Por Raúl Vigini
No sé, era muy chiquito cuando pasó todo esto. Obviamente que alguna atracción tenía por el instrumento y por la música de Buenos Aires, empecé cuando tenía seis años. Si hubo alguna razón, ya me la olvidé.
¿En la familia había gente allegada con el instrumento?
Mi familia fue muy activa e involucrada en lo cultural, pero ninguno era músico, salvo mi abuelo que tocaba el clarinete en Polonia, pero del resto ninguno era o es artista. Pero mi viejo compró el bandoneón, estaba ahí en casa, él lo quería estudiar y al final no llegó a estudiarlo porque se necesita mucha paciencia. Y lo hice yo.
El acercamiento con los bandoneonistas argentinos de renombre antes de irme
Sí, cuando empecé a trabajar en San Telmo en los ochenta y noventa, ya íbamos con el maestro Julio Pane, ahí lo conocí a Leopoldo Federico, trabajé con la orquesta de Horacio Salgán donde estaba Néstor Marconi, después lo conocí a Astor Piazzolla. Con Pane estudié muchos años y después con Roberto Di Filippo que era de Santa Fe, y me apadrinaba. Con ellos dos que son de una generación anterior a la mía, estudié bastante.
Qué me decidió ir a Europa
Debe ser un poco por historia familiar, ya que toda mi familia viene de Europa. Eso por un lado, se juntaron muchas cosas, por el otro acá me iba bien y trabajaba, pero no había manera de avanzar. Todo se repetía. Estaba limitado y me sentía encerrado. Seguía estudiando composición pero todo eso que aprendía no había manera de plasmarlo. Ya tenía veintiséis años. Llegué a Europa y sabía que quería estudiar composición, lo que no sabía era exactamente cómo iba a ser y con quién. Fui a Paris, tenía una conexión en el conservatorio, por eso estudie piano ahí, pero trabajé la orquestación con el maestro José Luis Campana, y de repente tuve esta oportunidad mediante una persona conocida de contactarme con el Conservatorio de Basilea y ahí di el examen y ya me fui a Suiza. No tenía algo ya planeado.
Mi mirada con el bandoneón en otros lugares
Uno se imagina el bandoneón de acá, Buenos Aires, el tango, pero es un instrumento europeo. Empezando por eso, Europa es otro mundo. Quiere decir que lo que es la idea de los instrumentos y la cultura en Europa es muy diferente de lo que es acá en cierta manera. En ese momento no pensaba mucho eso, estaba ahí y empecé a hacer los proyectos de a poquito, avanzando de a poquito, y mejorando de a poquito en la dirección que yo quería. Entraba en contacto con otro tipo de músico. Con los músicos de “tango” como el ambiente tanguero que hay allá, sobre todo en Paris, con ellos no quise a hacer nada porque para eso me quedo acá. Si no, es como meterse en un ghetto que no tiene sentido. Pero, bueno, cada cual elige. Pasaron como diecisiete años.
Siempre seguí en contacto con la Argentina
Un ejemplo, la última vez que fue hace dos años, vine invitado por la Orquesta Sinfónica Nacional y estrenamos una obra mía. Pasé esa semana ensayando y tocando, y me quedé para cargarme de energía porteña. Creo que cada artista -sea superior, medio o inferior- tiene su personalidad, entonces cada cual la expresa a su manera con formas que son únicas y diferentes. Yo estuve obligado a desarrollar la composición, y la composición en tango, porque era quizás lo que me iba hacer avanzar, no sé si decir diferenciarme de los otros, sino mostrar de la mejor manera posible lo que es mi filosofía.
El tango me siguió acompañando en Europa
Sí, porque como nací acá y viví los primeros veintisiete años de mi vida, quedé marcado a fuego.
Si tuviera que definir la música que compongo a partir de mi formación y estudio en otros países
Es mi música y la puedo llamar música de tango o música de Buenos Aires. No es una música tanguera, porque a los tangueros los conozco, tengo muchos amigos que son tangueros. Pero a mí me gusta el tango, no ser tanguero. La conozco, la respeto, pero no es lo que hago, ni lo que vivo, ni lo que quiero vivir. Más allá de este comentario que a algunos tangueros les pueda irritar, mi amor por el tango y por la música de Buenos Aires es mucho más fuerte que todo eso.
Qué logros reconozco de mis años fuera del país natal
Esas cosas en general las veo más a la distancia y con el tiempo. Si miro para atrás veo logros, podría contarte cosas concretas, pero para mí en este momento quizás el mayor logro haya sido haber encontrado mi propio lenguaje musical, ése es el mayor logro. O sea que eso tiene mucho que ver con la composición. Y saber quién soy y sobre todo quién no soy. Quizás el aprendizaje de no estar en tu país, te hace conocerte a vos con las cosas buenas y malas, porque estás en un ambiente diferente, entonces te tenés que reconocer para adaptarte y ahí empezás a ver un montón de cosas que muchas veces los argentinos no vemos porque estamos metidos en nuestro mundo. Eso es normal, pasa en todas las culturas porque somos muy similares.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Marcelo Nisinman
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.