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La Palabra Sábado 30 de Enero de 2016

En busca de… Paula Carrete y Esteban Rubinstein, médicos de familia

Para evitar la fatiga…

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

Ambos integran el equipo médico del Hospital Italiano de Buenos Aires y también pertenecen al grupo de autores de los libros -que desde la editorial que la misma entidad de salud fundó hace varios años- vienen ofreciendo, según los casos, a colegas y a lectores en general. En esta oportunidad se abocaron a desarrollar la mirada profesional de un tema cotidiano en los consultorios, que en tiempos de mayores alteraciones en la calidad de vida nos suele traer complicaciones con el equilibrio saludable deseado. En esta charla con LA PALABRA nos explican sus experiencias con los pacientes.

 

LP - ¿Qué características se reconocen en este problema de salud?

P.C. y E.R. - Ante una persona que consulta por este síntoma interrogamos sobre cuánto hace que lo siente, cuán severo es, si ha afectado su vida cotidiana y cómo, si ha encontrado alguna estrategia para resolverlo. También preguntamos sobre la presencia de otros síntomas -diarrea, pérdida de peso, fiebre, etcétera- e intentamos conocer cómo es el contexto de quien consulta. Para ello preguntamos, por ejemplo, sobre su grupo de pertenencia, sus relaciones y soportes sociales, sus actividades cotidianas, su autoestima, sus actividades recreativas, su descanso, si tiene problemas familiares, laborales o económicos, si se siente triste o solo, si se encuentra atravesando alguna crisis, si ha tenido pérdidas recientes, si está al cuidado de un ser querido crónicamente enfermo, expuesto a situaciones como la violencia de género o conviviendo o preocupado por un ser querido adicto. Estos datos nos permiten caracterizar el cansancio y evaluar si el contexto puede estar influyendo a favor de su persistencia. Pero también nos permitirán desarrollar una estrategia terapéutica acorde a cada paciente en particular. Es decir, si quien consulta está sobrecargado por el cuidado de su madre con enfermedad de Alzheimer podremos ayudarlo trabajando sobre posibles estrategias para aliviar el agobio.

 

LP - ¿Cómo se intenta superar esa instancia del paciente cansado?

P.C. y E.R. - El manejo de este problema dependerá de lo que surja del diálogo entre el médico y quien lo consulta, de los datos que el médico recoja luego de examinarlo y de los estudios complementarios que este considere oportuno realizar. No hay una medicación específica para el cansancio. Sin embargo, hay herramientas que pueden ayudar a quien está cansado. La primordial es la escucha. A veces, el simple relato de la situación en la que se encuentra o de todas las actividades que realiza alcanza para que la persona se dé cuenta de que es lógico que esté cansada. La escucha también le permite al médico contextualizar el problema y ajustar el tratamiento al diagnóstico pero, sobre todo, a la persona que lo consulta. Entonces pueden utilizarse otras estrategias como la redefinición del problema -por ejemplo, "no es cansancio, es duelo"-, la realización de una entrevista familiar -en casos de problemas contextuales-, el consejo y la contención, el uso de algunos fármacos como antidepresivos o vitaminas, la recomendación de un tratamiento psicoterapéutico, la suspensión de un fármaco que esté provocando cansancio como efecto secundario, y, algún tratamiento específico si se detecta una enfermedad determinada.

LP - ¿Los médicos también se cansan?

P.C. y E.R. - Sí, claro, y a veces también nos cuesta identificar la causa del cansancio y hacer los cambios necesarios para resolverlo.

LP - ¿Cuándo se empieza a pensar en un nuevo libro como en este caso?

P.C. y E.R. - A nosotros nos gusta hacer libros y escribir, hemos escrito otros libros con colegas de nuestro servicio y siempre buscamos ideas y propuestas nuevas. Comenzamos a trabajar a partir de un capítulo sobre el cansancio publicado en el libro de Medicina Familiar del Servicio y lo enriquecimos con viñetas clínicas surgidas en nuestros consultorios cotidianos, historias que dieran cuenta de la relación médico paciente, del desafío que implica una consulta por cansancio, de la versatilidad de estrategias a las que se puede recurrir para ayudar a una persona cansada y, con este objetivo, lentamente fuimos construyendo este nuevo libro.

LP - ¿Quiénes son los destinatarios de esta novedad bibliográfica?

P.C. y E.R. - Cuando pensamos el libro imaginamos lectores que fueran médicos, sin embargo, estamos viendo que muchas personas que no son médicas también se han entusiasmado con él. Tal vez eso ocurre porque el cansancio es un problema muy frecuente y el libro está escrito en un lenguaje sencillo como el que usamos cotidianamente en nuestro consultorio con nuestros pacientes. Además, la mayor parte del libro está destinada a describir situaciones reales en las que muchos lectores pueden verse reflejados.

LP - Una anécdota con pacientes o colegas sobre este tema.

E.R. - Siempre recuerdo una, la primera sobre la que escribí sobre este tema. Fue la consulta de una mujer joven que vino a verme porque estaba cansada. Hablamos sobre su contexto: tenía dos hijos pequeños, se había mudado recientemente a Buenos Aires desde La Pampa luego de separarse del padre de sus hijos que había quedado allá, trabajaba como docente y, como si fuera poco, estaba cursando una especialización en educación. Le pregunté sobre el cansancio y la examiné sin hallar anormalidades. Le expliqué que me parecía que el cansancio tenía que ver con su contexto, con las exigencias a las que estaba expuesta: el duelo reciente por la separación y la partida de su ciudad de origen, la llegada a Buenos Aires, el hecho de criar a sus hijos sin ayuda, el trabajo, el estudio… Además le pedí unos análisis y cuando me los trajo vi que tenía anemia, que puede manifestarse con cansancio. ¿Y ahora? ¿El cansancio era por el contexto o por la anemia? Asumí que el cansancio tenía que ver con las dos cosas y así encaramos -ella y yo- el tratamiento: con medicamentos para resolver la anemia y trabajando sobre posibles cambios en la organización familiar y en sus tareas cotidianas para que el contexto fuera más favorable. Esa es la tarea del médico de familia: atender personas y armar el cuidado de acuerdo a cada una de ellas.

LP - Ustedes integran PROFAM ¿De qué se trata?

 

P.C. y E.R. - PROFAM es un Programa de educación continua en salud familiar, ambulatoria y comunitaria desarrollado en forma conjunta por el Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano de Buenos Aires y el Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires. El programa ya ha cumplido veinte años e incluye educación presencial y a distancia destinada a médicos. En él han participado colegas de todo el país y del exterior. Su objetivo es profundizar la formación en atención primaria de la salud. Se trata de un programa eminentemente clínico, cuya filosofía es abordar los diferentes temas de una manera sencilla y práctica, focalizando en las tareas más habituales del personal de salud en el consultorio, o en la guardia, cuando debe resolver los problemas cotidianos de sus pacientes.

 

LP - Algo más que deseen agregar.

 

P.C. y E.R. - Sí. Nos gustaría dejar en claro que si bien no hay un medicamento mágico, creemos que es mucho lo que los médicos de familia/generalistas, clínicos, pediatras o geriatras pueden hacer por los pacientes que consultan por cansancio. Rescatamos el hecho de que muchas personas que están un poco deprimidas, o son un poco ansiosas, o tienen un familiar enfermo que les preocupa -sobre todo si este es alcohólico, o tiene demencia, etcétera- no suelen consultar al médico porque creen que para ellas no hay nada. Esto no es así: la escucha del médico y la posibilidad de pensar en alternativas, como tomar antidepresivos, o acudir a ALANON, son ideas que pueden ocurrir en la consulta de un médico con tiempo y ganas de meterse en este problema.

por Raúl Vigini

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