Por REDACCION
En un año difícil para los argentinos, rescatar noticias color esperanza se hace una misión más complicada. De todos modos, entre tantas "pálidas" siempre hay gestos y actitudes para destacar. El sábado 10 de agosto se llevó a cabo el programa solidario más importante del país, conocido como "Un Sol para los Chicos" a total beneficio de UNICEF Argentina y que se emite como hace más de 25 años por la pantalla de Canal 13 de Buenos Aires. La recaudación lograda a través de donaciones de particulares y empresas superó los 105 millones de pesos. La propuesta es simple: una transmisión televisiva con muchos jóvenes vinculados a UNICEF atendiendo el teléfono para recibir las donaciones mientras los conductores del canal van presentando a distintos artistas que aportan su presencia mientras también se abordan los temas de la agenda de la niñez en el país. Durante toda la campaña de #UnSol2019, miles de personas se sumaron como donantes y muchas empresas apoyaron el trabajo de UNICEF en tanto que los shows musicales de Tini, Piso 21, Axel, Luciano Pereyra, Jesse & Joy, J Mena, Mau & Ricky, Lit Killah, Antonio José, Ruggero Pasquarelli, Lelé, Fernando Dente y Go! Vive a tu manera hicieron vibrar al público desde un espectacular escenario.
El programa "Un Sol para los Chicos", que fue conducido por Guido Kaczka, Iván de Pineda, “El Pollo” Álvarez, Flor Vigna y Mariana Fabbiani, busca visibilizar los derechos de niñas, niños y adolescentes y recaudar fondos para llevar adelante las iniciativas que apoya UNICEF en favor de la infancia y la adolescencia. La jornada solidaria que se desarrolló en Tecnópolis fue acompañada por una multitud tanto en el lugar como detrás de cada pantalla.
En el marco de esta propuesta, el organismo de Naciones Unidas para los asuntos de la infancia, lanzó un institucional protagonizado por una niña llamada Carmelita y en el que revitalizó el debate sobre el uso excesivo de los celulares pero no por parte de los adolescentes sino de los padres, que parecen descuidar a sus hijos por mantener sus ojos en las pantallas. El mensaje que acompaña la imagen señala que, aunque no parezca, niñas y niños valoran el tiempo que estamos con ellos compartiendo algo más que las pantallas.
En la misma línea se expresó Alejandra Perinetti, directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina, a través de una nota de opinión en la agencia Télam. Tras recordar que el festejo del día del niño surgió en Europa luego de la Primera Guerra Mundial y ante la conciencia por parte de activistas humanitarios respecto a la necesidad de proteger a los niños y niñas del destrozo y caos generalizado que veían a su alrededor, la dirigente social señala que en un mundo donde las exigencias de horarios, el estrés, las responsabilidades, las aspiraciones personales y las dificultades económicas, comúnmente ocupan el centro de la existencia adulta, la calidad del tiempo compartido con los niños se ve afectada. Al respecto, considera que en el cotidiano adulto, la recreación y el juego de los niños suele limitarse, en un extremo a una gran acumulación de juguetes, en otro a la ausencia total de ellos. Por eso advierte que con el transcurso de los años el día del niño se ha convertido en nuestro país en el día del juguete. Esto vale tanto para quienes cuentan con poder adquisitivo para comprar el juguete de última generación, como para quienes juntan algunas monedas para conseguir un juguete que permita robarle una sonrisa a un niño.
Perinetti lamentó que a partir de esta particular modalidad de festejo, un día que tiene un origen humanitario con el tiempo se haya convertido en un nicho de mercado. Desde esta perspectiva, planteó la necesidad de recuperar, como sociedad, el valor de jugar, de compartir tiempo de recreación, imaginación y risas entre padres e hijos. Dicho en otras palabras, tiempo de calidad, afirmó.
Con esta mirada, subrayó que la propuesta es tanto el día del niño como el resto de los días regalar tiempo para jugar, tiempo de compartir y construir recuerdos que hablen del afecto y la alegría. Agrega que se debe obsequiar tiempo para dejar de lado por un par de horas las exigencias del mundo adulto y centrarnos en el juego. Y de esta manera darle a cada niño la oportunidad de ser niño jugando: en una plaza, en el parque, en la cuadra del barrio, en la sala o el comedor; con juegos de mesa o con barriletes improvisados, a la escondida o a la mancha. ¿Será que como padres podamos dejar el celular en casa y de la mano de nuestros hijos ir al patio o a una plaza para darle el 100 por ciento de nuestra atención a nuestros hijos? Un desafío que seguramente podemos cumplir. Solo es cuestión de voluntad.
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