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La Palabra Sábado 19 de Diciembre de 2020

En busca de… Aldana Loiseau, cineasta, fotógrafa

La mirada por sobre todo Porteña de nacimiento a fines de los años setenta. Incentivada por su entorno familiar abrevó en valiosos espacios que le aseguraron crecimiento intelectual y el desarrollo de sus aptitudes en el contexto cultural que fue conociendo y adoptando para sus proyectos. Es directora, animadora y productora audiovisual, fotógrafa, tallerista del “Taller de cine y expresión” para niños y jóvenes que desde Humahuaca, su lugar de radicación actual, comparte con sus afectos más cercanos. Y de su experiencia le cuenta a LA PALABRA.

archivo Aldana Loiseau
archivo Aldana Loiseau
archivo Aldana Loiseau Crédito: Pertenencia: Aldana Loiseau, su hija menor Wara de 6 años, su compañero Juan Cruz Torres y su hija mayor Nina de 15 años Foto 1 de 3
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archivo Aldana Loiseau Crédito: La familia de origen en 1995: Madre Cristina Marcón, hermano Juan Matías Loiseau (Tute), Aldana, padre Carlos Loiseau (Caloi) y hermano Tomás Loiseau Foto 2 de 3
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archivo Aldana Loiseau Crédito: El lugar: La Quebrada de Humahuaca como custodio de la vida de Aldana Loiseau Foto 3 de 3
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - Las imágenes más recurrentes que vienen a vos de tus primeros años.

A.L. - Mi infancia fue un tiempo feliz, sin duda. Lo primero que me viene a la memoria es verme a mí creando mundos y submundos siempre a través del juego y la imaginación, construyéndolos minuciosamente, recuerdo que teníamos maderitas de colores de todas las formas. Estar con mi perra y querer ser como ella. Dibujar mucho, pintar, en hojas grandes y sin límite. Jugar largas horas con mis hermanos, sentirme acompañada por ellos. Recuerdo la felicidad que me daba ver a mi mamá y mi papá colgando nuestros dibujos en las paredes, escribiendo lo que nosotros narrábamos sobre lo que habíamos hecho en los dibujos, recopilando y ordenando nuestras ideas, tal vez... Recuerdo la felicidad mía y de mis hermanos cuando por las tardes nos sacábamos el uniforme escolar y llegábamos al Taller del sur, un espacio cultural que organizaba mi mamá, artista plástica, junto a otros artistas, donde los niños y las niñas éramos libres, hacíamos talleres de alfarería, grabado y pintura y luego organizábamos exposiciones donde cada uno mostrabas sus logros artísticos, a veces eran piezas de alfarería más grandes que nosotros, ese lugar olía a arcilla y pintura. Los viajes a la costa eran un lío lindo, unas cuantas horas encerrados en el auto con música y sanguchitos y mucha ansiedad por llegar a Mar del Plata, representaban el comienzo de las vacaciones pero fundamentalmente el encuentro con la familia materna.

LP - Los sonidos, los colores, los aromas de aquel paisaje de la infancia.

A.L. - Me críe en José Mármol, en una casa del sur del conurbano, puro barrio y tranquilidad. Recuerdo el sonido de los pájaros por sobretodo, el exterior era un gran coro de pájaros, chicharras y demás que latía con fuerza y vitalidad. En los pasillos de la casa sonaba muy fuerte la música que les gustaba a mis viejos como Teresa Parodi, Jaime Torres, Serrat, Naná Mouskouri. El aroma de la alfombra roja de pelo largo lo tengo impregnado debajo de mi nariz, allí pasaba mucho tiempo jugando o simplemente acostada observando y escuchando, me recuerdo muy contemplativa y observadora, al costado de esa alfombra había un piso de cerámico que era muy frío, a mí me gustaba dar giros y llegar rodando hasta la otra alfombra, ésa era marrón. Mirar largos ratos los peces a contraluz de la ventana. Recuerdo el olor del papel que envolvía las bandejas de comida que buscábamos los fines de semana en “Ferrucho”, una parrillita de nuestro barrio. El olor a pasto y tierra fueron mi infancia, en vísperas de mi llegada al mundo, la familia decidió mudarse de un departamento chiquito del barrio Belgrano a una casa más amplia y con jardín. La idea de mis viejos era que podamos vivir la vida de barrio, jugar en la vereda y crecer sin tantos límites.

LP - Desde cuándo se da en vos el interés por la imagen.  

A.L. - La imagen fotográfica me acompaña desde muy niña, la transmisión fue directamente de mi papá quien desde que nací experimentaba con una cámara fotográfica manual y revelaba manualmente sus copias en el diario donde trabajaba. Mi papá me fotografío desde que yo tenía meses de vida, creo que yo era su punto de observación y descubrimiento. Al parecer capté eso como un tesoro, no solo como una forma de comunicación, sino como una cuestión mágica con el tiempo al verse suspendido en esos instantes de pura intimidad y de un silencio sin tiempo, ni orden, ni espacio. Cuando yo tenía tres años, un tío fotógrafo -Martín Gurfein- realizó unos excelentes retratos míos que luego copió en formato grande y enmarcó. Esos retratos tenían una profundidad y una captación de mí y de mi mirada que eran muy impresionantes, siempre estuvieron en las paredes de nuestra casa, no era común tener ese tipo de fotografía por esos días. Esto y una gran cantidad de álbumes que mi madre armaba y recopilaba, con mucha dedicación y buen gusto al seleccionar las fotos, fueron los puntos de atracción hacia la imagen fotográfica. Me gustaba de muy niña y me gusta aún “leer” las fotografías, cada detalle en ellas que dice un sinfín de cosas y disfruto mucho cuando puedo ver lo obvio pero también lo que se esconde.

LP - Dónde abrevaste en los comienzos de esa actividad para aprender.

A.L. - Mi Tía Esther, hermana de mi mamá, me regaló mi primera cámara réflex, cuando tenía catorce años, la cámara tenía muchas fallas en su funcionamiento y tuve que agudizar mi aprendizaje y sistematizar el funcionamiento a través de la prueba y el error, así conseguí finalmente domar esa máquina réflex y tuve que establecer mis propios parámetros de uso para esa cámara que cada tanto no arrastraba la cortina y no tenía fotómetro interno. Más tarde mi papá me regaló una cámara réflex que andaba muy bien y desde ese momento tuve su apoyo para estudiar fotografía incluso mientras hacía el secundario. Aprendí a revelar y copiar manualmente, tenía el laboratorio en mi habitación. La mayoría de los cursos técnicos los hice en el Fotoclub Buenos Aires, luego realicé otros aprendizajes con Guadalupe Miles y Eduardo Gil.

LP - Cómo decidiste el lugar superior para capacitarte en el tema que habías elegido formarte. 

A.L. - Estudié cine en el CIEVYC, una escuela de San Telmo. Fue recomendada porque tenía buenos recursos técnicos para realizar los prácticos, se podían sacar las cámaras y las luces para las filmaciones, algo fundamental a la hora de realizar y sobre todo en los años noventa que no estaba todo lo tecnológico tan a mano como ahora. En esa escuela trabajaba Fernando Peña que en ese momento colaboraba en Caloi en su Tinta, él la había recomendado.

LP - ¿Dónde puede verse tu obra audiovisual en las redes sociales?

A.L. - En mi canal de Youtube ALDI LOI, se pueden ver dos capítulos de la serie de animación con arcilla y el detrás de cámara también. Algunos videoclips, documentales y otras cosas.

LP - ¿Qué se viene en tu proyecto de vida y trabajo en un futuro cercano?

A.L. - Estoy escribiendo nuevas historias cortas. Un cortometraje autobiográfico. Un largometraje animado y un documental sobre Jaime Torres.

LP - Lo que considerás como influencia o herencia de tu padre.

A.L. - Mi papá me dejó por sobre todas las cosas el hecho de haber sido un buen tipo, un tipo humilde que le gustaba compartir todo, le gustaba rodearse de amigos y de su familia, le gustaba disfrutar de la vida. Me dejó mucha libertad para buscar y buscarme, me demostró que a través del mundo del arte y las ideas se puede crear una nueva realidad y transformar todo en posible.  

por Raúl Vigini

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