Por REDACCION
Alguna vez el mítico cantante John Lennon pidió en una canción imaginar a todo el mundo compartiendo el mundo en paz, pero lo que devuelven los medios de comunicación en sus distintos formatos son noticias sobre guerras, matanzas, atentados sangrientos, conflictos, tensiones entre países o violencia extrema en ciudades entre otras escenas de las que no podemos enorgullecernos como humanidad. Los desastres naturales como terremotos, huracanes, temporales, grandes incendios de bosques e incluso sequías completan ese panorama desalentador que cuando nos ponemos reflexivos nos asustan y nos lleva a pensar sobre el legado que dejamos para las futuras generaciones.
Al mismo tiempo, una secuencia interminable de relatos salvajes sobresalen en las agendas informativas. Un lobo salvaje, tal como apodan a los terroristas solitarios que atacan objetivos en ciudades europeas, puede causar la muerte de decenas de personas con explosivos o a bordo de un automóvil embistiendo a una multitud. Un adolescente que empuña un arma y provoca una matanza en una escuela estadounidense también es una postal periódica de este mundo que nos empuja a un estado de decepción y en el que se complica ser optimista.
Este es el escenario mundial, donde se percibe el aumento del "odio y la desigualdad", que deberá enfrentar la expresidenta chilena Michelle Bachelet como nueva alta comisionada de derechos humanos de la ONU. La socialista Bachelet, de 66 años, la primera mujer presidenta de Chile, torturada por la dictadura pinochetista en los años 70 y enérgica defensora de los derechos de las mujeres, fue ratificada en el cargo por parte de la Asamblea General de la ONU.
La dos veces presidenta de Chile reemplazará desde el 1 de septiembre al príncipe jordano Zeid Raad Al Hussein, un vigoroso crítico de los abusos de derechos humanos en varios países, incluido en Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump, en Rusia y China.
El secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, alertó que Bachelet enfrenta un tremendo desafío al asumir el mandato en momentos en que "el odio y la desigualdad aumentan, el respeto por las leyes humanitarias y de derechos humanos declina, el espacio para la sociedad civil se reduce, la libertad de prensa está bajo presión".
Hija de un militar que se opuso al derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende y murió tras ser torturado bajo la dictadura de Augusto Pinochet, Bachelet fue detenida y torturada en 1975, antes de partir al exilio, primero en Australia y luego en Alemania oriental. Pediatra de profesión y experta en salud pública, tras el regreso de la democracia a Chile en 1990, Bachelet fue ministra de Salud, luego de Defensa y finalmente dos veces presidenta, hasta marzo pasado, cuando por segunda vez pasó el gobierno al conservador Sebastián Piñera. Bachelet fue también la primera directora de ONU Mujeres de 2010 a 2013, la agencia de la organización que promueve la igualdad de género.
A Bachelet no le espera un camino de rosas sino más bien plagado de espinas. Por caso, Estados Unidos tiene una posición dura al considerar que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU acumula fracaso tras fracaso a la hora de enfrentar abusos extremos en América Latina, en particular en Venezuela y en Cuba. Para el país que gobierna Trump, la ONU no ha abordado adecuadamente las grandes crisis de derechos humanos en Irán, Corea del Norte, la República Democrática del Congo y otros lugares, ni ha frenado su obsesión crónica y desproporcionada con Israel.
Así, la felicidad parece estar en dosis homeopáticas mediante las pequeñas historias de la vida cotidiana, como ver a un niño cuando aprende a caminar o a andar en bicicleta. Cuando una persona encuentra un trabajo y comienza a planificar su vida en torno a esa independencia.
Guterres, en un discurso que pronunció en septiembre del año pasado, brindó en pocas palabras una descripción de lo que se observa en el planeta Tierra que se mantiene vigente. Dijo el titular de la ONU que los pueblos y las Naciones Unidas, se enfrentan a graves retos porque nuestro mundo se encuentra en una situación difícil, muchos están sufriendo y sienten rabia, mientras ven cómo aumentan la inseguridad y la desigualdad, se propagan los conflictos y cambia el clima. Al mismo tiempo, sostuvo que la economía mundial está cada vez más integrada, pero el sentimiento de pertenencia a una comunidad mundial podría estar desintegrándose. No dudó en señalar que las sociedades están fragmentadas y que el discurso político está polarizado. En este contexto, la confianza en el seno de cada país y entre los países se ve socavada por quienes demonizan y dividen. Concluyó ese tramo de su mensaje admitiendo que somos un mundo en pedazos aunque es necesario que seamos un mundo en paz.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.