Por Raúl Vigini
Nacida en Salta, lugar desde donde nunca se ausentó su alma y su corazón, permitió que su origen le asegure mantener vivas las raíces primigenias y ser vehículo de cultura a través de las manifestaciones populares que la tienen como protagonista. A la presencia de su voz como referente del cancionero popular de raíz folklórica con honda preeminencia en la zamba, sumó los valores del arte culinario difundiendo la cocina criolla en sus interpretaciones. Aquí repasa su vida dedicada a la propuesta que ofrece desde su adolescencia.
LP - ¿Qué te motivó desde su Salta natal para decidirte llegar a Buenos Aires un día?
A.V. - Me motivó poder difundir como mujer -porque había muchos cantores famosos que habían hecho sus primeras incursiones- en ese momento estaba Los Fronterizos, Los Chalchaleros, el Dúo Salteño- todos hombres que venían a Buenos Aires, y a nivel nacional ya se habían impuesto con su cancionero. Y como mujer me parecía que era un momento especial impulsada por estos grandes poetas y autores de Salta que eran muy renombrados como Manuel Castilla, el Cuchi Leguizamón, José Ríos, Juan José Bottelli, César Perdiguero. Todos ellos ya conocían de mi trabajo y prácticamente me obligaron a que intente en Buenos Aires y en el gran escenario que era llegar a Córdoba en Cosquin sobre todo.
LP - ¿Cómo te resultó la llegada a Buenos Aires?
A.V. - Fue buena porque llegué con una cantidad de recomendaciones de mucha gente salteña ya que venía a conocer a Blackie, a Miguel Angel Merellano, a Félix Luna, ellos son los que me brindaron abriendo las primeras puertas en ese medio. Me acuerdo que estando con Miguel Angel Merellano cuando fui a hacer un programa en Radio Belgrano me escuchó el director de la emisora y a través de Miguel Angel me hicieron un contrato de media hora para que hable de todo lo que era Salta y la mística de la música salteña.
LP - ¿Con qué repertorio proponías tu arte?
A.V. - Llevaba las canciones de los poetas de ese momento como te nombré anteriormente: Castilla, Botelli, Perdiguero, todos ellos eran los que componían canciones, incluso una de ellas es la que me sigue acompañando que es Zamba de mujer que la compuso especialmente para mí César Perdiguero.
LP - ¿A qué edad llegaste a la gran ciudad?
A.V. - Tendría diecisiete años.
LP - Y fue el espaldarazo para llegar a un espacio grande.
A.V. - En ese momento ya estaba cantando en las peñas más importantes de la ciudad de Buenos Aires, entre ellas El Hormiguero que era una de las peñas donde surgió Mercedes Sosa, y por coincidencia el hermano de uno de los poetas del litoral, Vicente Cidade, era el dueño de la peña entonces trabajaba mucho en ella. En la peña de Hernán Figueroa Reyes que estaba en Lomas de Zamora y después se trasladó a la capital, El Palo Borracho. Y hablando de esas vinculaciones, de esa gente que ha sido tan generosa conmigo, creo que soy una mujer afortunada en ese aspecto de la amistad y del abrazo fraterno, que por ejemplo Hernán Figueroa Reyes iba con nuestros discos -el mío, el de Julio Lacarra y alguno más- llevándolos para que nos escuchen en las discográficas y nos hagan grabar. Así que tuve mucho apoyo por entonces.
LP - Cuando recorriste este camino en algún momento viste que la zamba no alcanzaba con ser un ritmo solamente y te pusiste a pensar aquello que a la gente le motivaba que es la comida criolla.
A.V. - Considero que en el repertorio salteño tiene preponderancia el ritmo de la zamba, y por ende soy una mujer que canto zambas, y según lo que dicen los colegas y el público soy la mejor cantora de zambas, aun lo que decía Mercedes Sosa cuando me escuchaba cantar. Pero todo ese repertorio de Salta que es tan rico, también es rico cantando a las comidas, que no es solamente el mero hecho de cantarles, sino de transmitir una cultura intangible podemos decir, porque es un patrimonio que está vigente, que le pertenece a los pueblos de manera hasta anónima, y ellos son los que transmiten diariamente las comidas y los platos bien servidos. Y me pareció importante volcar ese pensamiento en un primer material que fue el Canto a las comidas criollas que es el libro y el disco que hice en el año dos mil cinco que fue muy exitoso, sabés? Ha tenido una aceptación muy importante, eso me ha valido que el medio folklórico me reconociera mucho más que lo otro también, e integrara la Academia Nacional de Folklore. Soy la responsable en el área de gastronomía de unir, de vincular, de atraer a todos los que estén relacionados a esta temática.
LP - Además del saber popular que todavía está circulando en todo lo que signifique la cultura salteña y del noroeste ¿encontraste material valioso en bibliografía?
A.V. - A nivel de poesía muy poco, por eso que me costó a veces trabajar sobre productos que tenía idea de hacerlos, porque el material de Armando Tejada Gómez que es el que me ayudó a declararle mi amor a esta temática conociendo sus temas no me parecían apropiados para que yo los cante, solamente recuperé la Chacarera del ají. En este otro disco que le vas a presentar a tu público y agradezco tu generosidad, me aboqué a componer junto con dos autores salteños, tanto la música como la letra de los temas que sí quería trabajar en referencia a lo que son los productos de Salta específicamente, y que son norteños lógicamente, porque no son exclusivamente de Salta sino que en Jujuy también comemos los mismos productos. Y si seguimos avanzando hacia Latinoamérica, muchos productos de ellos nos siguen uniendo. Vale decir que en parte, de la poesía me ha resultado un poco difícil encontrar material, pero sí hay mucha bibliografía con relación a los platos, a las comidas, a las preparaciones. Por eso doy recetas con mis canciones, así fue en el primer disco y en el segundo también van a encontrar algunas propuestas de esa índole.
LP - ¿Qué te gustaría ver realizado en el próximo tiempo?
A.V. - Quiero seguir trabajando con esta propuesta, quisiera abrazar un repertorio latinoamericano con sus productos que nos hermanan con nuestra Argentina y con nuestro norte sobre todo. Y hay tantos buenos cantores en nuestro continente que sería muy lindo poder unir sus comidas y las voces de ellos con las nuestras.
por Raúl Vigini
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