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Editorial Jueves 20 de Abril de 2017

Rafaelinos víctimas

Esta vez son datos oficiales del ICEDeL: uno de cada cuatro hogares sufrió un episodio delictivo en 2016.

REDACCION

Por REDACCION


La falta de seguridad es una verdadera constante en la información, tanto por la reiteración de episodios que se producen en la ciudad, como por las notas que en distintas secciones del Diario nos ocupan del tema. En este espacio, la referencia es cada vez más seguida, y en este caso debemos ocuparnos del reciente informe oficial del Instituto de Capacitación y Estudios para el Desarrollo Local (ICEDeL), organismo que desde hace 23 años viene realizando un exhaustivo relevamiento sobre los aspectos centrales de la ciudad y los rafaelinos.

En este caso, aunque luego con la proyección correspondiente, fueron relevadas 679 viviendas y 2.103 personas. Sobre esa base, digamos que la elaboración de los datos correspondientes, dan cuenta que el 23,8% de los hogares tuvo alguno de los miembros de la familia como víctima de un delito durante el transcurso de 2016. Es decir, que uno de cada cuatro hogares resultó víctima de un acto delictivo durante los doce meses del año pasado, lo cual es claro en cuanto a la contundencia del problema que afecta a los rafaelinos, y que despeja toda clase de dudas en cuanto a la magnitud del problema, el cual, a veces, trata de ser minimizado a través de algunas estadísticas, las que suelen partir de datos no del todo certeros, como por ejemplo las denuncias recibidas en las sedes policiales. Que no reflejan toda la realidad, pues muchos de los episodios delictivos no son denunciados y por lo tanto no pasan a engrosar las estadísticas.

Respecto a la variedad de los delitos, los más frecuentes fueron el robo o hurto en las viviendas al sumar 49,1%, mientras que los robos y hurtos en espacios públicos contabilizaron el 47,9%, en tanto el robo de vehículos con 17%, los actos de vandalismo contra vehículos 15%, hostigamientos o amenazas 9,1%. Justamente, este último rubro experimentó un notable crecimiento de hechos con relación a estas mismas estadísticas del relevamiento anterior de 2015, cuando había afectado sólo al 2,1% de los hogares.

En cuanto a los hechos no denunciados a los que hacíamos alusión anterior, de acuerdo con los datos obtenidos por esta encuesta, ascienden al 34,1% de los mismos, quedando registrados bajo denuncia el 65,9%. Es decir, y queda muy claro el concepto de la realidad a medias que describen las estadísticas oficiales surgidas de fuentes policiales, pues sólo son asentadas ante las autoridades dos tercios de los hechos delictivos que afectan a los hogares de la ciudad. ¿Por qué se da esta situación?, pues si bien no existe un motivo concreto que pueda definir a la generalidad, pueden en cambio citarse la falta de confianza y credibilidad en las fuerzas policiales, la supuesta escasa posibilidad de esclarecimiento, el evitar verse sometido a una serie de gestiones burocráticas, o simplemente la indolencia de algunas de las víctimas. Cuando en realidad, lo que corresponde, es dejar asentada la denuncia de todos los episodios delictivos ocurridos, más allá de cualquier otra clase de sospechas o presunciones.

Frente a esta avalancha delictiva, en seis de cada diez hogares los integrantes del grupo familiar han tomado medidas de seguridad preventivas para contar con protección contra los delincuentes. El 64,9% optó por la colocación de rejas, el 42,2% incorporó perros guardianes, el 37,6% modificó sus hábitos adoptando mayores prevenciones, y el 30,5% se volcó por la colocación de alarmas.

Si bien este relevamiento ciudadano es una verdadera radiografía de Rafaela, extendiéndose por numerosos aspectos de la vida de los rafaelinos, sus hábitos y elementos de los que dispone en materia de salud y confort -lo cual será motivo de análisis en posteriores entregas editoriales-, en este caso enfocamos íntegramente en el tema que es principal preocupación no sólo aquí sino en toda la Argentina. Es que la falta de seguridad es algo que se va intensificando de tal manera, no sólo habiéndose perdido la tranquilidad, sino de haberse llegado al extremo de vivir en zozobra con sólo salir a la calle o dejar la vivienda sin ocupantes, y muchas veces, aún con ellos en su interior, ser víctima de estos ilícitos cada vez más graves y violentos.

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