Por lo rubio y de ojos celestes. Se lo puso Angel Díaz. Porque los cantores eran todos morochos. Y él le rompió todos los esquemas. Aníbal Troilo lo terminó de corroborar. Y Polaco superó a papá porque nosotros le decíamos Pola. También decir Polaco es decir Platense.
Qué decía el Polaco de su fraseo
Eso lo tenía adentro. Un día le pregunté por qué un tema que había hecho con Troilo, de solista después lo cantó diferente y a mí me gustaba más. Me dijo: “Por una razón muy sencilla, si bien Aníbal Troilo me daba toda la libertad del mundo, pero si él sentía en esta parte fuerte, y yo lo sentía liviano tenía que hacerlo como él lo sugería porque era el director de la orquesta, en cambio ahora lo hago como quiero”. Y fíjate que el público dijo sí.
Los músicos que lo acompañaban en vivo tenían que estar preparados para su estilo particular de largos silencios…
Cuando no iba con todos los músicos, llevaba a Juanjo Domínguez o Néstor Marconi y en el lugar se agregaban los demás locales. Lo primero que le decían era: “ustedes toquen el tema, y olvídense del Polaco, no lo escuchen. Este es un gato, termina siempre con vos”. Esos fraseos eran terribles, iba y venía, iba y venía…
Dónde había aprendido el manejo de la escena
En la calle. Y cantando. Era muy estudioso de todo.
¿Le temía a algo en la vida?
No. Siempre decía una cosa muy sencilla: “Un programa de televisión y una grabación tienen que ser perfectas, porque eso perdura. En cambio, en una actuación en vivo podés ser más relajado”.
Cómo cuidó la voz en tantos años ya que cantó hasta el final
Era tocado por la varita mágica. Nunca tuvo un profesor de canto. Lo que tenía era la calle. Nada más. Y tenía una razón muy importante, era profesor de gramática. Entonces en casa nos peleábamos. Yo decía: me voy a sentar en la mesa. Y él me decía: “No, te vas a sentar en la silla, en derredor de la mesa”. Yo decía: dame un vaso de agua. “No, los vasos son de vidrio, de cartón, vos querés un vaso con agua”. Era muy meticuloso. Nosotros trabajábamos en los boliches con él, íbamos temprano, llegábamos cuando estaban acomodando las sillas. Y le decía: ¿para qué venimos tan temprano? Llegamos para ayudarles a barrer. Y me respondía: “cuando va llegando la gente, ya sé los temas que tengo que hacer”. Y no le pifiaba. Eramos muy compinches los dos, yo era el representante.
De qué manera surgió lo del Premio Roberto Goyeneche
Surgió en el seno familiar. La primera entrega fue en Tango Argentino, de Córdoba y Dorrego, y hubo más de trescientas personas. Gabriel Soria me dio una mano aportando material. Y me ofreció la Academia Nacional del Tango, donde hicimos la segunda entrega. Esa vez Francisco Torné llevó el bandoneón de Troilo y se expuso en la escena. Y este año fue la tercera donde lo recibieron entre otros Néstor Fabián, Dany Martin y Silvio Soldán por sus trayectorias.
Con qué criterio se entrega el Premio
Va dirigido a toda la música. Porque mi padre era muy amigo de toda la música: folkloristas, rockeros, tangueros. Todo lo que sea música popular. Abrimos una inscripción, lo publicamos en las redes sociales, desde el primer día de abril hasta el último día de julio. Las solicitudes se las doy al jurado y ellos me dan los ganadores en agosto y los notifico.
Algunas anécdotas de la carrera artística
Hay tantas… un día Aníbal Troilo le dice: “Polaco, se enfermó Tito, ¿no venís con la orquesta?”. “Sí”, le dice mi padre. “¿Hacemos La violeta?” propone el Gordo. Y arranca la orquesta. Y en la primera se olvida la letra. Y para que éste se olvidara la letra que tenía una mente bárbara… hizo como que se tragó un bicho. Y la orquesta sigue. Cuando viene la segunda, el Gordo vivísimo dice: “¡Atenti que viene la segunda, guarda con los chobis!”. Se divertían entre ellos.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Roberto Emilio Goyheneche
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.