Por Raúl Vigini
LP - ¿Cuándo ingresó a la fuerza?
A.R. - Nací en Paraná, Entre Ríos, en mil novecientos sesenta y seis, e ingresé al Ejército como Cabo primero músico en comisión. Rendí un examen en Paraná que se denomina fuente de reclutamiento múltiple, en mi caso no yendo a un instituto de formación. Y durante un año estuve a prueba, si supera esa prueba queda en la fuerza. Apenas uno ingresa, tiene un determinado destino que puede ser ese mismo lugar del ingreso o alguna de las cincuenta y dos bandas y dos fanfarrias que tiene Argentina, desde Tartagal la de más al norte, hasta Río Gallegos la más austral.
LP - ¿Cuáles son las fanfarrias?
A.R. - La Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo que conduzco, que por su tipo es fanfarria militar tipo A por la cantidad del efectivo que tiene, y la otra es la que presta servicio en el Regimiento de Caballería de Montaña Cuatro Coracero General Lavalle en San Martín de los Andes, de la cual también fui director.
LP - ¿Qué destinos tuvo en su carrera profesional?
A.R. - Ingreso en Paraná como músico en comisión, estoy tres años en la banda de lo que fuera el Comando de la Segunda Brigada de Caballería Blindada. Sale el pase como músico a la entonces Banda del Colegio Militar de la Nación, hoy Agrupación sinfónica donde ascendí como sargento. Después de seis años sale el pase a la banda del Regimiento de Infantería Uno Patricios donde estuve un año como músico. Solicito el ingreso al curso para ser oficial de banda, porque hasta ese momento era músico suboficial como establece el sistema. Ingresé al curso con el grado de sargento y egreso como subteniente y mi primer destino como oficial director de banda es justamente el Regimiento de Granaderos a Caballo en el cual estuve cinco años como segundo director y asciendo a teniente en el Regimiento. Y me fui como director a la Banda Coronel Bonifacio Ruíz de los Llanos que es la banda del Regimiento de Caballería Ligero Cinco en Salta donde estuve cuatro años como comúnmente se los llama: de los Infernales de Güemes. Al fin del dos mil seis sale el pase a la Fanfarria Militar El Hinojal de San Martín de los Andes, Neuquén, como director. En el dos mil once me hago cargo de la segunda jefatura de la Agrupación Sinfónica del Ejército con asiento en El Palomar. A fin del dos mil catorce sale el nombramiento como Director Jefe de la Fanfarria Alto Perú donde estoy actualmente.
LP - Usted mencionó marcha y toque ¿Qué es un toque?
A.R. - Un toque es un sonido que hace una trompeta -en si bemol o una aguda en mi bemol- a veces reemplazada por un flicorno soprano. Es una orden. Una melodía corta que dice que tenemos que hacer determinada cosa. Son cincuenta y ocho toques que figuran en el reglamento de bandas militares. En uso hay muchos. Y a ese toque de orden lo precede un toque de atención que es siempre el mismo. Y después puede venir el de paso o marcha, o trote, es una cuestión tradicional hoy, pero antaño hacía que el comandante de una fuerza -el caso del General San Martín cuando tenía trescientos jinetes formados en línea de cuatro lo que puede llegar a ser de largo, no había altavoces, no había tecnología- se anunciaba con una corneta: Atención que vamos a marchar, atención que viene al paso, atención que viene el trote, atención que viene el galope, atención que viene a la carga. También hay toque para hacer alto, para echar pie a tierra, para desensillar, para abrevar el ganado, para todos los movimientos y para no decirlo con la voz.
LP - Lo escuchamos en el minuto de silencio por ejemplo…
A.R. - El toque que le corresponde al presidente de la Nación es marcha regular que es el mismo toque para izar la bandera o arriarla solamente con un trompa. Cuando es con una banda o fanfarria se iza con Aurora y se arría con la Oración General Belgrano. Los toques están reglamentados para trompeta o para tambor.
LP - ¿Quiénes arreglan los temas para Fanfarria?
A.R. - Las marchas están revisadas por el Departamento Bandas que es un ente en el que está a cargo el Inspector de Bandas Militares y de él depende un equipo de especialistas.
LP - ¿Qué pasa si quieren incorporar el chamamé Merceditas al repertorio?
A.R. - Si el tema está entre las partituras de música popular, revisadas y autorizadas, en el archivo que es muy grande, se puede incorporar. En lo personal todos los directores hicimos arreglos de temas populares, en mi caso apuntando a lo folklórico.
LP - ¿Le exige un estado físico particular al músico que además es jinete?
A.R. - Exige un estado físico. Al principio que se adapte a montar. Generalmente en el primer semestre de la llegada del músico al Regimiento, se lo pone a montar con la gente de caballería, oficiales maestros de equitación, capacitados en la Escuela Militar de Equitación, que trabajan con caballos desde muy chicos y conocen muchísimo de caballos. Empiezan desde abajo, antes de montar, de conocer al caballo, de saber las partes, especialmente con un caballo, que es con el que se va a mover. Después montarlo, empezar desde el paso, que el jinete se sienta independiente y fluido arriba, que logre equilibrio sin agarrarse. Todo eso va a servir para que ese equilibrio lo manifieste con las piernas, y con la parte superior del cuerpo puede ejecutar el instrumento. Tenemos contacto diario con nuestro caballo.
LP - ¿Cómo es un día de granadero?
A.R. - Un día normal del granadero es llegar al Regimiento a las siete de la mañana y habitualmente lo que se hace es montar para mover el ganado. Con eso hay muchísimo menos riesgo de un cólico que son problemas que manifiesta el caballo por comer y no moverse. Cuando la Fanfarria no está porque está en un servicio a pie queda gente de las caballerizas que se encarga de hacerlo. Hay un encargado de ganado que es el Suboficial Principal Jara que se ocupa de que el caballo esté bien alojado, el box seguro, el forraje, el alimento, el agua, el estado sanitario. Si bien el tema del baño, de la limpieza y del mantenimiento tratamos de que lo haga cada uno de los que ocupan el caballo.
LP - ¿Qué significa para usted haber llegado a granadero y dirigir la Fanfarria Alto Perú con todas las celebraciones de la historia del país?
A.R. - Ahora que me lo plantea, muchas veces en el devenir diario, hay tantas cosas importantes que muchas veces lo minimizamos. En otras bandas no había tantos compromisos oficiales y de trascendencia como los del Regimiento. Siempre estamos en primera línea y estamos en la vidriera de todos. Lo siento como una gran responsabilidad y hoy lo siento como mi última oportunidad para tratar de hacer que la Fanfarria sea lo mejor hablando de organizaciones musicales militares. Pienso todos los días en eso. Y de mí para abajo no solo hay que tratar no solamente de empujar sino arrastrar a la gente, haciendo lo que tenemos que hacer todos los días, no solamente saliendo y tocando bien y preparando bien el uniforme las veces que se ve, porque eso es el cinco por ciento de lo que en realidad somos. Antes de vernos tocar en un acto hay días, meses y años de preparación y es lo que me importa.
LP - Más allá de que sea un trabajo profesional. La emoción que siente la gente cuando los ve, ¿es también la emoción que cada granadero lleva arriba cuando canta a voz de cuello la marcha San Lorenzo en un desfile?
A.R. - Eso es algo que vivimos siempre. Particularmente me pasa y a todos los músicos. Uno hace bromas con esto pero cuando sale a la calle montado en un tordillo o en un zaino vistiendo el uniforme de granadero y tocando la marcha con el reconocimiento de toda la gente afuera que nos ve como tal, es un orgullo, es un honor y es un compromiso muy grande que sentimos como si nos miraran como descendientes del General San Martín.
por Raúl Vigini
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