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Editorial Miércoles 26 de Noviembre de 2014

Poder adquisitivo

En los últimos 13 años el poder adquisitivo del salario, en cuanto a la compra de alimentos indispensables, retrocedió un 38%. Sólo la leche está exceptuada.

REDACCION

Por REDACCION

Desde siempre, en todas estas crisis cíclicas que suceden en nuestro país, el más perjudicado es el asalariado, que de una u otra manera, siempre ve como sus ingresos disminuyen el poder adquisitivo. Así lo demuestra un análisis realizado por el periodista Ismael Bermúdez y publicado en el diario Clarín, tomando como marco de referencia el período que va desde 2001 a 2014, siendo en aquel año el sueldo promedio de 880 pesos, en tanto que el correspondiente al año pasado estaba en el orden de 10.900 pesos. Como puede advertirse, la diferencia es bastante significativa, pues nominalmente el salario creció unas 11 veces, pero ni así alcanza para establecer comparación con los precios, que en esos 13 años aumentaron mucho más, por lo tanto, una sencilla ecuación da que en 2013 se podía comprar mucho menos cantidad de alimentos que en 2001.

El detalle da cuenta que con los 880 pesos de octubre de 2001 se podían comprar, por tomar un ejemplo muy básico y comprensible, 533 kilogramos de pan, que por entonces valía 1,65 pesos, en tanto que  ahora con los 10.900 pesos de salario se pueden comprar sólo 463 kilos tomando como referencia un precio de 23,51 pesos, quedando una diferencia en contra del trabajador asalariado de 69 kilos de pan que ahora puede comprar de menos.

Esa situación, descripta de forma muy clara, se extiende a la mayoría de los alimentos necesarios para un grupo familiar, más precisamente a 65 productos sobre cuyos precios informaba mensualmente el INDEC en aquella época, algo que ha dejado de hacer ahora y desde hace varios meses, cuando tras una admisión inflacionaria realizada en enero último pareció arrepentirse de lo hecho y entonces dejó de publicar datos estadísticos, que además significó el hecho de borrar de un plumazo la pobreza y la indigencia, que se miden por las canastas básicas alimentarias, que ahora se manejan poco menos que a trazos gruesos, según conveniencia política del gobierno.

De todas maneras, existe también una excepción dentro de esta regla, ya que hay un producto que ahora puede comprarse más que antes. Se trata de la leche, que en relación a los precios de 2001 y de 2014 puede ser comprada a razón de 91 litros más por parte de los consumidores. Justamente, la leche es motivo de reclamos de parte de los productores tamberos, que justamente aquí, con un análisis de esta naturaleza, tienen un fuerte respaldo más a sus pedidos.

Pasando concretamente a estadísticas porcentuales, tenemos que el salario en ese lapso de 13 años se incrementó 1.139 por ciento, pero casi todos los alimentos -con la excepción antes dicha de la leche- aumentaron mucho más. Citando algunos otros casos, tenemos por ejemplo que de pan se pueden comprar 1.099 kilos menos, de azúcar 423, harina de trigo 399, naranja 211 kilos menos, banana 209, zanahoria 183, cerveza 138 y queso cuartirolo 89, entre otros productos, aunque las menciones son más que suficientes para dejar contundentemente establecido cómo se ha visto perjudicado el trabajador asalariado en este tiempo, cuyo mayor transcurso fue justamente el de un gobierno que hizo de la inclusión y la mejor distribución de la riqueza sus banderas, aunque queda visto, habiendo fracaso en el intento.

En definitiva, un trabajador con ingresos ajustados al promedio referido, en este momento puede adquirir un 38% menos de alimentos que en 2001, registrándose esta situación justo en momento en que la economía se encuentra en retroceso, con recesión -aunque no admitida desde el oficialismo- que viene desde comienzos de año, lo cual hará mucho más complicado el poder confiar en alguna mejoría en ese sentido. Es justamente por este motivo que la mayoría de los gremios están reclamando un bono de compensación a fin de año, al igual que la quita del impuesto a las ganancias en el medio aguinaldo de diciembre, como forma de aliviar en parte el sostén familiar.

También debe decirse, que en parte la compensación que hubo estos años en cuanto a la caída del poder adquisitivo, fue el congelamiento de tarifas de servicios públicos como la energía eléctrica, el gas, el agua y el transporte. Todo lo cual fue y sigue siendo sostenido por un sistema de subsidios -en los que hay escasos controles siendo por lo tanto señalados como fuentes de corrupción- a los que más de una vez se buscó eliminar, aunque provocando reacciones muy adversas. Ante panorama tal, el problema seguramente se mantendrá hasta diciembre de 2015 cuando sea el próximo gobierno el que tenga que hacer el ajuste.

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