Por Raúl Vigini
LP - ¿Por qué la historieta en tu vida?
J.G. - Yo leía algunas cuantas historietas de chica, por ejemplo, en la Revista Anteojito pero no era una fanática. Un poco de casualidad cuando estaba estudiando en TEA, se acercaron de Todo es Historia, a preguntar quién quería escribir, y nos hicieron presentar ideas que estuvieran ligadas a la historia. Y a mí se me había ocurrido que podíamos tomar la historieta para leer la historia. Eso fue como la primera investigación que hice en función de la historieta. Y básicamente como que encaminé mi oficio que es el de periodista desde dos lados que tienen que ver con la cultura y los derechos humanos, y la historieta. En algunos períodos más fuerte uno que otro y en algunos momentos confluyeron. Bueno, hice esa nota, me quedó picando, leí un montón de cosas, y después azarosamente le habían ofrecido a Silvina Walger que trabajaba para Ediciones De la flor hacer la cronología de Mafalda para Toda Mafalda y ella no podía. Como me conocía de La Maga donde trabajé, me la ofreció a mí, y le dije que no por ser demasiada responsabilidad. Al tiempo me lo volvió a ofrecer, acepté, me pasé unas noches sin dormir, y la armé. Fue una cronología que por años no volví a leer, pero después me pareció correcta. Quino le hizo algunos señalamientos de propia mano que tengo guardados. Y ahí nació una relación con De la flor, porque después me pidieron textos para Inodoro Pereyra y para Boogie el aceitoso. Después de esos libros le dije a la editorial que me parecía que faltaba una historia de la historieta. De ahí sale la idea de hacer el libro en el año dos mil.Pero después del libro hay una nueva generación de dibujantes.
LP - Tus estudios…
J.G. - Estudié en TEA que es un terciario de periodistas, y estudié en la facultad, pero no terminé la carrera porque en ese momento no era imprescindible un título para trabajar y en TEA salíamos con una formación importante, con mucha ayuda de los profesores para insertarnos. Era una escuela chiquita, muy personalizada. A mí me resultó relativamente fácil ese ingreso y empecé a trabajar. Por eso dejé la facultad, además de tener bastantes problemas con ese sistema universitario, me ponen muy nerviosa los exámenes, no sé si volvería a la facultad. Estudiaría, pero de otra manera. Siempre trabajé en área de cultura, entonces el periodismo mismo era un área de nuestra formación, estaba en la parte de libros, y leía mucho.
LP - ¿Qué es Historieta por la Identidad?
J.G. - Es un proyecto que hicimos desde la Biblioteca. Nació con Abuelas de Plaza de Mayo, cuando hace unos años hicieron una convocatoria a dibujantes y a guionistas. Conectaron a un guionista y a un dibujante con un hermano que les contó del hermano que le falta, de la búsqueda que están haciendo, y eso lo transformaron en una historieta. La gran parte de este trabajo lo hicieron desde Abuelas, cuando lo conocí les ofrecí tratar de conseguir los originales y exponerlos, y a partir de ahí hicimos un trabajo en conjuntodonde nosotros agregamos algunas historias, y conocimos dibujantes. La muestra empezó a itinerar, y en esa itinerancia se revelaron otras historias que sumamos a la base que estaba hecha por Abuelas, pero había quedado un poco dormida.
LP - ¿Qué otras muestras organizaste?
J.G. - Hice “Nos tocó hacer reír” la de Frankfurt que mencioné, después hice la que se llamó “Ciento por ciento Negro” que fue al poquito tiempo de la muerte de Fontanarrosa. Las demás estaban enmarcadas en las que hicimos desde la Biblioteca.
LP - ¿Qué rescatás de los dibujantes que conociste personalmente?
J.G. - En general rescato el trabajo que hice primero, la muestra de dos mil diez fue un gran contacto que hice con muchísimos dibujantes porque tenía que tratar de dar cuenta de todo lo que pudiera de la historieta argentina, y eso fue muy interesante y muy bueno. En ese momento y en general tuvimos muy buena disposición de la gente. Generosa, que valora lo que hacemos, que nos acompaña muchísimo, nos apoya, estoy muy agradecida y creo que toda la tarea que hice fue porque ellos se sumaron. Y si bien es nuestro trabajo, a todo le ponemos mucho más de lo que exige una actividad burocrática.
LP - De los nombres más trascendentes de la historieta ¿a quiénes frecuentaste personalmente?
J.G. - Creo que entre lo que hice para De la flor, la muestra y lo de la Biblioteca, fueron casi todos. Solano López, a Fontanarrosa lo entrevisté, además, con algunos con más grado de cercanía que con otros, con algunos de manera más profesional por cuestiones de edad.
LP - ¿Algo diferente en ellos? ¿Algo para destacar de los historietistas?
J.G. - Creo que muchas cosas. De las que me acuerdo son dos actitudes. La de Quino de haber dejado Mafalda cuando estaba en pleno éxito. Y en alguna medida Fontanarrosa hizo lo mismo, porque le habían ofrecido publicar Inodoro Pereyra todas las semanas en Clarín y él dijo que no porque no podía garantizar la calidad. Eso para mí fueron dos aprendizajes muy grandes porque es alguien capaz de pensar tanto en el otro y de reflejar tanto como para correrse de un momento de éxito cuando todo el mundo le pedía por favor que siguiera, que hubiera podido hacer más plata. Eso me parece una enseñanza enorme no solo de modestia sino de estar parado en el mundo. De para qué hacés lo que hacés, y por qué no lo hacés a costa de todos. Ellos fueron contra todas esas ideas. También me pareció muy profundo cuando Fontanarrosa al enterarse de su enfermedad dijo “¿Por qué a mí?” y después de preguntó “¿Por qué a mí no?”. Son grandes, pero a la vez son como todo el mundo. Eso me resulta muy orientador en ellos.
LP - ¿Qué momento vive la historieta?
J.G. - Creo que muy bueno, en el sentido de que se hace otro tipo de historieta y circula por otros lados. Está rota una tradición de la historieta que tenía que ver son salir en las revistas, en los kioscos, esperarse todas las semanas, era un relato tradicional, amplio y de aventuras. Está muy vigente y tiene muchísima calidad sobre todo de los dibujantes. Creo que la historieta argentina arrastra, a pesar de Oesterheld, de Trillo, un problema de guión. Son mucho mejores los dibujos que los guiones. Hay muchos más dibujantes que guionistas. Y eso se nota. Trillo me parece el gran seguidor de Oesterheld, con otro estilo. Un tipo que me pareció muy generoso que ha dado la chance de salir a una gran cantidad de dibujantes jóvenes que es admirable. Maicas también.
LP - ¿Qué tenés en mente para lo que viene?
J.G. - Siempre la parte de cultura y de derechos humanos me interesa mucho. Entré a la Biblioteca Nacional para hacer un proyecto de recuperación del Centro Editor de América Latina. El tema editorial y esto que se funda con los derechos humanos es una cosa que tengo siempre latente y que trato de hacer algo. Siento una cierta obligación por haber investigado este tema y ahora devolverlo. Tengo temas pendientes por resolver como indagar más la responsabilidad civil, la reparación histórica de los bienes culturales a la que aun no le encontré la forma legal para implementarla. Me gustaría hacer una muestra con gente que no es de Buenos Aires, otra con los reversos de los dibujos, una de historieta infantil, y otras más que supongo con el tiempo las podemos hacer. Y me siento muy a gusto -con toda la dificultad que a veces tiene, la diferencias y todo- cumpliendo una función en relación al Estado. Siento que estudié periodismo para que sea útil, y esto es una variante del periodismo porque en realidad la herramienta periodística es la misma que utilizo cuando voy a entrevistar a alguien y siento que cumplo una función en la que me siento más coherente conmigo. Tengo un libro que nunca termino y lo voy a encarar por ese lado…
por Raúl Vigini
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