Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Editorial Miércoles 1 de Diciembre de 2010

Papelón de EE.UU.

La potencia número uno del mundo y la fragilidad de su seguridad, pues a los atentados de septiembre de 2001, ahora se agrega la difusión pública de todos sus correos diplomáticos.

Redacción

Por Redacción

Existen determinadas situaciones en las cuales no cabe la posibilidad de retorno. Una de ellas, que seguramente se mantiene en el recuerdo de mucha gente, ocurrió cuando el entonces presidente del Uruguay, Jorge Batlle, durante un reportaje por televisión y suponiendo que la cámara se encontraba apagada, dijo "los argentinos son todos ladrones". El revuelo que se armó fue enorme, más allá del contenido mismo de su expresión, que incluso podía tener muchos adherentes, pues hay cosas que pueden decirse en el boca a boca, pero jamás publicarse.
Batlle vino a Buenos Aires y trató de disculparse ante Eduardo Duhalde, que en ese momento ejercía la presidencia, pero el efecto fue absolutamente nulo. Es que estas cosas no tienen retorno, pues exceden todo lo que pueda luego decirse. No hay contexto que valga, ni tampoco lágrimas de arrepentimieno, como las tuvo el mandatario oriental frente a las cámaras de TV.
Con esto de los EE.UU. sucede algo parecido, pues se trata de bajarle el tono, de restarle significación, pero lo cierto y preciso es que la divulgación de esos 251.287 cables secretos de carácter diplomático, que tuvo a su cargo la página Wikileaks y que fueron levantados por la prensa mundial generando un revuelo como nunca antes había sucedido en la materia, tampoco se tiene retorno. Puede decirse todo, pero el resultado será nada.
Por un lado tenemos que la superpotencia mundial es tan vulnerable, que todos sus sistemas quedan expuestos abiertamente ante el mundo. Eso ya había sucedido en septiembre de 2001 cuando los terribles atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, volviéndose a registrar ahora con esta apropiación de prácticamente absolutamente toda la información acumulada desde sus embajadas en el mundo, poniendo en ridículo al presidente Barack Obama, al propio Estados Unidos, y más que nadie a su responsable de la política exterior, Hillary Clinton. Es que ella misma figura peticionando muchos de esos descarnados datos, utilizando un lenguaje directo y brutal, que nada tiene que ver con el mundo de la diplomacia.
En lo que respecta  a nuestro país, de ese total de un cuarto de millón de correos hay 2.233 que se produjeron en la embajada en Buenos Aires, cuya sede se encuentra frente al Zoológico porteño. La información de estos días ha sido tan profusa y detallada, que resulta innecesario volver a reiterar algunas de las puntualizaciones que se hacen en esos informes, aunque los que más llamaron la atención, fueron por ejemplo los relacionados con la inquietud de Hillary por conocer el estado de salud mental de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Una actitud realmente inadmisible a este nivel, que frente al mundo, más que afectar a los informados, termina impactando con todo su poder negativo en el mismísimo corazón de los Estados Unidos, ya que -según sostienen algunos analistas- por estos días se encuentra temblando la Casa Blanca.
Vano es el intento de buscar ahora a quienes formalizaron la entrega de los correos secretos, ya que de eso se trata, pues no existió una vulneración informática, pues en definitiva eso sería tratar de sancionar al mensajero en lugar del contenido del mensaje, que es realmente lo grave en ese caso, al punto de exceder a la misma imaginación.
Si castigados resultan en esos informes muchos políticos y funcionarios argentinos, es poco y nada con relación a la tensión provocada con algunos de los países aliados de los Estados Unidos, como el caso de Gran Bretaña por ejemplo, o Alemania, en ambos casos severamente juzgados en el contenido de esas notas que ahora dejaron de ser secretas, y que siguen conmocionando al mundo entero.
 Todo el esquema de interrelación mundial se encuentra en este momento afectado, y nada podrá volver a ser como era entonces, habiendo perdido Estados Unidos toda credibilidad en cuanto a su poderío. Que podrá tenerlo en el uso de la fuerza, y también del dinero, pero que está vacío de contenido por una manifiesta debilidad de toda su estructura de inteligencia.
Los documentos que tomaron estado público, ponen al Departamento de Estado que tiene como responsable de Hillary Clinton, en un escenario patético. ¿Cómo podrá Estados Unidos recuperar su rol si se ha convertido en el hazmerreír del mundo?
Y pensar que Obama había llegado como una señal de esperanza, y hasta ahora va de tropiezo en tropiezo, pero este superando largamente al de la economía.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso