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La Palabra Domingo 17 de Julio de 2022

En busca de... Quino, dibujante humorístico

Titiritero gráfico Es un gigante en su mínima expresión. De bajo perfil, tranquilo y reflexivo, deja en evidencia su altísima sencillez y profunda timidez en el relato. Alejado de su diaria tarea de dibujante, sigue de cerca el destino de su vasta obra y revive sus viñetas pensando en el nuevo libro que se está presentando. Recibió a LA PALABRA en el estudio de su propio hogar, donde desde un rincón del escritorio vigilaba sigilosa una Mafalda sentada vestidita de verde manzana, y frente al ventanal luminoso que descubría los movimientos de la gran ciudad desde la altura, conversó pausadamente de sus recuerdos.

Crédito: El padre de la criatura: Quino con LA PALABRA Foto 1 de 4
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - Si le pido que me lleve a su infancia. ¿Qué imágenes serían las que nos reciben en ese paisaje?

 

  1. - Los de una Mendoza muy tranquilita, muy tranquilita, donde pasaba un coche cada media hora, los proveedores venían en unos carros tirados por caballos y traían la mercancía a la casa y gritaban desde el zaguán. Había un andaluz que traía tomates y no recuerdo que otras verduras que paraba el carro frente al zaguán y gritaba: “¡Traigo el sol y la luna de los tomates!”. O sea era un poeta el verdulero. Vendía poesía y tomates.

 

LP - ¿Quién lo llamó Joaquín además de su maestra?

 

  1. - Me llama Joaquín la gente que no me conoce. Llama gente por teléfono y pregunta “Hola, ¿está Joaquín?”. Entonces mi mujer dice “¡Zas, este que llama no te conoce, quién sabe quién es?”. En la infancia no, digamos que hoy se utiliza en medicina que los médicos les digan a los pacientes por su nombre de pila, pero es una novedad.

 

LP - ¿Hasta cuándo estuvo en Mendoza?

 

  1. - Hasta que hice el servicio militar, o sea, se hacía a los veinte años, y se salía casi a los veintiuno.

 

LP - En esos tiempos ya había pasado por toda la inspiración que el tío tocayo pintor y diseñador le había transferido.

 

  1. - Eso fue desde los tres años más o menos. Más aun porque ese tío que también se llamaba Joaquín vivía en mi casa.

 

LP - ¿Siempre el dibujo fue un entretenimiento hasta que se dedicó a él formalmente?

 

  1. - Siempre. Tratando de hacer humor mudo, que era lo que me gustaba, y se usaba bastante. Lino Palacio hacía mucho humor mudo. Y el cine tuvo mucha influencia en esta falta de palabras. Porque era todo imagen, que es lo más puro que hay, no? Aunque a veces hay situaciones que no se pueden reducir tanto a que no tengan palabras. Si no, no se entiende nada.

 

LP - Inclusive le exige un trabajo particular y extremo al dibujante para decir todo sin una palabra…

 

  1. - Claro…

 

LP - ¿Podemos confirmar que nace Mafalda con una publicidad?

 

  1. - Sí, claro. Esa es la historia. Pero no se hizo esa campaña publicitaria. Y Mafalda empezó como tira gráfica después.

 

LP - Ese personaje se concibió teniendo en cuenta lo que había que promover en el aviso publicitario. Pero en el inconsciente -o no- ¿considera que Mafalda, su familia y sus amigos, eran un poco Quino, su familia y sus amigos?

 

  1. - Y, yo creo que es inevitable que eso suceda, sí.

 

LP - Y fueron apareciendo caracteres cercanos…

 

  1. - Si, Felipe sobre todo, la timidez de Felipe es autobiográfica completamente.

 

LP - Era como una sesión de psicólogo…

 

  1. - (risas)

 

LP - ¿Y los demás personajes quiénes los inspiraron?

 

  1. - Creo que fue por aburrimiento mío de no repetirme, porque la tira inicial era Mafalda con su papá y su mamá, entonces el mecanismo era que Mafalda leía algo en el diario o lo veía por televisión e iba a preguntarle a los padres por qué eso. Pero claro, a la tira número treinta yo estaba cansado…

 

LP - Les quedaba chico el departamento y aparece algún inspirador del entorno…

 

  1. - Sí, o no aparece el inspirador pero… sí siempre hay un inspirador, sí.

 

LP - Una característica de su trabajo fue que se concretó a través de una empresa familiar donde hubo una compañera que compartió esa tarea.

 

  1. - Claro, hay una compenetración tan grande -o yo la creé, no sé, con el trabajo, porque soy muy obsesivo para casi todo pero para el trabajo también- que tomé mi profesión como una especie de religión ortodoxa, inclusive dependíamos mucho de lo que tenía que hacer, por ejemplo para salir de vacaciones había que adelantar el trabajo para que saliera mientras uno no lo dibujaba. Entonces la vida cotidiana dependía mucho de eso. Y eso también traía inconvenientes en la pareja, porque Alicia, mi mujer, estaba bastante harta.

 

LP - Pero se superaban esos momentos y seguían trabajando, y seguían viajando…

 

  1. - Bueno, eso de viajar sí que es todo mérito de mi mujer, porque yo era muy vago, soy muy vago para tomar iniciativa para todo.

 

LP - Desde la visión de Quino cuénteme algo de la sopa.

 

  1. - La sopa es todo aquello que a uno le obligan aceptar sin que uno tenga ganas.

 

LP - ¿Le tocó eso de chico?

 

  1. - Sí, claro, mi madre hacía mucha sopa, que a mí me gustaba también, la sopa de fideíto cabello de ángel. Bueno, entonces lo tomé como a los gobiernos militares que teníamos que aguantar sin querer…

 

LP - Usted siempre hizo referencia a los derechos humanos. Y en el ’76 se fue a Milán. ¿Cuál fue el motivo? 

 

  1. - Bueno, la coincidencia es la situación que vivíamos acá.

 

LP - Un mensaje para los lectores.

 

  1. - No tengo otro que el mismo que le vengo dejando a la gente en mis trabajos, los valores, la convivencia…

 

por Raúl Vigini

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