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La Palabra Sábado 4 de Marzo de 2017

En busca de... Jorge Bello, médico

Volver a la manzana del recreo Una historia familiar de generaciones que se fueron proyectando en la misma profesión, permitieron desarrollar emprendimientos donde el avance de la especialidad y la vocación puesta de manifiesto lograron dedicación permanente a mejorar la calidad de vida de los semejantes. Radicado en la ciudad de Rafaela hace varias décadas, se sumó al equipo de nefrólogos que iniciaron la atención local, y su gestión brindó a la ciudad un centro propio para atender enfermos renales, a la vez que un equipamiento de última generación espera poder integrarse al servicio del cuidado de la salud rafaelina y de la región. Su dedicación como médico queda demostrada en cada atención personalizada y en la preocupación por el destino de la salud de la población.

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archivo La Palabra Crédito: Dedicación: La Palabra compartiendo la charla con Jorge Bello
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - La vorágine de la vida diaria y la mala alimentación ¿aportan negativamente lo suyo también? 

J.B. - Empeoró. Seguro. Porque tuviste cada vez menos tiempo para comer cosas que elaboraba tu mamá. Las verduras, elegidas, hervidas con agua buena, preparadas. Ahora todos corren como vos, porque todos tienen que trabajar como vos, entonces traés un menú, menú rápido, comés grasas, fritos, minutas. En casa se hace mucho menos. Ahora están enseñando a cocinar en el tiempo que demora el delivery en llegar y hacen comidas sanas. Creo que son cosas equivocadas que nos han metido. Mucho tiene que ver lo que compramos en televisión, estamos estructurados para que nos vendan todo, para que consumamos. Las bebidas edulcoradas y tratadas  no deberían existir, deberían prohibirse como el tabaco. Es tan nocivo como el tabaco. En los recreos de las escuelas recién empezamos a cambiar lo que se ofrece para comer. El obeso infantil tiene que entender que tiene que comer la manzana y que el profesor de educación física a ese niño tampoco lo debe exigir porque lo pone en ridículo, lo presiona, cuando tiene diez años, y después ese niño no va más a un campo de deportes. Lo tiene que trabajar despacio porque ese chico sufre mucho físicamente, porque cuando él lo hace correr y transpirar le está haciendo hacer un desgaste tres veces más que todos. No tratarlo como a un enfermo pero protegelo, estimulalo, hacelo correr menos. 

LP - La gente le tiene miedo a dos cosas: al dolor y a la muerte. ¿Por qué la población no se ocupa de la prevención? 

J.B. -  Porque creo que a pesar de que uno lo diga donde lo diga, el hombre no piensa que va a morir. El hombre es el único animal que es consciente de que se va a morir. Entonces tener presente la muerte sería una situación descompensante. Lo sabemos pero lo ponemos en la trastienda eso. Pero tampoco piensa en los tiempos biológicos. Todo emprendimiento, realización de todo sueño, dura lo que dura el que la soñó, el soñador. Si te ponés a pensar las grandes cosas siempre duraron lo que sus fundadores. Pero están, sí están, pero no son como antes, ahora se pelean entre los herederos. Los sueños y el desarrollo duran lo que dura la vida del que lo soñó. Por eso creo que lo primero que tendríamos que aprender es no tanta omnipotencia y trazar los proyectos en rango biológico. Decir, tengo cuarenta años y la posibilidad de hacer un emprendimiento, bueno, mi rendimiento no puede superar los veinte años. El pensamiento gringo que a nosotros nos cautivó siempre que era trabajar, trabajar, eso está equivocado. El venía de una Europa destruida, venía de la nada. Debemos hacer la metamorfosis. Yo vuelvo a la pizzería de mi infancia en Santa Fe que todavía está, pero la pizza ya no es la misma. Hay que ponerle fecha de vencimiento a los emprendimientos y la fecha de vencimiento es biológica. No es matemática. 

LP - ¿Curan los medicamentos? 

J.B. - Hay medicamentos que curan, como los antibióticos, que matan a determinados gérmenes, bien utilizado en tiempo, dosis y forma. Pero la gran mayoría de los medicamentos son como muletas. Uno pide prestado muletas cuando no puede caminar bien. Si la usás apropiadamente la muleta se incorpora a tu vida y no te genera grandes dificultades, si no la usás bien te genera un montón de complicaciones. Los medicamentos están hechos para sostenernos cuando nuestro cuerpo va envejeciendo, se va desgastando. Es como decir ¿cuándo sería útil el aditivo de un motor? cuando el motor tiene cincuenta años. Pero un corazón que late durante ochenta años es un corazón gastado, un riñón que trabaja durante ochenta años es un riñón gastado. Por eso hoy ya no se habla de “función normal”. Te pregunto: ¿cuál es la función normal de un corazón de ochenta años? Es la mitad de cuando tiene cuarenta. Hay normalidades que se adecuan al avance biológico. Entonces tenés el corazón de la primera edad, el corazón de la segunda edad, el corazón de la tercera edad. Puede ser muy normal pero funciona a su edad. 

LP - ¿Cuál es el mejor paciente? 

J.B. - El paciente hace trasferencia, de lo que desea, de lo que se aguanta, y lo que tolera. Si esa transferencia el médico puede interpretarla, ése va a ser el mejor paciente. Si no transfiere adecuadamente lo que le está pasando, lo va a responsabilizar al médico, entonces va a ser un mal paciente. Todo depende cómo interpreta lo que le pasa. Pasa por ahí. Si el médico sabe transmitir lo que le está pasando, lo sabe hacer asumir su problema ése va a ser un buen paciente. También hay que acostumbrarse a no llamar más paciente. La palabra surge de la antigüedad cuando la persona esperaba pacientemente al sabio que venía a darle solución al problema. Cuando empieza a haber reclamo de la justicia, abandono de personas, desaparece. Le quedó el nombre de paciente, pero ya nadie en la sala de espera es un paciente, es un consultante. Y un consultante agresivo que tiene información. Es una distorsión llamarlo paciente. Son consultantes impacientes que exigen del médico la mejor preparación. Y hoy el médico debe prepararse muy bien. 

La nefrología en Rafaela

Rafaela tiene todo el desarrollo nefrológico incluyéndome a mí, por la visión de Jorge Atilio Tiscornia, un urólogo nefrólogo muy importante, que hizo los trasplantes en Santa Fe. Rafaela le debe todo lo de la nefrología a Jorge Tiscornia y a Angel Herrera, ellos fueron mis formadores, seguí los pasos de ellos y logré su desarrollo. El Centro de Enfermedades Renales en retribución a todo lo que Rafaela le dio, hizo el sanatorio más moderno de la ciudad, lo terminamos en dos mil dos y nunca lo pudimos abrir. Hay tres mil metros cuadrados -son seis plantas- para treinta camas, una neonatología y una terapia intensiva infantil armada que nunca se pudo usar. Dos quirófanos para trasplantes con espacio para tratamientos quirúrgicos cardíacos, todo hecho a la ley 9847. Diez camas de alta complejidad, una sala de hemodiálisis. Tiene autonomía de agua, autonomía eléctrica, sala de hemodinamia. Esta institución se adelantó diez años a todos. Todo eso está cerrado sin que la ciudad lo pueda utilizar. 

Anécdota

Atiendo a una señora diabética que me planteó su situación: no puede hacer la dieta por su problema porque en su casa se come carcasa de pollo. Porque tiene cuatro nietos a cargo y no les puede dar otra cosa. Compra un poquito de papa, un poquito de verdura, la más barata de estación, pone carcasa de pollo, hace un guiso y les da de comer a todos. ¿Qué hice como médico? Fui a hablar con la nutricionista y le dije: “Quiero que le enseñes a comer a una diabética como diabética comiendo guiso de carcasa de pollo”. Me dirán que es antinatural. Pero tiene que haber algo porque si no lo hacemos así, a esta mujer no le puedo decir que vaya a comprar la harina sin gluten, es una falta de respeto. Esa mujer mejoró cuando le enseñamos a manejar las cantidades y la calidad de su comida. La compensamos metabólicamente. 

por Raúl Vigini      

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