Por REDACCION
BRASILIA, 10 (AFP-NA). - Michel Temer tiene otros fantasmas
por la frente.
Sus dolores de cabeza iniciaron hace tres semanas, cuando salió
a la luz una grabación hecha por el dueño del gigante cárnico JBS,
Joesley Batista, donde el mandatario parece dar aval al pago de un
soborno.
Y el fiscal general, Rodrigo Janot, podría presentar
formalmente cargos contra Temer en cualquier momento, lo que
podría apartarlo del cargo si esa denuncia fuera aprobada por dos
tercios de la Cámara de Diputados y validada por el STF.
Esa posibilidad es peligrosa ante la erosión de la base aliada
de Temer en el Congreso, pero también donde decenas de
legisladores están investigados por la Lava Jato.
Aferrado al cargo, Temer se escuda en la tímida recuperación
económica que está experimentando Brasil después de la peor
recesión de su historia. El principal socio del partido del presidente, el PSDB
(centroderecha), debe decidir el lunes si abandona el gobierno,
donde tiene cuatro ministros, con la vista puesta en las
elecciones de 2018.
Si Temer perdiera el cargo, el Congreso debería elegir al nuevo
presidente en un plazo de 30 días, para completar el mandato hasta
fines de 2018.
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