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La Palabra Sábado 14 de Octubre de 2017

En busca de… Fundación Fobia Club, protagonista

Situaciones a resolver La entidad dedicada a la salud mental, lleva dos décadas de trabajo intenso en la recuperación de pacientes que en algunos casos se incorporan al equipo como acompañantes habiendo superado su problema. Conversamos con su Director Gustavo Bustamante, psicólogo nacido en Santa Rosa, La Pampa, que cuenta los aspectos del emprendimiento así como la importancia de hacer docencia e investigación con el tema.

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archivo La Palabra Crédito: Lugar de trabajo: La Palabra recibida por Gustavo Bustamante de Fobia Club
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - Los trastornos en la salud mental son partes de la historia de la humanidad tal vez. Conocemos casos emblemáticos de personajes populares que lo padecieron. ¿Qué sucede en la sociedad actual con el trastorno?  

G.B. - No hay dudas que el estrés que es la epidemia del siglo veintiuno ha arrasado con todo. El estrés es una sobrecarga donde el paciente tiene que responder adaptándose y muchas veces de la forma que quiere responder o no es adaptativa o le genera un daño. Y esto tiene que ver justamente con la modernidad, donde la gente se tiene que mover más rápido, con más distancia, hacer muchas actividades a la vez, pasa por diferentes situaciones vitales: se casa, se separa, se vuelve a casar, tiene hijos, tiene dificultades económicas. Siempre hay una variable de conflicto de base con lo cual no puede con todo, y termina generando algún terreno fértil para que se desarrolle algunos de estos cuadros de ansiedad. Y ahí es donde empiezan a especificarse, aparecen los ataques de pánico, el trastorno obsesivo, el trastorno generalizado, y todo lo que hace a las reacciones emocionales que tienen los pacientes. Pero hay algo característico de esta sociedad y de este momento, y es que tenemos otra mirada sobre la salud mental, si bien nos quejamos al día de la fecha de que la salud mental está estigmatizada, porque todos mis pacientes -y tengo gerentes de banco, jueces- me dicen: “esto no lo puedo contar en el trabajo”, con lo cual no está aceptado. Pero en líneas generales hoy hay obras de teatro como “Toc Toc”, películas como “Yo tuve un ataque de pánico”, en situaciones donde muestran  a las personas viviendo estas realidades que conducen a la ansiedad o a la angustia en general. Hoy podríamos decir que por un lado hemos llegado a un estilo de vida que favorece toda esta aparición de los cuadros, pero por el otro lado vamos en posibilidades de una mejor aceptación y más rápido tratamiento porque día que pasa en un paciente ansioso es un día que genera pérdida de su calidad de vida pero también económicamente para la sociedad. He tenido pacientes que no han podido asistir a una audiencia por tener un ataque de pánico, pilotos que no han podido volar el avión. Montón de cosas que se van complejizando.

LP - Si hablamos de trastornos. ¿Podemos mencionar los más habituales?

G.B. - En primer lugar voy a hablar de la fobia que es el más fácil de entender porque es un miedo, pero irracional, desmedido, desproporcionado, que puede ser a un objeto, a una situación, a un animal. A la persona claustrofóbica se le dice que se tiene que subir a un ascensor y cuando abre la puerta del ascensor empieza a sentirse incómoda, taquicardia, ahogo, sudoración, y es probable que no suba, que cierre la puerta del ascensor y suba por la escalera. Eso es una manifestación clara que hay un miedo intenso que es irracional, porque nadie se muere por estar adentro de un ascensor, pero además tiene una conducta de evitación que lo va condicionando a esas situaciones. Esa es la fobia. El ataque de pánico que después se convierte en el trastorno de pánico ya es diferente porque la aparición de las sensaciones corporales o los síntomas físicos, no tienen que ver con una situación concreta, aparece de la nada, un día le aparece caminando, otro día durmiendo, otro día en el supermercado, en el subte, en el escenario, y a partir de ahí la persona se encierra, se aísla, y empieza a desarrollar un montón de conductas que son de evitación porque dice: “no quiero que me vuelva a pasar en la vía pública”, y aparece lo que llamamos agorafobia. Pero el inicio del ataque de pánico uno no puede asociarlo con nada, no hay un elemento común, a uno le agarra por una cosa, a otro por otra, pero lo cierto es que un día se le dispara y después no para. Otro de los trastornos es el trastorno obsesivo compulsivo donde la aparición de una idea intrusiva -por eso se llama obsesión- le aparece una idea en la mente al paciente aunque no quiera pensar en eso, lo lleva a hacer ciertas conductas o rituales. Lo más común son las obsesiones de contaminación o contagio, y se cree que se va a contagiar de alguien por eso no quiere tocar los objetos, ni el dinero, ni el picaporte, se lava las manos con lavandina, con alcohol, o algo que le garantice la seguridad. Por otro lado hay quienes tiene un cuadro que llamamos trastorno de ansiedad generalizada, donde la preocupación es el centro del tema. La persona está todo el día preocupada: por la salud de los familiares, por si va a ocurrir alguna desgracia, por si va a ocurrir alguna situación violenta, pensamientos automáticos negativos al orden del día. Y eso es a lo que van a estar siempre condicionados, entonces van a estar siempre alarmados, estresados, angustiados, no pueden ni atender el teléfono porque cualquier llamada es una catástrofe. Otro de los cuadros es el trastorno de ansiedad social, donde la persona tiene un extremo de timidez, no es que es tímido, sino que siempre está preocupado por lo que van a decir, porque se pone colorado, porque tartamudea, porque se queda con la mente en blanco, porque no sabe cómo manejar las situaciones sociales. Y por último el trastorno por estrés postraumático que ahí es donde la persona tiene una situación donde estuvo en riesgo su vida, con un accidente, una violación, una guerra, un asalto, y donde modificó permanentemente su vida. Aparece un miedo intenso, hay situaciones que se repiten, que se reviven, entonces la persona está siempre con mucho malestar. Esos serían los trastornos ansiosos en general.

LP - ¿Esos trastornos tienen una mejoría en el paciente, por no hablar de cura?

G.B. - Nosotros casi no hablamos de cura, hablamos de rehabilitación, de recuperación. La persona compensa, desarrolla ciertas actividades o conductas, y un estilo de pensamiento que aplaca esa base natural que tiene de sentir miedo extremo. El paciente que no viajaba vuelve a viajar, aquel que no podía hablar en público lo hace, entonces en general en los pacientes hay trastornos que se recuperan muy rápido. Para dar un ejemplo hay una fobia específica a los sapos, a veces tarda un curso de tres meses. En el caso del trastorno obsesivo compulsivo que es más complejo puede llevar más tiempo. Pero más allá del tiempo que lleve, el paciente va a notar una mejoría constante, permanentemente va a ir avanzando en la rehabilitación, en la exposición y en el manejo del día a día. El mismo dice: “no le voy a hacer caso a esto” y tiene un montón de mecanismos que compensan esta dificultad.    

LP - Alguna anécdota con final feliz.

G.B. - Tengo una que si querés te la puedo mostrar también. Hace dos meses un paciente vino y se estaba atendiendo con un psiquiatra, diciéndome que no se podía mover en situaciones de encierro, no podía subir en subte, no se podía mover en la ciudad, a duras penas podía ir en ascensor, y decía que tenía un futuro dominado por sus miedos. Le dije que trabajemos para que pueda viajar. Hace un mes yo tenía que viajar a Oberá a dar una clase, él se empezó a equipar porque nunca había volado en avión, para acompañarme, volamos con otro paciente más, llegamos, hicimos la exposición, volvimos, y hoy me acaba de enviar una imagen porque volvió a Misiones para ir a las cataratas, y no solo volvió sino que se subió a un helicóptero, con lo cual para mí, como tantos otros días con tantos pacientes, es un día memorable y encantador, donde uno dice: bueno, vale la pena las horas y los momentos que hemos vivido con los pacientes. Esto me pasa todos los días, a partir de que me mandan un mensaje. Una paciente acumuladora, que había llegado a tapar su cama totalmente, hoy la tiene destapada. Su casa eran bolsas, cajas, paquetes, empezamos a desarmar y hoy por primera vez durmió en el colchón, porque siempre dormía arriba de los objetos. Y estaba ordenando el placard. Vino por su cuenta porque es una mujer con un hijo adolescente y se dio cuenta que estaba perdiendo terreno porque su hijo ya no quería estar con ella. Siempre hay una historia dramática en el fondo, lamentablemente. Pero como tratamos de quitar muchas variables y trabajar efectivamente sin estar en la queja de lo que le pasa al paciente, trabajamos con un objetivo y con los coordinadores, con los terapeutas, con los profesionales, con alguna medicación coadyuvante, todo eso funciona para que el paciente se pueda recuperar.

LP - ¿Qué futuro tenemos con la sociedad actual?

G.B. - Creo que estamos en una revolución que difícilmente podamos hacer futurología, pero me parece que nosotros no nos damos cuenta del capital humano que tienen nuestros hijos. Son los que están por debajo de nuestra generación. Hay un concepto muy metido en la Argentina -por suerte- que es la solidaridad. Estamos mal porque la avaricia, la ambición, el personalismo, el narcisismo, han llevado a un consumismo extremo que mucha gente se ha vinculado a eso y ha perdido realmente la cuestión natural. Yo apuesto enormemente porque dirijo una institución que sabe de solidaridad, que le pone el cuerpo todos los días, y que es la única fórmula que me ha sido exitosa. Haber pasado veinte años en la institución, me da crédito para decir que se puede. Se puede pero siempre hay que poner un poco más de uno, y eso hay que estar dispuesto a darlo. Entonces creo que vamos a mejorar, no tengo dudas, a pesar de cierto pronóstico negativo que tienen algunos. Creo que si consolidamos las bases. Por eso vamos a ir más a los colegios, porque cuando erradiquemos el acoso y el maltrato vamos a entender que hay un chico que la pasa mal en el colegio, es otro yo, es mi hermano, es lo mismo que yo en otros zapatos, que desarrollen la empatía, que la familia trabaje en acompañar, no descuidarlos.

por Raúl Vigini

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