Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
La Palabra Sábado 23 de Enero de 2016

En busca de… Cristián Hernández Larguía, director coral

La multiplicación de los sonidos

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

La multiplicación de los sonidos

 

Nació el 6 de octubre de 1921 en la capital de nuestro país y desde poco tiempo después está radicado en Rosario. Se define esencialmente autodidacta. Realizó estudios de postgrado en Estados Unidos invitado por los maestros Robert Shaw en Dirección Coral y Noah Greenberg en Música Antigua. Trabajó junto a Pablo Casals, Juan José Castro, Carl Richter y estudió piano, pero se interesó por una buena cantidad de otros instrumentos: órgano, violín, flauta travesera, trompeta, oboe. Dedicó su vida especialmente a la Dirección Coral, en el Coro Estable desde 1946 hasta el 2011y en Pro Música Antiqua, desde 1962 hasta la actualidad, si bien también ha sido Director de Orquesta. En esta charla nos cuenta momentos disfrutados.

 

 

LP - ¿De qué manera le llegó la música o llegó a la música?

 

C.H.L. - Es otra larga historia. Mi padre, Don Hilarión, como he dicho, era arquitecto y trabajaba escuchando música clásica, como se decía entonces. Era la época de las “Victrolas”, cuando los discos duraban como máximo cuatro minutos. Uno de los dibujantes del estudio tenía por subfunción dar cuerda al aparato y cambiar los discos. Yo era muy compañero de mi padre, y vivía en el estudio. Mi primer recuerdo infantil a los cuatro años es música. Tenía mi disco preferido, que con los años descubrí era una grabación de un Coro de Cosacos del río Ural. La etiqueta estaba en alfabeto cirílico. Es decir: mi primer recuerdo infantil es música coral. Algunos años después, mi disco preferido pasó a ser el “Concierto para Dos Violines” de Bach. Lo conocía de memoria.

A los quince años decidí estudiar piano. Mi profesora, Giuseppina Prelli, era además de pianista, clavecinista y había estudiado con Wanda Landovska. Poseía el primer clave que hubo en Rosario, y esto tuvo mucho que ver con mi posterior interés por la Música Antigua.

 

LP - ¿Con qué propósito se dedicó a esa rama artística?

 

C.H.L. - En realidad estudié cuatro años de arquitectura, hasta que un día el profesor me dijo: “Cristián, usted debe elegir entre la arquitectura o la música”. Yo ya había comenzado a dirigir el Coro Estable. Me decidí por la música. No soy un tipo de “propósitos”. Soy de dejarme llevar por la vida.

 

LP - ¿A quiénes destaca entre los que lo formaron?

 

C.H.L. - Especialmente al doctor Erwin Leuchter.

 

LP - ¿Le dedicó un espacio importante a la docencia entre sus actividades? ¿Dónde?

 

C.H.L. - Fui durante unos años,  por Concurso de antecedentes y oposición, profesor de la cátedra de “Dirección Coral”, y de la cátedra “Coro”, en la Escuela Superior de Música de la Universidad de Rosario. También fui profesor en la cátedra de “Introducción a la Musicología”. Anduve también por Santa Fe, como profesor de “Dirección Coral”, en la Escuela de Música Universitaria.

 

LP - En su actividad, los premios son habituales. ¿Cuál es la importancia que les reconoce?

 

C.H.L. - En general los reconozco a todos, pero lógicamente les doy mayor peso a aquellos premios otorgados por mis pares: premios “Konex”, premios del Concurso de Arezzo, otros premios de concursos con jurados músicos… Siempre considero como más importante la opinión de mis pares, que la de mi tía Adela, o de las señoras gordas que me saludan al terminar los conciertos y me dicen cosas…

 

LP - ¿Quiénes son sus compositores preferidos?

 

C.H.L. - Mi compositor “preferido” es Bach, pero no soy fanático, y gozo con toda la música escrita desde el siglo XII a nuestros días. También me interesa, y mucho, la música folklórica de todo el mundo.

 

LP - ¿Qué música escucha cuando no está trabajando?

 

C.H.L. - En los últimos años he dejado progresivamente de escuchar música. En mi juventud escuchaba mucha música. Deben recordar que mi padre trabajaba con música, y yo, como pichón de arquitecto frustrado, trabajaba en el estudio. Por otra parte, cuando abandoné arquitectura, trabajé en la fabricación de “combinados”, y por obligación debía probarlos escuchando música. Siempre “música clásica”.

 

LP - ¿Le dedica su tiempo a la lectura? En ese caso ¿qué elige?

 

C.H.L. - Mis padres se preocuparon que con mi hermano leyéramos desde muy chicos. Ellos tenían una biblioteca bastante importante -mi madre escribía-, y en el lomo de algunos libros estaba escrito a qué edad podíamos leerlos. Se trataba de un consejo o sugerencia, no de una imposición, Leí mucho hasta hace unos años. A mis noventa y cuatro leer me cansa mucho la vista.

 

LP - ¿Está de acuerdo que si en la escuela primaria se aprende a leer y escribir con un abecedario de casi treinta letras también se debería conocer música que supone solamente siete notas?

 

C.H.L. - La enseñanza musical, en la escuela primaria argentina, es prácticamente inexistente. Piense usted en países como Alemania, Inglaterra, y tantos otros, donde la enseñanza musical ocupa un lugar tan importante como la de la Aritmética. Así es también el nivel cultural musical de esos pueblos.

 

LP - ¿Qué le queda por realizar?

 

C.H.L. - Toda la música que no realicé.

 

LP - Una anécdota musical con final feliz.

 

C.H.L. - En el año 1957 con el Coro Estable nos presentamos en el Primer Concurso Coral a nivel nacional, abierto a todos los coros argentinos que quisieran presentarse. La prueba final se realizó en Buenos Aires en horas de la tarde, pero por diversas razones se prolongó más de lo esperado. El caso es que nosotros teníamos pasaje de vuelta a Rosario en tren, y todo hacía pensar que lo íbamos a perder. Solicitamos entonces al jurado, ser los primeros en la prueba final. Por dicha razón partimos sin enteramos del resultado del concurso. Llegamos a Retiro con lo justo para abordar el tren. En el viaje, estábamos muy deprimidos porque teníamos toda la impresión de haber estado mal. Tan bajoneados estábamos, que recuerdo que el Presidente del Estable -Carlos Aldana- pidió unas botellas de vino para levantar los ánimos. Cuando llegué a Rosario me fui a dormir. A media mañana del día siguiente, una de las integrantes del coro -Rosa Aragone- me llamó por teléfono para informarme que “La Capital” publicaba la noticia de nuestro triunfo: Primer Premio.

 

LP - ¿Qué es el Pro Música para usted?

 

C.H.L. - El sueño del pibe…

 

LP - Algo más que desee agregar.

 

C.H.L. - Nunca en toda mi vida, alguien me hizo preguntas tan peliagudas -y sabrá usted que fueron muchas-, y que salen totalmente de la rutina periodística. Fue usted muy original. Hubiera deseado que no lo fuera tanto. Por otra parte le agradezco, porque me obligó a recordar y a bucear en distintos lugares, para darle los datos. Todo eso de mi casa paterna, lo tenía totalmente olvidado. Lo de mis abuelos, también. Un video que nos hicieron en un programa porteño con mi hermano, me ayudó mucho. El era un memorioso. La historia que le cuento a usted es desconocida, nunca antes hablé de eso. Gracias por permitirme divagar a lo loco…

por Raúl Vigini

[email protected]

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso