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Editorial Viernes 26 de Abril de 2019

Pobreza y deuda externa

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REDACCION

Por REDACCION

No es un dilema nuevo para los argentinos: cuando la crisis tensa la cuerda al máximo, el dilema es pagar las cuentas y resignarse a vivir con la heladera vacía a riesgo de pasar privaciones, esto es no poder cubrir las necesidades básicas e incluso pasar hambre. O bien dejar de cumplir los compromisos de la deuda para poder alimentarse dignamente. En cierto modo la Argentina no está lejos de esta figura tal y como como marchan las cosas donde cada mañana levantarse con optimismo es una misión poco menos que imposible. 

Esta perspectiva sobre qué decisión tomar entre pagar las deudas o comer la deslizó de alguna forma el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) esta semana cuando admitió su preocupación porque el alza de la pobreza en el país impida al Gobierno nacional pagar la deuda, abultadísima por cierto, que generan intereses asfixiantes. Y si tenés una economía en recesión, la recaudación impositiva se desploma por tanto el Estado no tiene más remedio que achicar sus gastos para ahorrar lo suficiente que le permita evitar un eventual default. 

La Argentina fue el país de la región que más deuda en dólares emitió durante el año pasado, al concentrar el 28% del total de colocaciones en el mercado, de acuerdo a un trabajo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En enero de 2018, la administración de Cambiemos lanzó tres bonos diferentes con los cuales captó U$S10.487 millones y de esta manera se convirtió en la nación ganadora en el campeonato del endeudamiento, puntualizó el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (Ocipex), en base al informe de la Cepal. Fue la última salida que pudo hacer la Argentina al mercado internacional antes de que los inversores externos le cerraran el grifo al país.

Según ese centro fueron once los países latinoamericanos que colocaron títulos en los mercados internacionales de capitales en 2018, y la Argentina lideró el ranking con casi U$S10.500 millones. Así, acaparó el 28% del total, en tanto México se quedó con el segundo puesto con el 16% tras emitir U$S 6.261 millones. Le siguieron Chile con U$S 4.641 millones y la República Dominicana con U$S3.118 millones. Por su parte, Perú colocó U$S3.063 millones, Ecuador U$S3.000 millones, Colombia U$S2.000 millones, Uruguay y Panamá U$S1.750 millones cada uno, Brasil U$S1.500 millones y Paraguay U$S 530 millones.

Ante este escenario, fue Nigel Chalk, vicedirector del FMI para el Hemisferio Occidental, quien advirtió que una suba de la pobreza podría generar "serios desafíos" a la posibilidad de "lograr los objetivos del programa" firmado con la Argentina, incluido cumplir con los pagos de deuda. Así, el organismo elevó el nivel de preocupación sobre la situación financiera cada vez más vulnerable de la Argentina, donde al Gobierno le cuesta cada vez más poner en caja a la inflación y el dólar sigue siendo una variable demasiado volátil. 

La pobreza se expandió al punto que la última medición ya alcanzó niveles alarmantes: uno de cada tres argentinos es pobre. Y peor aún, uno de cada dos chicos vive en un hogar pobre, lo que puede interpretarse en que el país hipoteca parte de su futuro al limitar a estos chicos el acceso a oportunidades de desarrollo. Chalk reconoció que el FMI es consciente, al igual que las autoridades (argentinas), de que un aumento en la pobreza podría imponer serios desafíos a la posibilidad de lograr los objetivos del programa acordado con el organismo multilateral, algo que no parece novedad para los agentes financieros, que vienen alertando desde hace semanas sobre la vulnerabilidad del país.

En una suerte de confesión y sinceramiento durante una entrevista con el diario británico Financial Times, Chalk advirtió que si la pobreza sigue aumentando a un ritmo acelerado en el país podría necesitarse una "recalibración del gasto social para proveer más espacio para que el Gobierno actúe para proteger a los pobres". No obstante, no brindó detalles sobre cuál sería el monto necesario para esa recalibración, un eufemismo para aludir a la necesidad de destinar más fondos a ayuda social en medio de una pobreza creciente.

A su vez, el diario británico indicó que el riesgo, reconocen los funcionarios, es que si el gobierno fracasa en recortar lo suficiente el déficit por el gasto social extra, los mercados se pongan más ansiosos de que el ajuste fiscal de la Argentina no ocurre tan rápido como se cree necesario. Lo cual podría forzar a la Argentina a buscar más deuda externa para cubrir el déficit fiscal de lo que esperaba originalmente, señaló la publicación especializada.

De este modo, Argentina se encamina a una incomodísima situación de estar entre la espada y la pared. Como otras veces a lo largo de su historia. En este marco, tecnócratas del FMI ya estarían analizando la posibilidad de que si la pobreza sube más de lo previsto el Gobierno debería recortar partidas en otras áreas de la administración, como la obra pública, para reforzar la ayuda social y no comprometer así las metas fiscales.


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