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Editorial Miércoles 12 de Febrero de 2014

Shock a pasivos

Toda esta vorágine que desequilibró la economía, inflación mediante, tuvo un fuerte impacto negativo en los haberes jubilatorios.

REDACCION

Por REDACCION

Todo este desequilibrio con el cual se viene comportando la economía en los últimos tiempos, impactada por los negativos efectos de una inflación a la cual no se le encuentran soluciones, repercute muy desfavorablemente en uno de los sectores más desprotegidos como es la clase pasiva. Es que, aún con ciertas actualizaciones que tienen sus haberes, con la implementación de ajustes en los meses de marzo y septiembre, la velocidad con la cual suben los precios es muy superior y por lo tanto la brecha se va haciendo cada vez más amplia.

El poder adquisitivo de la clase pasiva está cada vez más afectado, siendo justamente el sector que aunque siendo el más numeroso es el que menos posibilidades de acciones de reclamo dispone, ya que no corta calles, no realiza piquetes, ni se manifiesta de otras maneras, salvo cartas de lectores en los medios y alguna que otra exposición de la dirigencia de los centros que los agrupan. El silencio, sin dudas les ha jugado en contra, ya que además no pueden llevar adelante medidas de fuerza de ninguna naturaleza, e incluso muchas veces son también olvidados por los propios gremios que los tuvieron en sus filas durante su período de actividad.

No hacen falta demasiadas argumentaciones para describir la situación que viven, mejor dicho que padecen su su mayoría, pues el haber mínimo aumentado hace unos días a 2.757 pesos mensuales, lo cual corresponde al 74% del total de los jubilados, que es la cantidad incluida dentro de esa franja. Es decir, suman unos 4,5 millones de pasivos que perciben ese haber aplastado por los efectos inflacionarios, debiendo en consecuencia lidiar con la sobrevivencia diaria, que además les exige cada vez un poco más de esfuerzo y resignación.

Los dos últimos aumentos por la Ley de Movilidad fueron en septiembre de 2013 14,41% y el de marzo próximo de 11,31%. Se recuerda que los aumentos vienen aparejados con los recursos que ingresan en ese período a las arcas fiscales, y que además recién serán cobrados al mes siguiente, lo cual somete a los pasivos a vivir desactualizados con sus haberes, considerando la inflación que siempre los posterga, pues no tienen manera de poder enfrentarla.

Mientras tanto, las reservas jubilatorias -que aunque alcanzando fueron desestimadas mediante el veto presidencial para la aplicación del 82% móvil como había dispuesto el Congreso-, sigue siendo permanentemente utilizadas para financiar el funcionamiento del Estado, siendo reemplazados esos recursos por bonos y letras con vencimientos a muy largo plazo. Una experiencia ya vivida con otros gobiernos, que desmantelaron los recursos de la clase pasiva dejando simples papeles que nunca más fueron cubiertos.

La situación es realmente crítica, ya que según un trabajo elaborado por el Defensor de la Tercera Edad en el mes de octubre pasado, el haber de 2.477 pesos apenas cubría la mitad de la canasta de los jubilados, ya que ese gasto que incluye salud, transporte, vivienda, recreación y comida ascendía entonces a 4.885 pesos. Es de imaginar de octubre a febrero, con todo lo sucedido en el medio, hasta qué punto debe haber llegado hoy esa cifra para contemplar los gastos mínimos.

Es de tal modo entonces que debido a este desequilibrio entre ingresos y egresos que cada vez se profundiza con más fuerza, la mayoría de los jubilados se alimentan mal, ya que se trata de personas que sufren de hipertensión, diabetes, colesterol elevado y otras enfermedades crónicas, por lo cual necesitan de dietas especiales, consistentes en alimentos dietéticos, alimentos que son un 20% más caros que los comunes, razón por la cual son muy pocos los que pueden acceder a ellos.

Un punto de coincidencia en el reclamo de organizaciones de jubilados y sindicales, es que el haber mínimo de la clase pasiva se establezca en el mismo nivel del salario mínimo, vital y móvil de 3.600 pesos.

Cada vez que asoma una crisis, entre los más castigados se encuentran los jubilados, y no son esta vez la excepción a esa regla no escrita. Es que no tienen ni voz ni fuerza de movilización para el reclamo, por lo cual siempre se los posterga.

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