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La Palabra Sábado 20 de Agosto de 2016

En busca de… Mora Martínez, música

Llevando la voz cantante Nacida en General Roca, ciudad llamada Fiske Menuco en lengua mapuche, provincia de Río Negro. Se radicó en la capital del país hace dos décadas, egresó en la carrera de Musicoterapia en la UBA y actualmente cursa la licenciatura de la misma. En su labor profesional es docente de canto y cantante. Fue una de las fundadoras integrantes del trío femenino Aymama, y actualmente emprende desde la individualidad varios proyectos culturales de valioso contenido. En esta charla amena con LA PALABRA nos cuenta de sus propuestas.

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - ¿Cómo y cuándo te llegó alguna vez la música?

M.M. - La música forma parte de mi vida desde siempre. Mi familia es principalmente de cantores. Mi mamá cantó siempre en agrupaciones corales como el ProMúsica de la ciudad, creado y dirigido por José Luis Bollea, quien fue uno de mis principales referentes. Después en grupos vocales -Pedregal y Las Lunas- donde el repertorio era música popular latinoamericana. Gracias a ella mi infancia estuvo colmada de voces que sonaban en armonías maravillosas y entonces a mi oído le resultaba natural esto, oír de cantar a voces  y poder identificar lo que hacía cada una. Por otro lado, mi papá gran cantor, con un repertorio más tradicional, y con una forma de cantar más a “viva voz”. En esa riqueza tímbrica me crié. Las largas guitarreadas donde, según los ámbitos se escuchaban imitaciones de Los Fronterizos o una canción de Chico Buarque. O la posibilidad de que después de un recital, seguramente en la casa del Negro Soria -amigo y productor de la zona- se armaba la guitarreada con Juan Falú o Jorge Marziali o Carlos Aguirre entre otros miles. Para ese entonces yo los miraba y soñaba poder participar cuando “fuera grande”.  

LP - ¿Qué motivó tu decisión de ir a Buenos Aires?

M.M. - A Buenos Aires llego en el 97, apenas terminado el secundario a estudiar fonoaudiología.

LP - ¿Cómo te recibió la gran urbe?

M.M. - Al principio me costó mucho adaptarme; tenía la sensación de ser un mínimo granito de arena en medio de un desierto inmenso; me perdía en la gente y sentía que nunca iba a poder ubicarme, era inabarcable. Venía de una ciudad pequeña donde nos conocíamos todos; pero con el tiempo me fue gustando y empecé a disfrutarlo. Si bien tengo momentos en los que quiero salir corriendo, logré armar un modo de vida que me permite mantenerme bastante impermeable al ritmo de la ciudad y así poder disfrutarla. Trabajo en mi casa, me muevo en bicicleta o caminando y eso ayuda mucho además de los afectos que fueron creciendo con el tiempo.

LP - ¿Sentiste la soledad alguna vez?

M.M. - Claro, muchas veces la siento, pero se fue transformando con los años y empecé a disfrutarla.

LP - ¿Qué actividades desarrollaste ya instalada entre porteños?

M.M. - Las clases de canto y técnica vocal son una constante a lo largo de todos estos años; también estudié piano, percusión, danzas y yoga. Una vez que terminé la facultad, me dediqué a hacer música, a cantar y formé parte de diferentes proyectos que me nutrieron y donde aprendí mucho. Conocí a mucha gente muy valiosa, que admiro y que me enseñó mucho. Desde hace unos años comencé a trabajar en producción que es algo que siempre me gustó mucho. Primero junto a Raúl Colombo -productor y representante de artistas-, y después armamos MGM Producción, un equipo de gente con la que trabajamos en la programación de ciclos de música popular. Durante dos años en la sala Hasta Trilce, del barrio de Almagro de  Capital Federal, llevamos adelante en un ciclo todos los jueves del año,  y desde un año trabajamos en la programación de la sala El Gutiérrez Casa Taller en Banfield, Buenos Aires.

LP - ¿Cómo cuidaste la voz estos años?

M.M. - El trabajo de la técnica vocal fue siendo cada vez más significativo a medida que fui descubriendo, entendiendo y reconociendo que me daba mucho placer y alegría tener mi voz sana, disponible. En la adolescencia tenía dificultades, solía quedarme disfónica muy seguido y entonces cantar me resultaba difícil. También tenía mucho prejuicio con respecto al estudio del canto, sentía que había algo natural que podía perderse. Pero con el tiempo y la experiencia entendí que no era así; que la única manera de poder desarrollarme era estudiando; solo así podía ampliar la paleta de recursos para expresarme más genuinamente. En mi experiencia, el trabajo con la voz estuvo directamente relacionado con lo que sucede emocional y físicamente, entonces acompaño los procesos de aprendizaje con el trabajo terapéutico y actividad física.

LP - ¿Si tuvieras que hacer un balance de la década con Aymama?

M.M. - Aymama es una de las cosas más hermosas e importante que me pasaron. Recuerdo haber imaginado en algún momento la idea de un grupo formado solo por mujeres haciendo música argentina, pero siento que la realidad superó totalmente a mi imaginación. Fueron años muy intensos, de muchas satisfacciones, mucho trabajo y crecimiento musical y humano. Viajes, reconocimiento de colegas y maestros, del público, grabamos tres discos, recibimos premios, compartimos escenario con músicos muy queridos y admirados, fue hermoso y yo estoy muy agradecida. El grupo cumplió un ciclo, una etapa, y ahora cada una de nosotras está haciendo su camino y, quién sabe, en algún momento volvamos a encontrarnos y Aymama vuelva a sonar.

LP - ¿Cómo te fue con la cuestión de género en el ambiente que te contiene?

M.M. - La verdad, no tengo un registro muy significativo del tema. Creo que nunca estuve muy atenta a eso y entonces si pasaron cosas, no les di mucho lugar.

LP - Estás emprendiendo una nueva etapa de tu vida profesional. ¿Con qué mirada?

M.M. - En este momento estoy en dos proyectos. Uno es el dúo con Paula Suárez, con quien compartimos la música desde hace muchos años. Ambas formamos parte de Aymama pero siempre tuvimos un repertorio en dúo que fue cambiando y en este momento tiene casi en su mayoría composiciones de Paula. A mí me entusiasma mucho esto de ponerle voz a canciones nuevas y más si las comparto con la autora; siento que es un privilegio y un compromiso hermoso para mí como intérprete. Por otro lado, un proyecto compartido con tres guitarristas muy queridos Leonel Iglesias, Sebastián Henríquez y Juan Manuel Colombo que hizo todos los arreglos, dedicado a la obra de Chacho Müller. También participo cantando como invitada que es algo me gusta mucho hacer, y de a poco voy gestando lo que será un proyecto solista pero sin apuro, ya llegará.

LP - Abordaste la obra de Chacho Müller y la estás presentando. Contános del proyecto.

M.M.  Esta idea surgió de una convocatoria que hizo Juan Manuel Colombo, donde nos propuso a cuatro cantores hacer un Ciclo de autores argentinos. Me encantó la idea y entonces elegí a Chacho Müller. Me emociona y me cautiva su obra tanto la poesía como la música.

LP - ¿Será un disco próximo a disfrutar ese repertorio?

M.M. - Ojalá que sí, está la idea.

LP - ¿Cómo conociste a Chacho? ¿Qué te cautivó de esos temas?

M.M. - Primero me llegó escuchando discos de Mercedes Sosa y Liliana Herrero, y un día me  prestaron el disco Monedas de sol. Me enamoré del repertorio, que además estaba arreglado hermosamente por el Negro Aguirre. Fue un disco que escuché mucho en diferentes momentos y que recorrí nuevamente ahora para trabajar el repertorio.

LP - ¿Te llegaron anécdotas o información de su vida?

M.M. - Sí. Fuimos charlando con gente que lo conoció y compartió con él. Así el Negro Aguirre, me contó como fue el proceso de gestación de los arreglos y la relación con Chacho el tiempo que estuvo viviendo en su casa. También tuve la suerte de charlar con Hilda Herrera que fue muy cercana y que conoce mucho su obra. Juan Manuel encontró un audio de una nota en el programa Sosteniendo Utopías, de Córdoba, en el que contaba acerca de cómo sentía la música, de su formación y de su trabajo como educador.  También vimos el programa “La canción del lugar”, que realizó el Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. Todo nos fue de gran ayuda para conocerlo un poquito más y seguimos queriendo saber más de él.

LP - ¿Alguna vez extrañaste tu lugar de origen?

M.M. - Sí, por supuesto, siempre se extraña el lugar, el paisaje y los afectos, la familia y amigos que quedaron allá. Es una sensación ambigua, porque me entristece estar lejos pero al mismo tiempo me gusta sentirlo y reconocerlo como propio; me sigo sintiendo de ese lugar y siempre está en mi cabeza la posibilidad de volver.

LP - ¿Cómo te llevás con las emociones?

M.M. - Me parece que nunca se termina de trabajar y desarrollar lo que pasa con ellas y eso está bueno. La sensación es que con los años, voy estando más atenta y consciente y con más necesidad de detenerme a ver lo que me generan. Creo que es una hermosa manera de transitar la vida, si no la única, y el canto, la música me conecta directamente con ellas.

por Raúl Vigini

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