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Editorial Viernes 26 de Noviembre de 2010

Uso del preservativo

La justificación del uso de preservativo, fue admitida por el Sumo Pontífice, aunque dejando bien claro que "solamente en algunos casos", dando como ejemplo las relaciones derivadas de la prostitución.

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El conocimiento público que tuvieron importantes reflexiones del Papa Benedicto XVI, a través de un libro, luego de la publicación que a manera de anticipo publicó el diario vaticano "L´Osservatore Romano", manifestando en una de ellas que "en algunos casos puede ser justificado el uso del preservativo", constituyeron una muy importante apertura en los que hasta ahora eran calificados como excesivamente rígidos planteos sobre la moral sexual.
Se trata, en definitiva, de una adecuación a los tiempos que vivimos, en los cuales existe un desmedido avance de enfermedades de transmisión por vía sexual, de manera esencial el sida, que afecta a millones de personas en el mundo y que ha provocado ya la muerte de cerca de 40 millones de individuos de ambos sexos. Precisamente, por el libre albedrio existente en las relaciones sexuales ocasionales, de modo especial en los casos de prostitución. Considerando que el comportamiento de las personas es muy difícil de modificar, es entonces que la prevención y especialmente el uso de preservativos, aparece como uno de los aportes decisivos para evitar contagios. Justamente por ese motivo entonces, resulta trascendente la modificación de rígida postura que tenía el Papa, admitiendo ahora el uso de ese adminículo, aunque "en algunos casos".
El libro del periodista alemán Peter Seewald, titulado "La luz del mundo", que ya se encuentra a disposición del público y contiene declaraciones del papa Joseph Ratzinger, pone en difusión pública muchos pensamientos del jefe de la Iglesia católica, que tienen enorme valor y que, en ciertos casos, van más allá de la simple admisión del preservativo como elemento preventivo en la dura lucha que se tiene con el sida.
Por ejemplo, una de las afirmaciones del Papa que tiene un gran contenido, y alcances seguramente por sobre el uso del preservativo -que es el que ganó todos los títulos de la prensa-, tiene relación con las perspectivas de la encíclica "Humanae vita" de Pablo VI, en la cual se rechaza el uso de los anticonceptivos, sosteniendo el Papa que "siguen siendo válidas, pero otra cosa es encontrar caminos que humanamente puedan ser recorridos", lo cual deja abierta una amplia posibilidad de debate y estudio en todos los temas de moral sexual que hasta ahora proclamó la Iglesia, incluso aún dentro de la línea tradicional que desde siempre sostuvo Benedicto XVI.
De todos modos, y volviendo al tema de los preservativos, las declaraciones del Papa contienen muchas salvedades, como por ejemplo la aseveración en la cual señala que "concentrarse sólo en el profiláctico quiere decir banalizar la sexualidad", añadiendo que "esta banalización representa la peligrosa razón por la cual tantas personas en la sexualidad no ven más la expresión de su amor sino de una especie de droga que se suministran los mismos protagonistas".
Y así fue donde el Sumo Pontífice dejó bien en claro que el uso de los preservativos sólo es para aquellos casos justificados, citando que "por ejemplo cuando una prostituta utiliza un profiláctico y esto puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad". Aunque dejó perfectamente asentado que "este no es el modo para vencer la infección de VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad".
Este texto "La luz del mundo" fue producto de meses de diálogos sostenidos por el Papa  con el autor, donde si bien la moral sexual es la que más llama la atención, fueron abordadas infinidad de otras cuestiones, algunas trascendentes para este tiempo que vive la Iglesia, como el caso de los sacerdotes pederastas que cometieron abusos sexuales en forma indiscriminada, provocando un fuerte impacto en la credibilidad de la Iglesia. Sobre el tema, sostuvo Ratzinger que "no me tomaron totalmente por sorpresa, pues me ocupaba de estos asuntos en Estados Unidos y en Irlanda cuando estaba al frente de la congregación para la Doctrina de la Fe", añadiendo que "aunque conocía estas cuestiones fueron para mí un shock enorme las dimensiones alcanzadas por el fenómeno", ya que "ver al sacerdocio manchado de esa manera y con ello a toda la Iglesia Católica ha sido difícil de soportar".
Una visión realmente interesante de un Papa que desde este punto de vista era poco menos que desconocido, ubicándolo en un plano de mayor conexión con el cual vive la humanidad en este tiempo.








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