Por Raúl Vigini
LP - ¿Tenés alma de viajera?
S.R. - Sí. Sucede que mi familia viajó eternamente todos los años, entonces para mí el viaje es parte del aprender constante. En algún momento probé viajar sola, sobreviví, y el año pasado dije cumplo el sueño y me voy un montón de días a Europa. Un año antes había sido Colombia.
LP - ¿Por qué elegiste Colombia?
S.R. - Porque tenía una amiga allá y me podía recibir los primeros días, habla hispana, y estuve los primeros tres días en Bogotá con ella, pero después todo sola.
LP - ¿Cómo organizaste ese circuito?
S.R. - Tenía un itinerario pero lo iba cambiando en el viaje. Sabía que iba a conocer el norte de Colombia y después el centro, lo más importante, pero en el medio fui a pueblitos que me recomendaron, a parques nacionales que me recomendaron, y charlar con la gente, sobre todo el hostel, donde surgen muchos lugares en las mismas conversaciones con los que se alojan allí. Te dan datos y sugerencias.
LP - ¿Qué te dejó la experiencia?
S.R. - Antes de ir todo el tiempo se me cuestionaba el destino pero no me pasó nada, cuando necesité ayuda siempre la pedí, y también ponerte a prueba de dejar un poco el ego y el orgullo de decir si necesito ayuda acompañame, o ir a tal lado, o no entiendo, y la gente es muy amable.
LP - ¿La cuestión política de ese país te afectó la estada esos días?
S.R. - En el momento que fui yo había más problemas en el sur de Colombia y en Bogotá también donde estuve bastante tiempo pero sabía que había ciertos horarios en los que tenía que dejar de manejarme sola por la calle, por ejemplo a partir del atardecer. Estar siempre alerta y si vas solo tenés que estar alerta siempre, no podés manejarte como si estuvieras en tu casa.
LP - ¿Y el alojamiento en las poblaciones más pequeñas dónde era?
S.R. - Las poblaciones aunque fueran chicas si son turísticas tienen hostels todas.
LP - ¿Qué rescastás del viaje a Colombia?
S.R. - Como país me encantó y está dentro de mis planes volver. Y un primer crecimiento de decir sí yo puedo. Sola lo logro. Al final sí. Sola puedo, lo que quiero lo logro.
LP - Después pensaste en el segundo viaje.
S.R. - Lo pensé desde siempre. En realidad mi sueño era Viena y Praga. Y después de hacer ese viaje a Europa con mi familia hace cinco años dije tengo que conocer la Europa Imperial pero sabía que era caro, que necesitaba ahorrar, que el traslado es costoso, cuando volví de Colombia me propuse juntar el dinero, quise hacerlo en enero del año pasado y no llegué, el dólar había aumentado mucho, seguí ahorrando un año más y llegué.
LP - ¿Cómo lo organizaste?
S.R. - En julio del año pasado empecé a buscar vuelos con anticipación con los precios. Mi idea era estar treinta días porque hacer semejante viaje era para hacerlo de un tirón y conocer varios lugares de una sola vez. De golpe me encontré con que la tarifa más económica se daba con treinta y seis días. Quise pagarlo con mi tarjeta, pero no era suficiente, un familiar me facilitó la propia y lo pude comprar. A partir de allí con los pasajes, empecé a ver cómo terminaba de ahorrar para estar allá. Hice los cálculos, el promedio de dinero que necesitaba por día por hostels, me subí al colectivo en diciembre hasta Buenos Aires y partí.
LP - ¿Saliste de Argentina antes de las fiestas de fin de año?
S.R. - Sí. Tomé el colectivo desde Sunchales el once de diciembre. Quería pasar las fiestas fuera el país. Y me encantó.
LP - Al tener los pasajes comenzás a armar el itinerario tentativo.
S.R. - Claro ya tenía un par de lugares pensados, pero de golpe eran más días, así que tuve que agregar más lugares que no estaban dentro de mis planes. Y fui viendo. Planeé con las capitales de los países que vi primero, y después pensé que tenía que meter algunas ciudades más chiquitas para ocupar el tiempo porque si no me iba a quedar mucho tiempo en cada ciudad. Y agregué tres o cuatro ciudades más pequeñas que valieron mucho la pena, de verdad.
LP - ¿Sabías con qué te ibas a encontrar en cada ciudad? ¿Tenías información, un plano?
S. R. - No. Llegaba al hostel sin nada y preguntaba. Aunque iba sabiendo historias básicas de los lugares, de algunos nada, pero consultaba con la gente de cada lugar. O hacía los free tour para aprender un poco de la ciudad y allí siempre te recomendaban algo. Esos circuitos locales son gratuitos y das una propina al final. Los guías suelen ser estudiantes, casi siempre latinoamericanos o españoles. En un par de casos los tuve que hacer en inglés, y el mío es totalmente básico (risas). Pero zafé bastante, no tuve ningún problema.
LP - ¿Cuántas ciudades recorriste?
S.R. - Once.
LP - ¿Te resultaron largos algunos días en pueblitos con menos atractivos?
S.R. - No. En realidad me resultaron largos todos los días del viaje porque oscurecía muy temprano, a las cuatro de la tarde, entonces a las siete de la tarde ya tenía sueño. Amanecía a las ocho recién. Pero siempre encontraba algo, todo el tiempo te la rebuscás para aprovechar todo lo que puedas.
LP - ¿Cómo resolviste el tema de la comida?
S.R. - Buscaba hostel con cocina y cocinaba, y es lo bueno de esos lugares. Vivía a guisos como los mochileros. Fideos, verduras, iba a supermercados. Restoranes nunca, y sí en mercadillos navideños. Era el desayuno y una comida por día.
LP - ¿Qué te queda como síntesis de la experiencia?
S.R. - De que lo logré. De que superé un montón de barreras personales, sobre todo barreras que yo me imponía. Y fue un viaje en el que pude pensar solo en mí. Que los únicos problemas que puedo tener son míos, los tengo que solucionar y los puedo solucionar. Y los solucioné. (risas)
LP - Se ríe seguro en un viaje así. ¿Se llora?
S.R. - Se llora, se llora… Soy medio dura pero las emociones fluyen. Y no hay forma, las tenés que dejar pasar. Estás solo, no tenés con quién compartirlo.
LP - ¿Qué mencionás como momentos destacados del viaje?
S.R. - Praga. Llegué a Praga y fue sorprenderme con todo y en cada rinconcito. Y me pasó en Poznan que fue el momento del viaje en el que emocionalmente decaí y al día siguiente activé nuevamente. Era la mitad del viaje más o menos ahí. Y era mucha carga, aunque iba escribiendo y procesando.
LP - ¿Cómo te resultó viajar con el castellano y el inglés como únicos idiomas que conocías?
S.R. - En un momento me cansé de cómo pensar en inglés, pero después dije bueno, si superé poder comunicar lo que necesitaba, estaba bien. En Polonia para comprar el boleto de colectivo la señora no hablaba inglés así que tuve que cruzar a información turística para pedir ayuda.
LP - ¿Anécdotas lindas?
S.R. - El primer día en Viena me perdí como buena pueblerina. Me encontré con gente bella, aprendí un montón, de todos lados, hablé hasta con un afgano que nunca pensé me iba a encontrar. Con algunos seguimos comunicados. Rescato eso sobre todo.
LP - ¿La soledad se siente?
S.R. - A mí la soledad me gusta así que no la padezco. Puede aparecer una que otra vez pero siempre tenés con quién hablar y con quién estar. Iba por la calle hablándome a mí misma.
LP - ¿Cuál es el próximo destino?
S.R. - Tengo varios (risas). Si llego me gustaría hacer Gran Bretaña, la segunda opción sería España, Francia y Portugal.
por Raúl Vigini
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