Por Raúl Vigini
LP - ¿Cómo estructuraron las colecciones?
C.B. - La primera colección, la más importante y la más nutrida se llama “Historia urgente” que es bien periodística donde hay distintas ramas del periodismo. Tenemos desde investigaciones, biografías, libros testimoniales, crónicas, ensayos. El nombre de la colección lo dice, la idea es que si bien habla de la realidad, tengan una permanencia y sean la primera versión de la historia, como se dice. La seguimos sosteniendo con muchos títulos. Fuimos sacando otras colecciones, si se quiere de temas adyacentes al periodismo. Una de historia argentina que se llama “Pasado imperfecto” donde algunos autores son periodistas, otros no, pero siempre con esta inquietud de divulgación. Tiene muy buenos aportes como Daniel Balmaceda que hizo sus dos primeros libros con nosotros, Gabo Ferro, Miguel Wiñazki. Otra colección que es de ensayo, que se llama “Vox Pópuli” que es la menos periodística, esa sí es claramente de ensayo sobre temas más filosóficos, tiene una mirada un poco sobre las distintas religiones desde el punto de vista cultural religioso y filosófico, que alimentamos con alguna cosita que cada tanto vamos encontrando para incluir. Y con los años surgió la colección “Ficciones reales” donde separamos el tema de crónica de las otras, viene creciendo bastante, tiene un director de colección que es Cristian Alarcón. Otra colección se llama “Náufragos” donde están las cosas que son filoliterarias, algunas novelas, relatos, pero en general escritas por periodistas, o que tienen algún anclaje en la realidad. Después fue mutando un poco y ahora para ficción tenemos una colección específica que son ficciones basadas en cosas reales y se llama “Narrativa” donde están Eduardo Blaustein que cuenta una historia de los setenta un poco autobiográfica, hay dos novelas de Elsa Drucaroff basadas en hechos reales históricos. Ese es el panorama de las colecciones de Marea.
LP - ¿El tema de lo ambiental está incluido en algunos títulos?
C.B. - Tenemos libros sobre esa temática dentro de las colecciones. “Daños colaterales” sobre las papeleras, el ensayo “Obesos y famélicos” sobre alimentación sustentable que es una traducción, “El comercio justo” sobre lo equitativo y productos regionales.
LP - ¿Hay autores provincianos además de los porteños?
C.B. - Sí, como es la proporción de la distribución en nuestro país. Hay de Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos. La mayoría argentinos y hay traducciones.
LP - Fuiste reconocida por tu trabajo editorial a casi una década de tu trayectoria.
C.B. - Sí. Ahora son catorce años. Un lindo premio recibido de colegas y libreros que apreciaron nuestros libros. La Fundación El Libro que está formada por la Cámara Argentina del Libro, la Cámara de los libreros y Sade otorga un premio al editor del año y al librero del año. Me otorgaron esa distinción en dos mil diez. Muy lindo recibirlo porque es un trabajo que uno lo hace bastante en solitario, chiquitito y desde un lugar muy artesanal, donde destacaban la calidad de las ediciones, destacaban el compromiso ideológico y de valores con los temas de la realidad, de derechos humanos, de la democracia.
LP - Con todo lo que se publicó de historia argentina ¿cómo elegís los títulos sobre temas de los que ya se ha escrito tanto?
C.B. - Tu pregunta es muy buena porque es la esencia del trabajo editorial. Y podríamos hacer una analogía con la curaduría de un museo. Lo que es más difícil de lograr desde una propuesta editorial es que el público, los intermediarios de la lectura, la prensa, los libreros, confíen en esa curaduría que hace el editor en definitiva, que es lo opuesto a ser un servicio editorial. Pretendemos que nuestro producto sea creíble, como una garantía de cierta calidad.
LP - ¿Qué es más importante cuando elegís un libro para publicar?
C.B. - En la práctica yo los elijo, por eso a veces es un poco lento y les pido perdón a los lectores. A veces puedo consultar con alguien de mi entorno, cambio alguna opinión, no contrato lectores como hacen las grandes editoriales. Publico bastante poco, por eso los quiero realmente seleccionar, me he quedado en una escala artesanal, porque suelo trabajar los libros personalmente, con el autor, la corrección, la edición. Muchas veces tengo que decir que no aunque sean interesantes, pero hay que sopesar distintas cosas.
LP - En el catálogo encontramos autores que en la vida profesional están políticamente distantes. ¿Qué los une en la editorial que dirigís?
C.B. - Es como que Marea es pre grieta, no? (risas) Por suerte en un punto la línea editorial de Marea no está casada con ninguna línea política si bien hay una ideología. Empezó antes con el tema de los derechos humanos y me decían que no había interés en dos mil tres. Después hubo como una explosión del tema. Y hoy lo seguimos publicando. Conviven autores que comparten miradas diferentes, sin prejuicio de qué lado vienen, por mi parte.
LP - ¿Hay extensión a la comunidad en la editorial?
C.B. - Participamos casi desde el comienzo en muchas agrupaciones de editores independientes, donde se hace mucho trabajo asociativo. Creo que ése es el aporte que podemos hacer.
LP - ¿Qué te queda por concretar en lo mediato?
C.B. - En este momento, que es un poco difícil para la edición, sobre todo en ventas, creo que el objetivo es poder sostenerse, que es el máximo logro para una editorial independiente. Y sostener a los libreros independientes. Creo que hay un espacio de trabajo grande ahí. Y hay un montón de proyectos dentro de Marea, siempre estamos tratando de crecer con los títulos, nuevas colecciones. Tenemos una idea que estamos empezando de a poquito y es ampliar al público infantil y juvenil. Este año de hecho vamos a sacar el primero de esos libros que es una especie de Biblia en historieta como narrada por un chico de diez años que es muy divertida, “La Biblia según yo”. Y hacer libros con el espíritu de Marea pero para niños que estamos empezando a desarrollar.
LP - ¿Qué podés contar sobre el encuentro con Carlos “Calica” Ferrer?
C.B. - Lo conocí por “Pacho” O’Donnell. Ese libro lo escribí yo con “Calica” y “Pacho” lo había entusiasmado para que haga el libro y me lo presenta. Nos juntamos durante unos meses, venía todas las mañanas a mi casa a tomar el desayuno, él me contaba, yo lo grababa, íbamos charlando. Me leí todos los libros que había sobre ese período y con eso fui escribiendo, él lo iba viendo, íbamos corrigiéndolo, y ese libro que escribí en la cocina de mi casa ahora está en el mundo y se está traduciendo en griego.
LP - Alguna anécdota con final feliz.
C.B. - Bueno, ésta en algún sentido tiene final feliz y muestra cómo cambiaron los tiempos en catorce años. Cuando sacamos el libro sobre homosexualidad, muchos libreros pensaron que con ese título no se lo iban a vender a nadie. Después me invitan a presentarlo en Córdoba, y la librera de allá me dice que estaba funcionando muy bien y que la gente preguntaba. Esa vez acompañé al autor, le habían hecho muchas notas los medios, habíamos alquilado una sala, pero no fue nadie, ni el presentador. Terminé subiendo al estrado para hablar ante tres o cuatro personas presentes. No entendíamos qué pasaba, y como era un tema tan vergonzante la gente no se quería exponer. Eso fue bastante curioso que se modificó en los años posteriores. Y el libro va por la cuarta edición.
por Raúl Vigini
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