Por REDACCION
En la última década, se instaló en primer plano el debate en torno al rol que cumplen los medios de comunicación en la Argentina, en especial en lo que hace a su posible pertenencia o dependencia de grupos empresarios que concentran poder económico. A simple vista, la función de la prensa es informar sobre los hechos noticiosos y también analizar los mismos, ofreciendo una perspectiva determinada. La libertad de prensa es el derecho fundamental que sustenta la actividad de las empresas periodísticas, no obstante en los últimos años el debate comenzó a descubrir aristas que siempre estuvieron pero que raramente se colocaron sobre la mesa. Es que detrás de un medio de comunicación hay una empresa periodística que toma una posición sobre las cosas y hasta define un conjunto de intereses, en ocasiones dejando en claro desde qué lugar presenta sus contenidos y a veces no. En este caso, se alimenta la discusión sobre intereses ocultos que desde las sombras operan para conseguir sus objetivos o presionar a un gobierno.
Por tanto, cada vez es más complejo distinguir las distintas capas que están por debajo de los medios de comunicación. Con cierta naturalidad, se suele creer que la prensa tiene un fuerte vínculo con sus lectores, televidentes o radioescuchas, según de que formato se trate, y que a partir de ahí se definen los contenidos y la forma de presentarlos. Se configura de esta manera una suerte de mapa donde un gobierno puede calificar como opositores a medios por el simple hecho de ser críticos hacia su gestión. En estos casos, se adopta la estrategia de ligar a esas empresas periodísticas a grupos concentrados o monopólicos y hasta hegemónicos. Para contrarrestar esta coyuntura de administrar un gobierno con la prensa crítica se monta una red de medios afines, tal como ha sucedido en la Argentina de los últimos años.
En este contexto, entonces, se identifican aquellos medios que supuestamente son voceros de grupos poderosos críticos a una gestión gubernamental, aunque claro está que nunca habrá certezas al respecto. Hay medios que son iguales de críticos y cuestionan las políticas oficiales por considerar que esa es uno de los roles básicos del periodismo, sin tener detrás lobbystas de ningún tipo. Por último, asoman con fuerza y con el respaldo de fondos públicos un entramado de medios que defienden a ultranza las acciones del gobierno y plantean una confrontación abierta con los denominados "medios opositores".
El hecho es que el debate sobre el papel que cumplen los medios incluye, necesariamente, las relaciones que se entablan, a veces a la luz de todos y en otras ocasiones a la sombras, con la política y el poder. Se trata de una discusión que siempre se renovará pero que requiere que los ciudadanos tengan en claro para poder tener una opinión propia sobre el asunto.
Lo que sucede con la prensa y el escenario en el que se desenvuelve en cada país se puede monitorear. En tal sentido, el informe anual que elabora Freedom House, recientemente divulgado, concluye que en materia de libertad de prensa Argentina refleja la peor performance en dos décadas. De acuerdo al reporte, la libertad de prensa en el mundo cayó a su nivel más bajo de los últimos 10 años debido a restricciones en el flujo de información y a amenazas graves a los periodistas.
"En forma concreta, la proporción de la población mundial que goza de una prensa libre se situó en el 14%, es decir, sólo 1 de cada siete personas vive en un país donde la cobertura de noticias sobre política es robusta, la seguridad de los periodistas está garantizada, la intromisión del Estado en asuntos de comunicación es mínima y la prensa no está sujeta
a presiones legales o económicas", destaca el informe que a su vez fue sintetizado por el Centro de Investigaciones Sociales y Económicas de Fundación Libertad.
En tal sentido, de un total de 199 países evaluados en términos de libertad de prensa, 63 fueron clasificados como “libres” (32%), 71 como “parcialmente libres” (36%) y 65 como “no libres” (32%). El ranking es liderado por Noruega con 10 puntos, seguido por Suecia, Bélgica y Finlandia. En el otro extremo, Corea del Norte con un puntaje de 97, es la nación de más bajo desempeño.
En tanto, Argentina se ubica en el puesto 107 con 51 puntos, retrocediendo un puesto respecto a la edición pasada y considerándose una economía parcialmente libre. Comparte esta posición con Bosnia, Grecia y Nigeria y se adjudica el puesto 26 dentro del grupo de países de América, detrás de Uruguay (12), Chile (16), Brasil (21), Bolivia (22) y Perú (22).
Asimismo, el documento resalta que el puntaje obtenido por Argentina en los últimos años es el peor en 2 décadas.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.