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Editorial Jueves 21 de Noviembre de 2013

Rumbo económico

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REDACCION

Por REDACCION

Los cambios de gabinete decididos por la presidenta Cristina Kirchner reflejan que la economía argentina no atraviesa su mejor momento y tiene inconsistencias profundas, a tal punto que se necesita renovar casi todo el equipo económico para tratar de corregirlas.

Entre todos los cambios de nombres anunciados, una de las señales más contundente del rumbo actual de la economía fue la decisión de separar a la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, defensora a ultranza de la heterodoxia, que con una emisión monetaria récord terminó de recalentar la plaza financiera y no supo encontrar alternativas al cepo cambiario. En este sentido, la restricción cambiaria tal vez termine siendo, a la luz de la historia, una de las medidas más más controversiales de los últimos dos años de mandato de la Presidenta.

Sobre este punto, el nombramiento de Axel Kicillof al frente del Palacio de Hacienda genera un interrogante sobre el rumbo que adoptará el gobierno respecto del dólar. Kicillof sería partidario del desdoblamiento del mercado cambiario, por lo que el gobierno podría avanzar en ese sentido.

El designado ministro de Economía, un funcionario de máxima confianza y consulta permanente de la presidenta Cristina Kirchner, es un férreo defensor de la intervención del Estado en cuestiones económicas y promotor de proyectos clave dentro del Gobierno.

Autodefinido como Keynesiano, Kicillof es el principal impulsor de proyectos económicos de trascendencia como la expropiación de YPF y el plan Procrear y una de las figuras más representativas de la agrupación política "La Cámpora".

Aunque parezca contradictorio, la partida de Hernán Lorenzino del Palacio de Hacienda impacta más en lo político que en lo económico, ya que se trata de una persona de confianza del vicepresidente Amado Boudou. De todas maneras, como embajador ante la Unión Europea y se espera que encabece las negociaciones para cerrar el acuerdo con el Club de París y terminar con los juicios de los fondos buitre. 

En cuanto al nombramiento de Juan Carlos Fabrega como presidente del Banco Central, hombre de confianza de la Presidenta, la respuesta inicial que recibió de los mercados no fue la mejor.

Sin embargo, empresarios de la industria, el comercio y la banca consideraron positivo que la presidenta Cristina Kirchner haya decidido cambiar el gabinete económico, y elogiaron especialmente la capacidad técnica tanto de Kicillof como del propio Fabrega.

La salida sin pena ni gloria de Norberto Yauhar también habla de una política agropecuaria que no logró salvar las diferencias con el agro, ni mucho menos mejorar la producción de los distintos sectores. Más allá de esto, el funcionario había puesto toda la maquinaria de propaganda de su cartera para financiar la campaña electoral en Chubut, asegurándose una banca en el Congreso a pesar de haber sido categóricamente derrotado.

Finalmente, la renuncia de Guillermo Moreno es sin dudas el cambio más reclamado por distintos empresarios y referentes del sector financiero. Con su salida, se espera que Kicillof concentrará más poder, ya que podrá tomar decisiones más libremente en cuestiones de política económica, precios internos y comercio exterior, en cuyos sectores Moreno tenía una clara influencia.

Moreno era el funcionario más antiguo de la administración kirchnerista, ya que había asumido en 2005 cuando la inflación empezaba a ser un problema. Sin embargo, sumó poder al punto tal de conseguir la salida de otros funcionarios importantes en el Gobierno. Una de sus últimas batallas fue contra las consultoras privadas que relevaban precios, que lo terminaron llevando a la Justicia por "abuso de poder".

Con estos cambios, queda claro que para la Presidenta el magro desempeño económico fue la razón principal de la pérdida de millones de votos en las últimas elecciones. A tal punto que también eligió a un hombre muy vinculado a la economía para ser jefe de Gabinete, como es el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich.

La gran pregunta es si alcanzará con estas modificaciones para dar una señal a los inversores de que pueden traer sus divisas al país. Porque, por más que se cambien los nombres, Argentina está necesitando solucionar sus problemas económicos que obstaculizan el crecimiento que el sector productivo podría tener y demoran la inclusión de los sectores que, a pesar de los avances, aún no logran sumarse a los beneficios de un sistema que todavía tiene mucho por dar.

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