Marta Berra: se fue una docente con convicciones

Otra vez una triste noticia conmovió a la ciudad, el pasado miércoles 10 y cuando contaba con 78 años de edad dejó de existir Marta Rosa Berra, una profesional que esgrimió la bandera de la educación, y ella fue la que guió su proceder en toda su existencia.

Graduada en Ciencias de la Educación, sus conocimientos y la excelencia para transmitirlos le ganaron admiración y respeto entre sus pares y su alumnado.

Había sido directora del Instituto Superior del Profesorado y era una de las responsables, junto a Ortencia Ibarra, de la Fundación Espacios de Aprendizaje y Capacitación de Rafaela, institución que ambas iniciaron y por la que se ocupaban con absoluta dedicación.

Había nacido en Angélica el 30 de agosto de 1942. Luego de haber cursado los primeros años de su educación en una escuela rural, a los 10 años se trasladó a Rafaela para incorporarse al Colegio Nuestra Señora de la Misericordia, donde se recibió de "maestra normal nacional" a los 17 años.

En la Universidad Católica de Santa Fe se formó como profesora en Ciencias de la Educación. Para entonces ya compartía sus intereses y su vida académica y profesional con Ortencia Ibarra, quien la acompañó hasta su último día.

Ya mostraba en la Universidad sus dotes de liderazgo, siendo elegida presidenta del Centro de Estudiantes, y de regreso en Rafaela, se sumó a los equipos de trabajo de la Diócesis de Rafaela, de la mano de monseñor Antonio Brasca, que la marcó indeleblemente en su formación humana y filosófica.

Como corolario de una carrera que la hizo reconocida entre alumnos y pares, Marta ganó por concurso la Dirección del Instituto Superior del Profesorado Nº 2 Joaquín V. González, al que dirigió durante 10 años.

Como nunca abandonó su pasión por la educación, y fundamentalmente por los chicos y la juventud, Marta creó junto a Ortencia la Fundación Espacios de Aprendizaje y Capacitación para ayudar a chicos con necesidades fundamentalmente de apoyo educativo.

Así, donaron sus libros y en el mismo espacio formaron la Biblioteca “Mons. Antonio Brasca”, pensado inicialmente como un lugar de acompañamiento, estímulo y cuidado para chicos, muchos de ellos en situación de calle o muy vulnerables.