente con la premisa de la gira “Sigo siendo yo” que la trajo a la Plaza Próspero Molina tras una fugaz y sorpresiva visita a Raly Barrionuevo.
Así tuvo un arranque pop con “Vivir es hoy”, hizo cumbia con “Tu marca” y compartió con Nahuel Pennisi una versión algo almibarada de la estupenda “Oración del remanso”, de Jorge Fandermole.
“Esta noche de plaza llena, repleta, es maravillosa. Me emocionan, me alegran el alma. Tengo 42 años, llegué a este escenario con 16 y las ganas siguen siendo las mismas”, expresó en su saludo de bienvenida en el que, además, pidió por la presencia de su hermana Natalia en Cosquín.
En ese torbellino de estilos hubo pasajes criollos de escasa sutileza (con fragmentos de “La olvidada”, “Entre a mi pago sin golpear”, “A Don Ata”, “La Lopez Pereyra”, “Perfume de carnaval” y “Zamba para olvidarte”, entre más) antes de invitar a cantantes que conoció en su experiencia televisiva de “La Voz Argentina”.
En seguidilla convidó al santiagueño Octavio Muratore para “Cuando me abandone el alma”, a la dupla correntina Damián Ayala-Sofía Morales en “El cielo del albañil” y al ganador del “reality”, el chubutense Yhosva Montoya con quien compartió “Zona de promesas”, de Gustavo Cerati.
Y para también atender a su faz romántica y latina, enganchó partes de temas como “Tu cárcel”, “Eres”, “Yo no te pido la luna”, “Que nadie sepa mi sufrir”, “La suavecita”, “Amores como el nuestro” y “Como te voy a olvidar”.
La laureada actuación de Nacha Roldán –que mereció los premios a la trayectoria Nelly Omar 2023 y Camin- funcionó como una impecable lección de canto y de elegancia interpretativa que bien pudo acontecer para resaltar una de las misiones del Festival: volver a poner en circulación a artistas alejadas de los primeros planos.
Y si bien esta gran intérprete de recientes 75 años nunca gustó de las marquesinas y, en cambio, construyó su camino escogiendo qué cantar y cómo hacerlo, este mimo recibido y hecho de silencio, aplausos y distinciones puede ayudar a no dejar de escucharla.
Con una guitarra (en manos de Roberto Calvo) y un acordeón (ejecutado por Facundo Torresán), la vocalista resumió muy someramente en su presentación algunas de las etapas que atravesó en su camino musical.
Roldán abrió su concierto con el chamamé “Villanueva” y enseguida la emprendió con la chamarrita “Guitarrero viejo”, sobre el que apuntó que “no era de Alfredo Zitarrosa, pero él lo hizo popular”.
“Qué hermoso silencio, gracias por escuchar”, reconoció antes de “una zamba picadita y un poco ingenua que debiera incorporarse a los repertorios”, descripción que usó acerca de "No quiero que te vayas" y que se adelantó a otra chamarrita, ésta sí firmada por el artista uruguayo, la conocida y encantadora “Pal' que se va”.
Después de los premios recibidos y a modo de bis, Roldán avisó sobre "Quisiera amarte menos", “que este valsecito es mi caballito de batalla” y así redondeó un set breve y cautivante a contramano de los gritos y los excesos que, definitivamente, no son los únicos modos de conectar con el público aunque sí los que requieren menos compromiso y escucha.
Otras mujeres, Magalí Juares y Laura Molinas, las dos que sostienen la propuesta de Ciudadanas, asumieron una propuesta riesgosa con el protagonismo de la incendiaria flauta de Molinas (Revelación 2022) y salieron airosas del desafío.
Al frente de un quinteto con un par de nombres relevantes como los de Milagros Caliva (bandoneón) y Nahuel Quipildor (guitarra), Ciudadanas mostró su enjundia no exenta de matices y la potencia vocal de Juares en “Juana Azurduy” y “Corazón santiagueño” que respectivamente abrieron y cerraron el set.
Quizá con la Consagración 2022 como un peso, a Nahuel Pennisi le costó hallar el mejor color para amalgamar su veta romántica con el folclore que connota Cosquín.
El músico, autor y cantante hizo festejados clásicos con su firma entre los que se contaron “No te debo nada”, la combinación de “Primavera” y “Mía”, “La noche”, “Universo” y “Mundo”.
Pero para construir lo que llamó “un fogón imaginario de zambas argentinas para siempre y para toda la vida”, incluyó “Cuando ya nadie te nombre” y “Al Jardín de la República”, hizo un intermedio nativo mezclando “Humahuaqueño”, “Abrojito” y “La Apuesta” y cerró con “Chacarera de las piedras” y “Entre a mi pago sin golpear”.
Otras propuestas que suelen oficiar como aperitivos de los números de fondo, tales los casos de las delegaciones provinciales y ganadores del Pre Cosquín, dejaron tela para cortar.
Primero fue la provincia de Río Negro capaz de ahondar la huella abierta una semana atrás por el piano de Horacio Lavandera para seguir con el encuentro entre la música académica y la popular gracias a la presencia de la Orquesta Filarmónica de Río Negro (OFRN) fundada y dirigida por Martín Fraile Milstein que arribó con una formación acotada de 20 instrumentistas de cuerdas y maderas.
El ensamble que asume estos lenguajes en las tres ediciones del Festival Internacional de Bariloche que lo tiene como anfitrión, confluyó aquí con Jonathan Ceballos en percusión y acordeón, Camila Lobos y Malén Marileo en voz femenina, Juan Pablo Castillo en voz masculina, Juan Muñoz en bajo, Ricardo Fleitas en acordeón y Camila Pugni en percusión.
El atractivo cruce de músicas de raíz con el tratamiento sinfónico contó con dos obras de raíz surera firmadas por Ángel Hechenleitner (“El trampeado” y “El curandero”) en medio de un espectáculo también danzante de marcado frenesí criollo con la recurrente utilización de la enseña provincial y sus cuatro colores (azul, negro, blanco y verde).
El dato tamizado por títulos como “Himno a Río Negro”, “Caminos de Río Negro”/“Orgullo rionegrino” y “Malambo rionegrino” en una provincia donde la estigmatización del pueblo mapuche que la habita recrudece, pareció un gesto excesivo de la propuesta promovida por la Secretaría de Estado de Cultura de la provincia patagónica.
Por su parte, el conjunto de baile folclórico Flor de Amankay, que llegado desde Merlo desembarcó en el escenario Atahualpa Yupanqui al imponerse en el Pre Cosquín, tampoco pasó inadvertido con una dramatización coreográfica centrada en la figura de Eva Perón.
La puesta que incluyó una sutil versión de la Marcha Peronista y recorrió otros aspectos de esa liturgia partidaria y de la denominada “abanderada de los humildes” y partió la plaza en tres: aplausos, silbidos e incomodidad.
El sábado tuvo también al cordobés criado en La Rioja Emiliano Zerbini con un correcto recital donde invocó a Atahualpa Yupanqui (“Córdoba Norte”) y a Alfredo Zitarrosa (“Zamba de nadie”) y un popurrí de danzas tradicionales recopiladas por Andrés Chazarreta antes de partir con “La simple”, de Demi Carabajal.
Y, llegada desde Japón, donde Cosquín tiene un Festival derivado que en octubre pasado celebró su 45° edición, en este caso en la sede de Kawamata, estuvo la pareja de baile ganadora allí integrada por Masayo Tsteno e Iván Tatenom.
La grilla se completó con Leandro Lovato, la Delegación sanjuanina y el canto solista de Sergio Fasoli uno de los ganadores del Pre Cosquín, oriundo de la sede La Matanza. (Télam)
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