Por REDACCION
Con el 80 por ciento de la población rechazando la Asamblea Constituyente, el gobierno de Nicolás Maduro -cada vez no sólo actuando como una dictadura sino con metodologías cruentas y sembrando la muerte entre quienes se oponen a sus objetivos- llevó igualmente adelante la manipulada elección del domingo pasado, en medio de un clima de abierta belicosidad que dejó un lamentable saldo de 16 víctimas fatales, con un total de 136 desde que comenzó este conflicto, luego de enfrentamientos que vienen dándose desde hace algunos meses, por un lado las fuerzas paramilitares armadas de Maduro y por el otro la población que resiste con palos y piedras.
La cada vez más férrea dictadura de Maduro convocó de manera totalmente irregular a esta Asamblea Nacional Constituyente, la cual queda en manos de una sola fuerza política, la oficialista, además reducida hoy a escaso número de población. El objetivo, sin siquiera haberse conocido el porcentaje de votantes de los 19,4 millones habilitados en el padrón, es reestructurar el Estado y redactor el nuevo Pacto Social de la Nación, que es nada menos que su Constitución, lo cual será llevado adelante pero careciendo de legitimidad, al ser muy reducida su representatividad.
Algunos datos son probatorios de todos los reclamos opositores, ya que los 545 miembros supuestamente votados el domingo son en su totalidad identificados con el gobierno bolivariano, figurando por ejemplo la esposa de Maduro, el dos del régimen Diosdado Cabello, la ex canciller Delcy Rodríguez, la ex ministra Iris Varela, más que suficiente para describir la imparcialidad de los elegidos, que serán quienes tendrán a su cargo llevar adelante las reformas del Estado, para concentrar el poder absoluto en manos de Maduro, desalojando de tal modo al Parlamento que tiene mayoría de la oposición por su triunfo en las anteriores elecciones.
Maduro sostuvo en cambio que la modificación de la Carta Magna es para sacar al país de la crisis económica interminable y alcanzar la pacificación. La oposición se ubica en el otro extremo, sosteniendo que es lisa y llanamente para barrer las instituciones y dejar un poder absoluto al presidente.
Tal se consigna en el título, la nación caribeña está frente al abismo, cada vez más cerca de caer en una total descomposición social, pudiendo dar paso a una violencia todavía mayor que la actual con más de un centenar de muertos. Es que en Venezuela se ha derrumbado lo poco que quedaba del anterior régimen chavista, pues Maduro con su incompetencia no tiene obstáculo que lo detenga en su alocado avance hacia la instauración de un sistema no solo autoritario sino cruento y de gran ferocidad con la gente.
Hoy Maduro está sostenido solo por cierta cohesión que conservan las fuerzas militares, también fuertemente penetradas por la corrupción, ya que la situación social está cada vez más inmanejable y fuera de control. Es que no solo faltan los alimentos, existiendo un racionamiento que controla el gobierno mediante tarjetas sociales, llamadas Carnet Patria sino también los medicamentos -se calcula el faltante en un 90%-, con una inflación galopante que va hacia la hiper del 1.000%.
De acuerdo con la estimación de la Organización Mundial de la Salud, la tragedia humanitaria de Venezuela es similar a la de los países más convulsionados del planeta. Sin embargo, aun cuando la comunidad internacional repudia en general lo que está sucediendo, no existen vías para intervenir como forma de morigerar estos violentos episodios, que van en camino de llevar al país a un caos total.
Los observadores internacionales y analistas, coinciden en que Venezuela puede caer en la instauración de sus régimen de terror, donde imperará la represión como única forma de contener las rebeliones que se irán produciendo en la misma medida que se vayan agudizando los males descriptos.
Es que hace tiempo ha dejado de ser una discusión ideológica, ya que lo real son los negocios, la corrupción y el narcotráfico los que han cubierto la dirigencia bolivariana de Venezuela, en su mayoría.
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