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Editorial Martes 24 de Julio de 2018

Una obra estratégica

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REDACCION

Por REDACCION

Después de tantos años, ahora sí parece despejarse el camino para la construcción del nuevo acueducto que beneficiará a Rafaela pero también a numerosas localidades de la región. Con la firma de los contratos entre el Gobierno de la Provincia de Santa Fe y las empresas adjudicatarias, celebrada la semana pasada, se puso en marcha una especie de cuenta regresiva para el comienzo de los trabajos en el territorio, que implican colocar caños a lo largo de un trayecto de 108 kilómetros y la construcción de estaciones de bombeo, con derivaciones hasta distintas localidades. 

Según datos del Gobierno, el 60% de la población de la provincia de Santa Fe que vive en 15 localidades, entre ellas Rafaela, se abastece del servicio de agua que brinda Aguas Santafesinas. En el caso de esta ciudad, el agua subterránea no es apta para el consumo humano por los altos niveles de arsénico que contiene. Algo similar ocurre en otras localidades de la región, que necesita "importar" agua desde el Río Paraná. 

Rafaela recibe desde 1981 agua desde los acuíferos subterráneos ubicados en la zona de la ciudad de Esperanza. Pero su capacidad de transporte ya no alcanza para cubrir la demanda creciente de una ciudad que cuando se inauguró la obra tenía 60 mil habitantes en tanto que cuenta con más de 100 mil. 

Como paliativos, Aguas Santafesinas debió en los últimos años invertir para poner en marcha plantas de ósmosis inversa, primero en el sur de la ciudad dentro de sus instalaciones ubicadas en bulevar Yrigoyen, y segundo en el norte que permitió abastecer barrios como Zazpe y el Mora entre otros. 

En el año 2007 el gobierno provincial de Jorge Obeid terminó con un llamado a licitación en proceso para la construcción del nuevo acueducto a Rafaela. Sin embargo, su sucesor el rafaelino radicado en Rosario, Hermes Binner, resolvió paralizar ese trámite para replantear el proyecto técnico, iniciando una etapa de incertidumbre e indefinición que se prolongó hasta estos días en la que pasó mucha agua bajo el puente, además de política y politiquería.

El actual gobierno provincial tomó la decisión política y ahora se cumplieron las etapas necesarias hasta llegar a la adjudicación de las obras, incluyendo las gestiones por conseguir créditos internacionales a tasas muy bajas poco habituales para los argentinos. 

Con un plazo de ejecución que ronda los dos años, el proyecto apunta a la construcción de un acueducto de 108.4 kilómetros de longitud, incluyendo obras de equipamiento, desde

la Estación Potabilizadora sumando a la ya existente que alimenta a Desvío Arijón, Sauce Viejo y Santo Tomé, en

jurisdicción de Desvío Arijón, hasta la ciudad de Rafaela, previéndose la provisión además a las localidades de Matilde,

San Carlos Sur, San Carlos Centro, San Mariano, Sa Pereyra, Angélica y Susana. De acuerdo a la iniciativa, la obra beneficiará a un total de

125.200 habitantes que viven en una superficie de 2500 kilómetros

cuadrados y una población atendida superior a los 200.000 habitantes.


Además, se destaca que este sistema provincial se diseñó sobre un horizonte de previsiones para los próximos 30 años y su desarrollo constituye

una política de Estado. 

A las mejoras en la calidad de vida de las miles de familias beneficiadas, con el impacto positivo al sistema de salud pública, el acceso a una mayor cantidad de agua potable también representa un progreso para la matriz industrial ligada a la producción de alimentos. 

Asimismo, asoma la importancia de la obra pública como política dinamizadora de la actividad económica y del empleo. En el caso de la construcción de esta segunda etapa del acueducto Desvío Arijón que llegará a Rafaela implicará la creación de 400 empleos directos. Nada mal en tiempos de reducción de presupuestos destinados a la inversión pública por la crisis económica y la necesidad del Gobierno nacional de reducir su déficit. 

En este marco, el nuevo gasoducto regional que aumentará la cantidad de gas disponible para familias, comercios e industrias de Rafaela, Sunchales, Esperanza, Lehmann y otras localidades por ahora continúa su curso, lo cual es muy bueno. 

En cambio, la reconversión de la ruta nacional 34 en una autopista ingresó en una instancia gris en la que nadie parece saber nada. Una obra que arrancó hace más de tres años primero con la expropiación de tierras, que siguió con un enorme movimiento de suelos y tierras y luego con la pavimentación de tramos. Pero después todo se paralizó sin que hasta ahora haya claridad sobre cómo sigue esta historia. Una pena por todo el dinero que ya se destinó al proyecto. 

Por eso resulta saludable desde todo punto de vista el comienzo de la construcción del nuevo acueducto para Rafaela que se estima sucederá entre agosto y septiembre. 





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