Cuando llegué muchos objetos ya estaban y antes no había un protocolo para recibir las donaciones. Ahora implementamos una declaración jurada con el formulario de donación donde se especifique, donde haya una forma, con las normativas básicas para el cuidado del objeto en nuestro espacio. Mucha de la documentación se tomó de los archivos de Cultural y se trató de armar con la información que se contaba. Es muy importante contar con esos datos. Está la guitarra de Carlos Gardel, como algunas prendas y fotos originales. En una vitrina está el requinto de Hilario Cuadros con una foto original, una donación reciente de Inés Cuello, con objetos que pertenecieron a su esposo Ariel Ramírez, fotos originales, el disco vinilo de la Misa Criolla. A raíz de las muestras temporarias también los socios quieren homenajear a sus seres queridos que ya no están como en el caso de Inés Cuello y Felicitas Luna que organizaron un homenaje a los cincuenta años de la Misa Criolla. También donó fotos y manuscritos de su padre, la hija de Cátulo Castillo, Dorita. Tenemos la caja y la quena de Andrés Chazarreta, ambas con su firma. La caja chirlera de Margarita Palacios. Un objeto que vino de la mano de María Elena Walsh cuando era directora del lugar es una flautilla hecha con hueso de ala de cóndor tallada y ahuecada, y un bombo de Santiago del Estero. La guitarra de estudio de Eduardo Falú, donada por su esposa y su hijo Juan José. Contamos con manuscritos y las guitarras de Carmen Guzmán y de Enrique Maciel. Un traje típico de Eduardo Del Piano. Los bandoneones de Eduardo Arolas -“el Tigre del bandoneón”-, el de Anselmo Aieta, el de Osvaldo Fresedo, y el primero construido en Argentina por Luis Mariani a mediados del siglo veinte. Muchos elementos de José Bragato, fotos originales, el carnet de SADAIC y accesorios del violoncelo. Otro de los instrumentos emblemáticos es el violín corneta de Julio De Caro, que fue histórico, así como también el violín corneta de Francisco Canaro del mismo tipo. Prendas de José Canet. El piano de Enrique Santos Discépolo, que si bien él escribía letras tenía un piano con historia también. El armonio de Vicente Greco. Está toda la documentación en imágenes de la fundación de SADAIC. Algunos aparatos de difusión como ser la radio a galena, el gramófono, la televisión de principios del siglo pasado. Hay instrumentos muy pintorescos como el flautín de José Fuster, la mandolina, la bandurria.
Fuera de programa
Una historia de color para mechar con la entrevista, ofrecemos a nuestros lectores. En oportunidad de conversar con Eugenio Inchausti, fundador y uno de los integrantes del conjunto folklórico “Los Arroyeños”, recordamos que es el autor y compositor de una canción que se popularizó hace varias décadas y sigue siendo un referente del cancionero infantil. Aquí nos cuenta la anécdota de su inspiración.
Cómo surgió el tema “Que se vengan los chicos”
El 31 de enero pasado cumplió cincuenta años el mayor de mis hijos, Ignacio. Cuando salgo del sanatorio a eso de las dos de la mañana -porque esa noche Los Arroyeños tuvimos una actuación así que después de la actuación volví al sanatorio donde estaba mi mujer con Ignacio- y a la dos me voy para mi casa. Nunca podré explicar por qué, porque no me propuse hacer un bailecito o un tema para mi hijo. Además, me parece cursi que todos le escriben al nene, y nunca se me hubiera ocurrido escribir algo para mi hijo. Pero llegué a mi casa, miré el piano y me senté porque no tenía sueño, pero no a componer. Y me salió tal como lo conocés hoy en día, con esa letra, y al día siguiente se lo muestro en un ensayo a Los Arroyeños como quien muestra una cosa casera, íntima, y de ninguna manera pensando que algún día lo íbamos a grabar. Estábamos grabando un disco en RCA de repertorio nuestro para grandes, y mi hermano Chany -que falleció hace más de diez años- se puso loco con el resto de los muchachos para incluirlo en el disco, lo preparamos en una versión muy simple y lo grabamos. El director de la compañía dijo “Tenemos que hacer un disco que se llame Que se vengan los chicos”. Cuando le dijimos que no teníamos temas para chicos nos dijo “Lo demás no importa”. Pero en ese disco tuvimos temas que fueron muy bien recibidos como La banda dominguera, o El burrito cordobés. Compuse varios temas exclusivamente para ese disco sin ser mi oficio el de compositor de cosas para chicos. Pero bueno, mal no nos fue, después nos pidieron que hiciéramos un programa de televisión. María Herminia Avellaneda dirigía ATC y Miguel Angel Merellano era el director artístico. Un día me convocan los dos para ofrecernos hacer un programa que se llame Que se vengan los chicos, con libretistas y todo al servicio nuestro. Fue idea de Miguel Angel Merellano. Lo hicimos, y es hasta el día de hoy que se usó ese material didáctico y que se ha cantado mucho en las escuelas. Respetando los ritmos auténticos, las métricas, respetando las formas musicales y con la dificultad de escribir para los chicos sin querer hacer cosas infantiles. Nos costó bajar el nivel de las armonizaciones, pero no debíamos caer en la cosa simple sino algo armonizado, como para que lo puedan escuchar los chicos y que nosotros no seamos tan distintos a lo que venían escuchando del conjunto.
Eugenio Inchausti, integrante fundador del conjunto folklórico Los Arroyeños
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Carolina Ovejero y a Eugenio Inchausti
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