Por Raúl Vigini
Nacer para hacer
Uno puede hablar con ella alguno de los cinco idiomas que domina además del nuestro como traductora e intérprete, pero aquí es otro el tema convocante. Su paso por diferentes instancias de la militancia social permitió forjar una mirada tan amplia como le resulta posible de la vida cotidiana, de los problemas comunitarios, de las carencias cuando la inclusión no se ve, entre otras realidades. Emprendió desde ese espacio la edición de una revista de características solidarias donde el vendedor es el eslabón principal de la cadena de roles. Hoy celebran los primeros quince años de edición y nos recibió para conversar de sus proyectos con LA PALABRA.
LP - ¿Cómo se relacionaron con los primeros posibles vendedores?
P.M. - Nos acercamos en las calles junto al primer equipo fundador -Jorge, María, Chris, Sergio, yo-, circulamos los lugares a los que suelen acercarse las personas que no tienen trabajo o están en situación de calle; aprendimos sus circuitos y recorridos caminando las calles, visitando ranchadas, acercando la propuesta. Junto con las recorridas, dimos nuestro número de teléfono a todos y cada uno de los posibles futuros interesados en convertirse en vendedores de HBA y les avisábamos que podían llamarnos con cobro revertido. Así es como iniciamos. Hoy, más del sesenta por ciento de las personas que se acercan para registrarse como vendedores-as, lo hacen a través de otros vendedores-as.
LP - ¿Cuál es la metodología de la empresa editora?
P.M. - La idea central es ofrecer una chance de salir adelante para personas marginalizadas de las oportunidades. En cuanto a lo formal, armamos una organización que responde más o menos a las necesidades operativas y estratégicas para llegar todos los meses con una revista de calidad a las calles de manos de nuestros vendedores- as, editando un producto de calidad, que interese e informe a los lectores y que literalmente -aunque no siempre lo logremos- le saquen de las manos la revista a los vendedores. Idealmente es una revista que los vendedores están orgullosos de vender y el público ávido de comprar y leer. Vendemos contenido periodístico en pos del mejoramiento de la calidad de vida de nuestros vendedores. Nos centramos en poder unir dos grupos sociales que por lo general no se juntan: los que tienen con los que no tienen, en pos de generar un cambio social positivo. La revista Hecho en Bs. As. está gestionada por una empresa social nucleada en una asociación civil. Hecho en Bs. As. se financia con la venta de la revista y la publicidad, y algunos aportes no permanentes de instancias público-estatales sobre todo para apoyar nuestros programas sociales destinados a ayudar a nuestros vendedores a completar un proceso integral de inserción
LP - La empresa creció y generó A cultivar… ¿de qué se trata?
P.M. - “A Cultivar que se acaba el mundo…” es un proyecto de la misma organización que edita la revista Hecho en Bs. As. Entendemos “A Cultivar…” como un mecanismo de prevención de la pobreza urbana: si logramos evitar que pequeños productores abandonen el campo en busca de oportunidad que es en la ciudad, estaremos aportando también a la merma de la pobreza urbana. “A cultivar…” es un espacio en una casona de San Telmo dedicado a los productos y productores orgánicos y agroecológicos. Es una iniciativa surgida a partir de Hecho en Bs. As. empresa social que empezó como una sección dedicada al comercio justo y el consumo responsable en Hecho en Bs. As. en 2008 y derivó en la concreción de los principios que promovemos. Entendemos el comercio solidario y el apoyo a pequeños productores agroecológicos y orgánicos como uno de los pilares de una sociedad más justa y equitativa, continuando nuestra misión de ofrecer oportunidades de inclusión a grupos marginalizados. Permitiendo que el pequeño productor acceda a un espacio de comercialización promovemos circuitos inclusivos. El otro lado de la moneda es la promoción del consumo responsable: “A Cultivar…” acerca el productor al consumidor, posibilitándole el acceso a productos elaborados según los principios del comercio justo, la agricultura familiar, sin pesticidas ni agrotóxicos. Hoy “A cultivar..” nuclea productos de unos setenta productores, entre los cuales se cuentan, emprendimientos del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), la Mesa Provincial de Pequeños Productores, Finca La Rosendo, Obreras de Miel, Pájaro Tigre, Perinawa Verduritas, Don Hilario, Finca Liemich, Jepe´a, Red Cañera, Finca ISIS, junto a otros productores independientes, cooperativos, empresas sociales, de diversos puntos del país. Aunque intentamos que los productos recorran el menor tramo posible hasta llegar al consumidor. “A Cultivar…” es un almacén kilómetro cero, que es un concepto que, justamente, hace referencia a la distancia que recorren los alimentos desde el lugar de producción hasta que llegan al consumidor, es una dimensión utilizada a la hora de analizar la huella ecológica de los alimentos y es uno de los conceptos de la filosofía SlowFood.
LP - ¿Qué llegada tienen a la comunidad con la promoción de productos orgánicos además de la propia revista que los anuncia?
P.M. - Hay como una conciencia nueva en la gente, hay más información sobre alimentación saludable y sobre la producción alimentaria de la agroindustria que tanto intoxica a la población con sus pesticidas. La idea es generar un espacio en donde los productos orgánicos sean populares y no solo de acceso para una élite.
LP - ¿Qué les gustaría que sucediera en corto y mediano plazos?
P.M. - Que todos compren, lean y difundan Hecho en Bs. As. y lo entiendan como la metáfora de periodismo, arte y cultura para el cambio social! Mientras haya personas que lo necesiten, seguiremos editando una revista que levante debate sobre temas sociales y ambientales, y seguiremos proponiéndonos ofrecer lo mejor para quienes siempre recibieron lo peor. Pero nuestra meta, la utopía en el horizonte, es no ser más necesarios.
En cuanto a “A Cultivar…” nos gustaría crear un foro de productores orgánicos y agroecológicos nucleados en “A Cultivar…”, un centro de servicios sociales y productivos, una red de huertas orgánicas barriales, ¡y por qué no una huerta en la Casa Rosada, que está a cinco cuadras de nuestro espacio!
por Raúl Vigini
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